Tienen mis hijos un juego de ordenador, “Los Sims”, que merece un capítulo aparte dentro de la amplia oferta de videojuegos que existe en el mercado. En este juego se pueden crear personas, como si de un laboratorio se tratara, y les eligen desde el color del pelo o los ojos hasta su edad, su sexo y su complexión, pasando por su ropa e incluso el signo del zodiaco y los rasgos de la personalidad.
Pueden crear familias, conseguirles amigos y mascotas, y montarles una casa al gusto de cada uno.
En la casa suena la cisterna, el equipo de música, el llanto de un bebé, la alarma del horno o el microondas, etc. Si se produce un accidente, como un incendio por ejemplo, si pones alarma vendrán los bomberos, y si no morirán los personajes, momento en el que aparece un espectro con una guadaña y el individuo en cuestión queda reducido a un montón de cenizas. Si algún personaje sobrevive, llora desconsoladamente junto a los restos. Si hay un robo, vienen los policías y se pelean con el ladrón en medio de una gran polvareda.
Los miembros de una familia pueden discutir entre ellos o simplemente jugar. Las parejas que se aman aparecen con una especie de nube distorsionante sobre ellas porque esas escenas requieren un “Sims” para edad más avanzada, lo mismo que si se están bañando o haciendo sus necesidades.
Con una llamada telefónica pueden encargar una pizza, contratar a una asistenta para que les limpie la casa, a una señora que cuide de los niños, y hasta a un jardinero.
Chatean con los amigos, ven televisión, sacan la basura, miran el correo y observan las estrellas cuando cae la noche.
La casa se construye sobre un solar cuyo tamaño eliges, y puedes incluir una piscina con las dimensiones y la forma que quieras, iluminación subacuática y trampolín. En el jardín también puedes añadir columpios y toboganes, mobiliario, árboles, fuentes y hasta la caseta para el perro.
El tiempo libre se puede ocupar pintando con tu propio caballete y un gran lienzo, dejándose dar un masaje o disfrutando de sauna y jacuzzi.
Tienes que pagar los recibos del agua y la luz, y mis hijos se tenían que ajustar a un presupuesto dado de antemano hasta que una de sus primas les pasó un truco para que su fuente de financiación fuera inagotable (el sueño de todos).
También se pueden construir edificios de un montón de plantas, y ponerles ascensor y escaleras para moverse entre los pisos.
Un coche de empresa aparece por un extremo de la pantalla moviéndose por una carretera solitaria, y recoge al personaje para llevarlo al trabajo. A medida que asciende laboralmente, el coche va haciéndose cada vez más grande, caro y sofisticado. Las profesiones son variadas y no siempre recomendables, y se eligen en el periódico o en Internet.
Los hombres se declaran a las mujeres rodilla en tierra, como antigüamente, y les ponen un anillo, con lo que quedan casados automáticamente. Los embarazos duran dos ó tres días (dulce ficción), y los hijos llegan enseguida y crecen muy rápido. Se ve cómo estudian y cómo se los lleva un autocar al colegio o al instituto.
Acabo de ver al perro que mi hijo incluyó en su juego atacando los muebles de la casa y haciéndose pis en el suelo. Todo lo más que puede hacer es regañarle. Luego se ha puesto a escarbar un agujero en el jardín. A perros y gatos se les elige también los rasgos de la personalidad. A los hamsters, loros y peces del acuario no.
Se pueden montar fiestas, con globos y champán, y hasta hay un ratito para el yoga y la meditación trascendental, que tienen lugar en una alfombra sobre la que el personaje levita. Quizá sea ésto lo único que se sale de la cotidiana normalidad que se respira durante el desarrollo del juego. Una concesión a la fantasía.
Puedes montar un negocio en casa, siempre de tipo comercial.
Los vecinos no hace falta que los crees porque vienen solos. Mi hija los echa con cajas destempladas, porque dice que si no terminan metiéndose en la casa y comiéndose lo que tengas en el frigorífico, o usando el servicio a discreción (como la vida misma).
Lo que más me llama la atención de todo ésto es cómo se manifiesta la personalidad de cada uno por la forma de jugar. Aquí puedo ver los gustos que tienen mis hijos a la hora de decorar, de vestir, o de idear situaciones, y compruebo lo distintos que son.
Pueden crear familias, conseguirles amigos y mascotas, y montarles una casa al gusto de cada uno.
En la casa suena la cisterna, el equipo de música, el llanto de un bebé, la alarma del horno o el microondas, etc. Si se produce un accidente, como un incendio por ejemplo, si pones alarma vendrán los bomberos, y si no morirán los personajes, momento en el que aparece un espectro con una guadaña y el individuo en cuestión queda reducido a un montón de cenizas. Si algún personaje sobrevive, llora desconsoladamente junto a los restos. Si hay un robo, vienen los policías y se pelean con el ladrón en medio de una gran polvareda.
Los miembros de una familia pueden discutir entre ellos o simplemente jugar. Las parejas que se aman aparecen con una especie de nube distorsionante sobre ellas porque esas escenas requieren un “Sims” para edad más avanzada, lo mismo que si se están bañando o haciendo sus necesidades.
Con una llamada telefónica pueden encargar una pizza, contratar a una asistenta para que les limpie la casa, a una señora que cuide de los niños, y hasta a un jardinero.
Chatean con los amigos, ven televisión, sacan la basura, miran el correo y observan las estrellas cuando cae la noche.
La casa se construye sobre un solar cuyo tamaño eliges, y puedes incluir una piscina con las dimensiones y la forma que quieras, iluminación subacuática y trampolín. En el jardín también puedes añadir columpios y toboganes, mobiliario, árboles, fuentes y hasta la caseta para el perro.
El tiempo libre se puede ocupar pintando con tu propio caballete y un gran lienzo, dejándose dar un masaje o disfrutando de sauna y jacuzzi.
Tienes que pagar los recibos del agua y la luz, y mis hijos se tenían que ajustar a un presupuesto dado de antemano hasta que una de sus primas les pasó un truco para que su fuente de financiación fuera inagotable (el sueño de todos).
También se pueden construir edificios de un montón de plantas, y ponerles ascensor y escaleras para moverse entre los pisos.
Un coche de empresa aparece por un extremo de la pantalla moviéndose por una carretera solitaria, y recoge al personaje para llevarlo al trabajo. A medida que asciende laboralmente, el coche va haciéndose cada vez más grande, caro y sofisticado. Las profesiones son variadas y no siempre recomendables, y se eligen en el periódico o en Internet.
Los hombres se declaran a las mujeres rodilla en tierra, como antigüamente, y les ponen un anillo, con lo que quedan casados automáticamente. Los embarazos duran dos ó tres días (dulce ficción), y los hijos llegan enseguida y crecen muy rápido. Se ve cómo estudian y cómo se los lleva un autocar al colegio o al instituto.
Acabo de ver al perro que mi hijo incluyó en su juego atacando los muebles de la casa y haciéndose pis en el suelo. Todo lo más que puede hacer es regañarle. Luego se ha puesto a escarbar un agujero en el jardín. A perros y gatos se les elige también los rasgos de la personalidad. A los hamsters, loros y peces del acuario no.
Se pueden montar fiestas, con globos y champán, y hasta hay un ratito para el yoga y la meditación trascendental, que tienen lugar en una alfombra sobre la que el personaje levita. Quizá sea ésto lo único que se sale de la cotidiana normalidad que se respira durante el desarrollo del juego. Una concesión a la fantasía.
Puedes montar un negocio en casa, siempre de tipo comercial.
Los vecinos no hace falta que los crees porque vienen solos. Mi hija los echa con cajas destempladas, porque dice que si no terminan metiéndose en la casa y comiéndose lo que tengas en el frigorífico, o usando el servicio a discreción (como la vida misma).
Lo que más me llama la atención de todo ésto es cómo se manifiesta la personalidad de cada uno por la forma de jugar. Aquí puedo ver los gustos que tienen mis hijos a la hora de decorar, de vestir, o de idear situaciones, y compruebo lo distintos que son.
Lo que no entiendo es qué es lo que puede entretener en un juego así, porque no es más que la representación de la vida en una casa, con sus rutinas y sus actos sin mayor trascendencia. Quizá para ellos se trata de la posibilidad de disfrutar, aunque sea sólo virtualmente, de unos lujos de los que carecen en la realidad. O puede que sientan una extraña sensación de poder al erigirse en los únicos artífices de la vida, como jugar a ser Dios, manipulando a unos y otros a su capricho.
Yo sin embargo no encontraría aliciente en este juego, porque me parece que hay en todos sus personajes una rigidez y una inexpresión, a pesar de lo logrados que están sus movimientos y sus cuerpos, que me inquietan mucho.
Sólo espero que ellos distingan siempre entre ficción y no ficción, que estos videojuegos son simuladores de la realidad (su mismo nombre SIM lo indica), y que sólo les permite por un rato experimentar otros mundos.
Yo sin embargo no encontraría aliciente en este juego, porque me parece que hay en todos sus personajes una rigidez y una inexpresión, a pesar de lo logrados que están sus movimientos y sus cuerpos, que me inquietan mucho.
Sólo espero que ellos distingan siempre entre ficción y no ficción, que estos videojuegos son simuladores de la realidad (su mismo nombre SIM lo indica), y que sólo les permite por un rato experimentar otros mundos.
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