- Es increíble a lo que se puede llegar para publicitar una liga de fútbol. He visto en el Digital un anuncio en el que unos jugadores se pasaban un balón, y cuando uno de ellos chutaba, según iba subiendo la pelota, en lugar de elevarse hacia un firmamento estrellado, se vislumbraba nada menos que el techo de la capilla Sixtina. Se podían ver los frescos que pintó el genial Miguel Ángel. Vamos a terminar creyendo que el fútbol es comparable con el Arte, y del más sublime, o que roza casi lo divino. Ni hartos de vino se lo creen.
- Cómo he detestado siempre los corazones atravesados por varios puñales que se ven en las estampas y figuras religiosas. La imaginería católica está plagada de vísceras y de sangre. No sé a qué conduce esta afición a la casquería. Y lo de las reliquias es el colmo, venerar miembros amputados de santos. Cuanto más bueno has sido en vida, menos te dejan descansar después de muerto, qué manía de hacer pedacitos a la gente.
- Y luego llega Almodóvar y utiliza lo de los corazones apuñalados para retratar a un sector de la población nacional que representa lo más granado y selecto de la horterez y lo friki, imagen que exporta al resto del mundo para nuestra desgracia. Menuda proyección internacional tenemos. La estética de este hombre incluye además las flores de plástico de colores chillones metidas en pequeños jarrones, la decoración a base de tapizados de piel de cebra o leopardo, y otras menudencias por el estilo. También cultiva la afición por hacer aparecer a las mujeres como marujas, histéricas o locas. Dicen que hay una cierta clase de homosexuales que nos odian a las mujeres porque no pueden ser como nosotras. Almodóvar está dentro de esta categoría. Pero luego hay otro sector que nos adora porque precisamente se identifica con nosotras. Almodóvar no deja de ser un paleto muy original.
“Spanish is different”, que dicen los angloparlantes de nosotros.
“Cognum íberos”, que diría el inefable Forges.
“Hombreya”, que suele decir Lorza girl en su blog.
“¡Qué atroz!”, que diría Mafalda.
- Cómo he detestado siempre los corazones atravesados por varios puñales que se ven en las estampas y figuras religiosas. La imaginería católica está plagada de vísceras y de sangre. No sé a qué conduce esta afición a la casquería. Y lo de las reliquias es el colmo, venerar miembros amputados de santos. Cuanto más bueno has sido en vida, menos te dejan descansar después de muerto, qué manía de hacer pedacitos a la gente.
- Y luego llega Almodóvar y utiliza lo de los corazones apuñalados para retratar a un sector de la población nacional que representa lo más granado y selecto de la horterez y lo friki, imagen que exporta al resto del mundo para nuestra desgracia. Menuda proyección internacional tenemos. La estética de este hombre incluye además las flores de plástico de colores chillones metidas en pequeños jarrones, la decoración a base de tapizados de piel de cebra o leopardo, y otras menudencias por el estilo. También cultiva la afición por hacer aparecer a las mujeres como marujas, histéricas o locas. Dicen que hay una cierta clase de homosexuales que nos odian a las mujeres porque no pueden ser como nosotras. Almodóvar está dentro de esta categoría. Pero luego hay otro sector que nos adora porque precisamente se identifica con nosotras. Almodóvar no deja de ser un paleto muy original.
“Spanish is different”, que dicen los angloparlantes de nosotros.
“Cognum íberos”, que diría el inefable Forges.
“Hombreya”, que suele decir Lorza girl en su blog.
“¡Qué atroz!”, que diría Mafalda.
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