Mi padre hace unas fotos muy curiosas en sus paseos por Madrid, pues se interna por callejuelas y rincones poco vistos que inmortaliza con la cámara de su móvil.
En esta ocasión fue a la calle de La Sal, al ladito de la Plaza Mayor, y estuvo fotografiando un carillón que inauguraron el año pasado en verano sobre la Antigua Relojería, un establecimiento que funciona desde 1880.
Por lo que he podido leer, está inspirado en los dibujos de Mingote, y se trata de un anciano relojero que se mueve de un lado a otro al ponerse en funcionamiento. Se pone en marcha a las 9 y media de la mañana y se detiene 12 horas más tarde. A las horas en punto suena un chotis y en los cuartos un fragmento de La Gran Vía. Está preparado para que reproduzca hasta mil melodías. Los dueños de la relojería quieren que la música cambie con los distintos acontecimientos que ocurran en Madrid.
El carillón cuenta con cinco relojes: el principal marca la hora peninsular, y los otros la de Nueva York, Sidney, Pekín y El Cairo.
También se pueden ver un par de fotos de La Posada del Peine, también cerca de la Plaza Mayor, que permanecía cerrada desde los años 60 y fue reabierto como establecimiento hotelero hace cinco años. Su nombre se debe a que en sus inicios se contaba con un peine atado a una cuerda para impedir que los viajeros se los llevaran. Su estructura es peculiar, porque está situado en tres edificios unidos entre sí con estilos arquitectónicos diferentes que se corresponden con distintas épocas.
En nuestra Literatura hay numerosas referencias a esta Posada, y fue objeto del discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua de Camilo José Cela.
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