lunes, 9 de abril de 2012

Semana Santa


Con motivo de la Semana Santa que acaba de terminar, enumeraba Juan Manuel de Prada hace unos días con mucho acierto, en su sección del XL Semanal, algunas de las muchas irregularidades que acompañaron al proceso por el que Jesús fue condenado: “El Sanedrín se reunió en el tiempo pascual, cosa que le estaba vedada; los testimonios contra Jesús fueron falsos y contradictorios; no hubo testigos de descargo, ni se permitió que el reo dispusiera de defensor; la sentencia del Sanedrín no fue precedida de la preceptiva votación; se celebraron dos sesiones en el mismo día, sin la interrupción legal establecida entre la audición y la sentencia; el sentenciado fue después enviado a la autoridad romana, que el Sanedrín no reconocía como legítima y que, además (como el propio Pilatos observa), no tenía jurisdicción sobre delitos religiosos; el delito de conspiración contra el César, que los miembros del Sanedrín promovieron después, no estaba penado con la crucifixión, a menos que hubiese mediado sedición armada, cosa que manifiestamente no hizo Jesús; y, en fin, dejando aparte otras irregularidades, el procurador romano lo mandó a la muerte sin pronunciar la sentencia oficial, cosa que un juez no puede hacer, pues es tanto como abdicar de su oficio”.

Señalaba también el uso tan particular que de la democracia hizo Pilatos: sin ningún interés por administrar verdadera justicia, pues reconoció abiertamente que no encontraba en Jesús culpa alguna, traspasó la decisión al pueblo, para que decidiera por mayoría lo que hacer con él. Cobardía, desidia, negligencia. Prada comparaba aquel tipo de gobernantes y aquella forma de hacer democracia con lo que impera hoy en día. Cuántos justos han sido crucificados desde entonces. La Historia de la Humanidad es una contínua repetición de las mismas mezquindades e injusticias. Ya no hay imaginación ni para la maldad.

Este año no he visto ni una procesión ni nada que tuviera que ver con la Semana Santa. Torrijas es lo único que me he permitido hacer. Le comentaba a mi madre lo triste que es esta época, en la que se recuerda el penoso proceso por el que pasó Jesús hasta su muerte, y me decantaba por la forma que tienen de conmemorarlo en lugares como Sevilla, donde no hay tanta seriedad, se le gritan piropos a la Virgen, hay aplausos y vítores, lágrimas de emoción, saetas muy sentidas y maravillosas. Aquí somos más lúgubres, más parcos, más rígidos. Pero mi madre prefiere la manera como lo celebramos nosotros, porque piensa que el verdadero sentido de la Semana Santa es el dolor, la pena por lo sucedido al Hijo de Dios, y todo lo que no vaya en esa dirección es circo.

Posiblemente tenga razón. Ella se burlaba del rollo típicamente andaluz, que hasta en ocasiones como ésta mete bulla y no pierde ripio. Allí se mezclan los pasos de las procesiones con el vinito, las tapas y los souvenirs para los turistas. Lo de piropear a gritos a la Virgen le parece a mi madre una ordinariez y una falta de respeto. La intención es buena, pero totalmente inconveniente. Ella no es una mujer cualquiera a la que se puede decir de todo cuando pasa por la calle, ni siquiera para ensalzar sus cualidades.

Me hizo mucha gracia la forma como daba su parecer, y me terminó convenciendo. Supongo que hay que respetar la manera en que cada región celebra el momento, pero es cierto que cada vez se trivializa todo más. Y es que en tiempos como estos que corren preferimos ver alegría a tristeza, y nos olvidamos del auténtico significado de momentos como este de la Semana Santa.

2 comentarios:

FOLIE dijo...

Yo siempre me siento extraña ante el espectáculo cultural que supone, nunca me he sentido parte de ello a pesar de llevar muchos años en Sevilla... y no deja de sorprenderme cómo se vive aquí la Semana Santa. Esta gente tiene una manera peculiar de vivir todo, a veces me exaspera y otras me encandila... pero nunca me deja indiferente. Un besito!

pilarrubio dijo...

A lo mejor es que hay que ser sevillano de nacimiento para entenderlo. España es una amalgama de culturas, con sus diferentes formas de vivir las cosas, y a veces no logramos comprendernos unos a otros. Si tú vives allí seguro que no te has de aburrir nunca. Un besito Folie.

 
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