sábado, 7 de noviembre de 2015

Acerca de Jesús Calleja


Después de haber hablado largo y tendido sobre el último de sus programas, Planeta Calleja, Jesús Calleja se ha convertido para mí, a fuerza de observarlo, en un raro objeto de estudio. Dice ser ferviente admirador de Félix Rodríguez de la Fuente, entre otros, y que su afán por conocer y por estar en comunión con la Naturaleza ha sido su inspiración. Él, que es prácticamente de mi quinta (tiene un año más que yo) ha crecido con personajes que forman parte de la memoria colectiva por muchos motivos, héroes auténticos, gente que tenía cosas que aportar, no como los de ahora, que son ídolos con pies de barro.

Otro personaje al que admira es Amundsen, pues su padre le leía de niño historias de los exploradores de los Polos, algo que tiene en común conmigo, pues mis padres compraron un gran libro de relatos de este tipo que yo hojeaba de vez en cuando, asomándome con mucho respeto a aquellas hazañas en lugares tan inhóspitos, y en cuyas ilustraciones recreaba mi vista. Hace poco leí una carta que le escribió el explorador Scott a su esposa sabiendo próximo su fin, y que hallaron en su poder cuando lo encontraron congelado 8 meses después junto con el resto de su expedición. Qué palabras tan tiernas y cuánta tristeza destilaban. Ante situaciones así cabe pensar qué necesidad tenemos los seres humanos de ponernos en peligro de este modo, pero debe ser que hay una fuerza superior a nosotros que nos impulsa a seguir determinados caminos porque sino seguiríamos vivos pero como si estuviéramos muertos.

Por eso comprendo a Jesús Calleja, pues la suya es una vocación semejante a la del sacerdote. El alpinismo y los deportes de riesgo en general han colmado su vida. La montaña le llama con un imperativo irresistible del que nunca ha podido sustraerse. No es difícil comprender las razones por las que nunca ha querido formar una familia: si vas a poner en peligro tu vida constantemente, no puedes dejar atrás mujer e hijos. Uno no puede alcanzar la concentración y la libertad de acción necesaria si tiene que estar pensando en una esposa y, sobre todo, en una descendencia. Lo que no le ha impedido adoptar una hija y dos hijos nepalíes que ahora son mayores. Quizá los que le habría gustado tener si se hubiera casado, a semejanza de su familia, pues fueron 3 en su casa, él y sus dos hermanos. Hay un par de fotos en internet donde se los ve subidos en un burro mirando a cámara en medio del campo, o encaramados a las ramas de un pequeño árbol, vestidos con las camisas y pantalones típicos de los niños que crecimos en los 70.

Y es que los que se dedican a esto responden a un patrón que siempre es el mismo: la pasión en lo que hacen, que nunca se debilita pese a las calamidades que surgen en el camino y que tanto hacen sufrir, o el hecho de ser muy competitivos, muy obsesivos, muy de ideas fijas (hasta que culminan el plan que se han trazado no lo dejan), o esa búsqueda de la descarga de adrenalina que produce todo lo que es capaz de ponerte al límite. Sin ello no pueden vivir. Es por eso que corre rallies por el desierto, hace submarinismo entre tiburones o en aguas glaciares, monta en motos y coches de competición, o practica rafting. Aprendió a pilotar avionetas y helicópteros, y sabe navegar.

Con su hermano Kike
Jesús Calleja, un leonés aparentemente sencillo, de constitución más bien enclenque, alguien que en otras circunstancias pasaría desapercibido, es sin embargo un prodigio en todo aquello a lo que se dedica, un hombre emprendedor que parece vivir en paz consigo mismo, que ha conseguido hacer lo que ha querido en la vida y disfrutar con ello, ganando dinero y con el público de su parte en todos aquellos programas que ha conducido. Conversador, llano en el trato, con un sentido del humor que conserva cierta picaresca infantil, su pensamiento es veloz y su intuición no suele fallarle. Su casa, un gran chalet con grandes cristaleras que dan a una zona llena de vegetación, es un oasis de tranquilidad lleno de objetos exóticos que ha recopilado en sus muchos viajes por el mundo, sobre todo Budas dorados. Nepal ha sido el lugar que más veces ha visitado y conoce el nepalí perfectamente. Colabora allí con una organización humanitaria que se dedica a ayudar a los niños de la zona. Tiene grabado en un brazo un símbolo que le permite entrar en todos los monasterios del Himalaya y alrededores a pesar de ser extranjero. Aunque él no profesa religión alguna, pues se declara “mundano”.

Este hombre, que empezó trabajando en una peluquería y luego vendiendo coches, ambos negocios familiares, desde niño sintió el tirón de la Naturaleza y la montaña allá en León y más de una batida tuvieron que organizar cuando a los 13 años le daba por internarse en los bosques y se le echaba la noche encima sin que se diera cuenta. Con 37 años decidió dedicarse por completo al deporte, siendo guía en el Himalaya y Los Alpes para una agencia en España de trekking y escalada durante 16 años. Con lo que ganaba haciendo esto se financiaba las expediciones.

Él es un claro ejemplo de lo que hay que hacer cuando no te satisface aquello a lo que te dedicas habitualmente. No en vano escribió, entre otros, un libro titulado Si no te gusta tu vida ¡cámbiala!. Habrá que leerlo…




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