miércoles, 15 de diciembre de 2010

Jubilación

La jubilación es un momento crucial en la vida de las personas, el tránsito a una fase que parece distinta a todo lo conocido.

Yo he sido testigo de reacciones muy diversas ante este hecho cuando ha tenido lugar a mi alrededor. Tuve dos compañeros hace muchos años que eran hermanos y que lo vivieron de forma diametralmente opuesta. Mientras para uno supuso un alivio y un motivo de alegría, después de tantos años trabajando en el mismo lugar y no siempre en las mejores condiciones, para el otro sin embargo fue una desgracia, pues el trabajo era lo que debía dar sentido a su vida, y de hecho falleció pocos meses después.

Cuando le tocó a mi padre tampoco lo pasó bien. Llevaba muchos años en aquellas oficinas y tenía buen ambiente laboral, era y es muy querido y estaba muy considerado. Aún creo que añora su trabajo, porque le gustaba mucho.

A mi jefa le tocará a comienzos del próximo verano, y también lo está enfocando por el lado más negativo. Ella piensa que va a entrar a formar parte de una categoría social, la del jubilado, que es inferior a la que tiene ahora y que la degrada. Cree que la sociedad menosprecia al que está retirado, al que es viejo en general, como si ya no sirvieras para nada. Además es un claro indicio de que ya la muerte está próxima. Realmente, sintiendo así se está muy cercano a la depresión.

El jefe del otro departamento no se anda muy lejos en su apreciación del hecho en sí. Teme que cuando se jubile no tenga ya una disciplina en su vida, una obligación ineludible, y que le de igual a la hora que se levante de la cama, que no le importe estar en pijama en su casa todo el día. Acostumbrado casi desde niño a tener una ocupación, no sabe si afrontará la falta de ella como un vacío que no sabrá rellenar. Una compañera dijo, cuando le oyó, que ella no necesitaba trabajo ninguno para tener una disciplina en su vida, quizá porque su salud física y mental la ayudan a ello, ya que en esto, como en casi todo lo demás, la actitud es lo importante.

Mi tía Carmen, la hermana de mi madre, que se jubila este mes, parece que está pasando por este momento con una gran serenidad. Entró a trabajar cuando aún tenía casi calcetines, siempre ha estado en el mismo sitio, en su centro de trabajo ha conocido a muchas personas a lo largo de un montón de años y ha sido como su segunda casa. Como a todo el mundo, le ha llevado su tiempo hacerse a la idea, pero una vez que ha llegado el momento va a pasar por él con la inteligencia y la bonhomía que la caracterizan.

La opinión de mi jefa es la que más me ha dado qué pensar y me parece que está bastante alejada de la realidad. Es fácil hablar cuando no se ha llegado a un momento así, pero si hay algo que nunca he creído es que al jubilado se le defenestre en forma alguna. No es que en los países occidentales se tenga tanto respeto a los mayores como ocurre en los orientales, pero creo que sí se valora el esfuerzo que una persona ha hecho a lo largo de toda su vida y el merecido descanso cuando se llega a la vejez. Lo de autocompadecerse no tiene mucho sentido, lo lamentable sería no haber llegado. Además el concepto que se tenga de uno mismo no está en función de tu situación laboral, social, económica ni de ninguna clase, ni mucho menos de lo que opinen los demás. Somos quienes somos en cualquier momento y circunstancia, nunca podemos ni debemos renunciar a nuestra identidad por ningún motivo.

En cuanto a la proximidad de la muerte, oponerse a ello es aún más absurdo, pues con esa premisa nacemos, y además nadie está libre de ella, puede llegar en cualquier momento de la vida, y si te sucede siendo mayor es precisamente como tiene que ser.

Muchos factores están en juego a la hora de afrontar la jubilación: tu estado de ánimo en ese momento, lo realizado que te sientas en tu trabajo, tu situación personal… Pero supongo que es una etapa más de la vida, que nos permite ir avanzando y dejar ciertas cargas atrás que hemos soportado durante un tiempo y que ya son innecesarias. Yo sí creo que sea una liberación, un momento para vivir en paz y reencontrarnos con nosotros mismos, si es que estábamos un poco perdidos. Es como hacer un repaso a todo lo anterior y pasar página.

Es ir por el mundo con los deberes cumplidos. Y que te quiten lo bailao. Y como dice el cartel, "Este producto ya no se comercializa".

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