miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un poco de todo (XXXI)


- Estoy muy emocionada porque me he agregado a mi Facebook a tres compañeros y una compañera del instituto de los que no sabía absolutamente nada, y que han contestado sin demora a mi petición. Tenía mis dudas porque han pasado muchos años y nunca sabes si la gente se va a acordar de ti ni si le va a apetecer volver a ponerse en contacto contigo. Dos de ellos fueron también compañeros del colegio, y uno de ellos es mi amor de juventud. Además agregué a un amigo de los tiempos de la facultad.

Esto de Facebook es un fenómeno muy curioso, es como si fuera un árbol al que le vamos descubriendo muchas raíces que parecían escondidas, y que nos conectan con sustratos del pasado que en realidad nunca dejaron de formar parte de nosotros. Es como una conexión múltiple con personas de épocas distintas que a veces ni se conocen ni tienen nada que ver pero que están ahí, como un sorprendente pequeño cajón de sastre lleno de seres pensantes y sintientes que son importantes por muchas razones.

- Desde que demolieron la fábrica de Mahou que había junto a mi casa nos han cambiado por completo el panorama, y en esta época de Navidad se nota aún más. Donde antes se alzaba una mole inmensa de ladrillo y cemento ha quedado una llanura que permite ver lo que hay más allá. Como mi barrio no es comercial y no ponen adornos, nunca parece que estemos en Pascua. Pero ahora, cuando me siento a la mesa a cenar, veo por la ventana a lo lejos en la noche las luces destellantes de múltiples colores que ponen en las fachadas de edificios cercanos, y hasta un ático próximo que parece una verbena. Junto a la ventana está mi árbol de Navidad, al que me da la impresión que le pasa como a las personas con el paso del tiempo, que pierden estatura y pelo.

Junto a una caseta de ladrillo con tejadillo para el vigilante que existía antes de demoler la fábrica, había un abeto alto que en Navidad adornaban con mucho gusto, y hasta hace poco era el único vestigio de esta época que teníamos. Casi nos dio pena a mi familia y a mí cuando también lo hicieron desaparecer después de tantos años.





De todas formas cómo se nota la crisis este año. Me mandaron un correo en el que aparecía la iluminación madrileña del año pasado, mucho más profusa y espectacular. Ahora hay mucha austeridad, aunque me parece a mí que se pretende ahorrar dinero a costa de lo que menos se debería, y los mismos de siempre siguen viviendo como dioses. No se dan cuenta los cerebros pensantes que el ánimo del sufrido ciudadano se alegra cada año cuando ve las cosas bonitas que la Navidad trae consigo, y más en estos tiempos difíciles llenos de pesimismo. Si escatiman con una cosa tan simple como ésta nos condenan a una eterna tristeza. Parece que viviéramos un perpetuo funeral, todo el tiempo con noticias funestas, con negros pronósticos. Qué poquitas miras las de los políticos en general, qué poquito saben remontar el vuelo.

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