lunes, 14 de enero de 2013

Annie Hall


Siempre ha sido la figura de Woody Allen motivo de curiosidad. Su aspecto, su forma de hablar y de moverse, hacen pensar en un pequeño insecto que no para de zumbar inquieto, revoloteando de aquí para allá, como si siempre estuviera dubitante o no se encontrara a gusto en ninguna parte. Y sin embargo, se trata de un ser humano imperfecto que se ha convertido, con el paso de los años, en el paradigma del hombre moderno, acuciado por las neurosis y la hipocondría.

Nunca le hemos dado tantas vueltas a todo, nunca nos hemos cuestionado todo tanto como en las últimas décadas. La figura de Woody Allen nos mueve a la risa, convertido en un peripatético payaso que saca constantemente a relucir nuestras más profundas inquietudes, aquellas de las que no nos gusta hablar en voz alta, pero en realidad somos nosotros llevados al extremo.

El otro día vi una de sus primeras películas, Annie Hall, y, aunque peculiar como todas las que hace, me gustó mucho más que las que rodó después. Hasta ahora no había podido sacarle todo su jugo.

Sus frases son, cómo no, geniales. Al ser tan joven en aquella época, su genio es más vivo y fresco. Sus diálogos arrancan una risa descontrolada por lo originales e inesperados que son:

- Creo que se le da tanta importancia al orgasmo para suplir los vacíos de la vida.

- ¿Quién dijo eso?

- Creo que el marqués de Sade.

Se puede ser hipocondríaco, creer que se padecen todas la enfermedades inimaginables y estar obsesionado con la muerte, se puede estar convencido de que se es feo y raro, y aún así no hacerle ascos a uno de los principales motores que mueven el mundo: el sexo. Para Woody Allen debe ser el refugio placentero a todos sus temores y obsesiones.

Me encanta cuando recrea su niñez en el colegio. A través del pequeño actor, que le parodia, que tiene el mismo aire despistado y poco agraciado que él, y con sus sempiternas gafas, revive sus traumas infantiles, todas aquellas cosas que al ser humano sensible que fue y es le han dejado huella. En esas escenas se incluye él mismo de adulto, como testigo y narrador de su propia historia. La profesora, horrible por supuesto, debió ser el tipo de docente que traumatiza más que enseña. Quién no ha tenido a alguien así alguna vez en su vida.

También son desternillantes las escenas en que va al cine de pequeño y ya por aquel entonces no pensaba ni se comportaba como el resto de los niños de su edad: le gustaba la madrastra en lugar de Blancanieves, la encontraba mucho más atractiva. Sorprende la precocidad, y mueve a hilaridad. Woody Allen es el típico feo interesante, inteligente, que tiene siempre algo distinto que decir, con un particular sentido del humor que no deja indiferente.

Y no digamos la escena en la que se disfraza de rabino, con el sombrero, la ropa negra, unas largas barbas y cara seria y aburrida. Las películas le sirven al director para sacar a relucir todas sus obsesiones, y la de ser judío es una de ellas, pues cree que es una cosa más que le hace ser diferente, motivo de exclusión histórica, social.

Diane Keaton, su pareja en aquella época, es la compañera perfecta para un neurótico Woody, pues se complementa a la perfección con sus rarezas y manías, de las que ella no está exenta. Luce un look pretendidamente descuidado, masculino y un tanto extravagante que causó furor en aquel entonces. Tiene una voz preciosa esta actriz, por cierto, y el director le da la ocasión de lucirla en varios momentos del film.

Hay unas frases, que aparecen en otra de sus películas, Hannah y sus hermanas, que fueron escritas por el poeta Edward Estlin Cummings, que me han encantado siempre, y que ponen de manifiesto la clase de sensibilidad que tiene Woody Allen:

"Con sólo mirarte me liberas. Aunque yo me haya cerrado como un puño, siempre abres pétalo tras pétalo mi ser, como la primavera abre con un toque diestro y misterioso su primera rosa. Ignoro tu destreza para cerrar y abrir, pero cierto es que algo me dice que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas. Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas".


2 comentarios:

Luis dijo...

El universo se expande.....
Nosotros vivimos en Brooklin y Brooklin no se expande!!!

Jajajaj...sin duda, su mejor película!!!

pilarrubio dijo...

Me alegro de que te haya gustado Luis. Por cierto, que me encantaría conocer Brooklin.

Un saludo!!. Pilar.

 
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