- Doy la bienvenida como nueva seguidora a Camila Castañeda, joven estudiante de Ciencias Sociales que escribe nada menos que en tres blogs (formatos llenos de imaginación, interesantes contenidos), apasionada del cine como yo. Espero que siga con nosotros por mucho tiempo.
- Es increíble el anuncio que los de la Lotería han hecho este año para Navidades. La estética preciosista y la atmósfera misteriosa, fastuosa y elegante que ya se puso de moda con películas estrenadas en fechas como éstas (La brújula dorada y la saga de Harry Potter, sobre todo al principio), es el estilo que ha inspirado este spot, y la verdad es que es todo un acierto.
Ya en su momento tuvo mucha repercusión los que hicieron con aquel señor calvo que repartía suerte con sólo soplar sobre su mano extendida y mirarnos penetrantemente como si nos quisiera hipnotizar. Se han debido gastar mucho dinero para hacer el de este año, pero el resultado ha sido sorprendente. Me imagino que ganará algún premio publicitario no tardando mucho.
Por alguna razón la publicidad navideña de las loterías goza de un gusto exquisito. Han puesto en Cibeles, junto a uno de los cruces que atravieso cuando voy al trabajo, una vitrina acristalada muy alta en cuyo interior hay un árbol de Navidad cubierto de nieve artificial con bolas doradas y adornos rojos. En la parte de arriba hay un cartel pegado: “Rasca y gana”. A las horas que paso, que aún hay poca luz, está iluminado y parece una pequeña joya que se encarga de recordarnos con sumo buen gusto la época en la que estamos. Gracias a estas cosas la ciudad parece un poco menos inhóspita y un poco más acogedora.
Todos los lugares deberían conservar sus adornos navideños hasta que el invierno se acabara. Sólo así sería más soportable la melancolía de los días tan cortos y la crudeza de la estación, aunque este año se esté haciendo esperar el frío. Todo parece más bonito cuando se ve adornado por luces destellantes y objetos llenos de color. El simple escaparate de una tienda, que habitualmente nos puede parecer soso y sin gracia, se vuelve de repente hermoso y llamativo. O la ventana de una casa.
- Este año he tardado una semana más de lo habitual en adornar mi casa por Navidad, siempre con la inestimable colaboración de Ana, mi niña bonita. Me faltaba la motivación. Ha sido un año un poco duro a nivel personal y familiar, dejo atrás cosas y personas que ya son irrecuperables, como Rafael, el padre de mi cuñado, recientemente fallecido. Y además mi hijo está pasando por el trance de su terapia, de la que poco habla y nunca se queja, pero que tiene que ser difícil de llevar aunque sea con un buen fin. Como todos los procesos curativos, hay que pasar por una fase dolorosa hasta que se terminan de cicatrizar las heridas. Pero lo cierto es que le veo cada vez más recuperado. La Navidad, sin embargo, ya no será lo mismo para él nunca más. Hasta el año pasado conservaba aún parte de su ilusión y su inocencia de niño, pero este año, teniendo en cuenta por todo lo que está pasando, su visión ha cambiado. Hace poco exclamaba un poco desesperanzado cuánto le gustaría volver a sentir la Navidad como la sentía cuando era pequeño. Pero esta etapa difícil terminará algún día y podrá retomar todas aquellas cosas que le hacían feliz.
Muchos son los que tampoco consiguen vivir la Pascua como lo hacían en la infancia. De la misma forma es casi imposible, pero sí se puede conservar buena parte del sentimiento y la emoción que rodea esta festividad, siquiera por la magia que la envuelve. Es una excusa para detenernos un poco en nuestra marcha diaria y dejarnos invadir por la paz. Volvemos a disfrutar de los placeres sencillos, si no lo hacíamos ya, y permitimos que nuestra imaginación remonte el vuelo hacia mundos de ensueño donde algún día habitamos, y otros nuevos en los que esperamos habitar.
En realidad tenemos muchas cosas que agradecer, a pesar de lo que a veces pueda parecernos, y más si echamos un vistazo a nuestro alrededor y observamos lo que se está cociendo.
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