Tengo muy buenos recuerdos de la serie Kung-Fu, de gran éxito en su momento y que emitieron en televisión cuando yo era niña. Las historias que en ella se contaban me gustaban, pero lo que esperaba con anhelo cada vez que la veía eran esos preciados momentos en los que el protagonista se remontaba con su memoria a alguna de las conversaciones que tuvo con sus dos Maestros, cuando era niño y en su juventud. El “pequeño saltamontes”, como le llamaban ellos, solía aparecer en el interior de un templo saolí, lleno de velas encendidas, rodeado de una especie de bruma que creaba un ambiente de misterio. Es mucho más plástico ver las imágenes acompañando estos diálogos, pero como me gustaron tanto los quiero reproducir en varios posts, en un intento de no olvidarlos y recrearme con ellos. Eran pensamientos sencillos con los que siempre aprendías algo y que daban mucha paz.
El Maestro le pregunta al protagonista, Wuai Chang, cuántos años tiene. “Tengo 12 años”, le dice al Maestro. “Muy bien”, le responde éste, “ya es hora de que descubras lo que hay más allá de estos muros por tí mismo. Llegarás al templo de Mai-Tsi-Yan la tarde del 2º día. Puedes leer el pergamino de Chuang So, empieza así: Hace mucho tiempo Chuang So soñó que era una mariposa. Estaba feliz de ser una mariposa, satisfecho con su vida, se sentía muy realizado, no sabía nada de Chou, el hombre. Pero al poco tiempo despertó y vio que era Chou. Y no sabía si había despertado para ver que era Chou, o si como mariposa había soñado que era Chou. Ese pergamino tiene 400 años. La copia de tu mano es del 7º original, no tiene precio. ¿Tienes miedo de viajar solo?”. “ Sólo tengo miedo al fracaso, venerable señor”, le responde el niño. “Entonces esfuérzate para no fracasar”.
“Maestro, nos han enseñado que el más importante don de la Naturaleza es la capacidad de comunicarnos con los demás”, dice Wuai Chang. "Hablar y escuchar, enseñar lo que sabemos en verdad a los que no lo sepan. Enviar pensamientos de paz a través del puente de las palabras", le responde el Maestro. “Pero yo sólo debo hablar cuando me dirijan la palabra”, dice el niño. "Comunícate, pero ten cuidado con lo que te permitas asimilar. Ahora vete, pequeño saltamontes. Guarda sobre todas las cosas la pureza de tu misión".
En el camino le asaltan dos hombres."No queremos hacerte daño." Aparece otro hombre. "¡Espera!, no le matéis con el cuchillo, mancharíais sus ropas por las que puedo pagaros generosamente. Yo el mago Tsang Stu tengo el poder de reducir mi tamaño hasta igualar al del niño para que sus ropas así puedan... ¡Es un monje!. No iréis a matar a un monje ¿verdad?. ¿Es que os ha atacado con sus dientes?." Se abalanzan sobre el mago, que se defiende muy bien, y cuando ya los tiene vencidos en el suelo le dice al niño: "¡Córtales el cuello!". “Gracias por rescatarme señor, pero no puedo matarles”, le contesta él. "Como quieras, pero recuerda una cosa: me debes la vida. ¿Qué es eso que llevas ahí?.No entiendo de muchas cosas, pero reconozco un objeto de valor cuando lo veo. ¿ No es así?. Claro que sí, esto no tiene precio, y envían a un simple muchacho, solo, con este tesoro”.
“Yo Tsang Tsu, prestidigitador, mago, te acompañaré a tu destino. Te protegeré de los asaltantes de caminos y te enseñaré algunas de las muchas formas que existen de engañar la vista de un hombre. Y tú a cambio me enseñarás todas las cosas que has aprendido en tu templo". “¿Tú eres un seguidor de las Enseñanzas?”, le pregunta el niño. "Por supuesto hijo mío. Por eso me interesa tanto este pergamino que llevas”.
Hace al niño sumergirse en un estanque profundo con el pretexto de que tiene que aprender a aguantar la respiración bajo el agua el máximo de tiempo posible. "No, no, no, no ha sido suficiente. Debes controlar tu respiración para que los que te observen crean que ya no puedes salir vivo a la superficie." “Volveré a intentarlo. ¿Está contigo el pergamino?. No se puede mojar”, le pregunta el niño anhelante. "Descuida Wuai Chang, el pergamino, como tu confianza, están ambos a buen recaudo. Vamos, vuelve a sumergirte. Te enseñaré que el templo saolí no es la única escuela donde un hombre puede aprender”.
Se sumerge de nuevo y cuando vuelve a salir no lo ve. “¡Señor! ¡Tsang Tsu! ¿se ha escondido?”. De regreso al templo, le cuenta al Maestro que cuando volvió a salir del agua la 2ª vez Tsang Tsu el mago ya no estaba ahí. "¿ Y el pergamino de Chuang So?". “Tampoco estaba”, le responde el niño afligido. "¿Te había engañado?", le pregunta el Maestro. "Reconozco mi falta, he fracasado en mi misión, y he traicionado la confianza en mí”, le contesta Wuai Chang muy apesadumbrado. "La traición tiene muchas caras, pero del pergamino de Chuang So sólo hay una", le dice el Maestro contrariado.
De repente entran dos hombres. "¡Señor, nos han dicho que este pergamino les pertenece a ustedes!". El Maestro lo recoge encantado. “Estaremos siempre en deuda con ustedes”, les dice muy agradecido. "¡Ahora ladrón serás castigado!", exclama uno de los hombres. "Wuai Chang, amigo mío, mi compañero, cuánto me alegro de verte", le dice el mago al niño, buscando su compasión. "¿Este es el mago?", le pregunta el Maestro”.” Sí”, le responde conciso. El mago inicia una perorata en su defensa: "No he hecho nada malo, les he devuelto el pergamino, y estoy seguro de que recordarás que te lo pedí prestado durante unas horas, sí..., para enseñárselo a mi tío enfermo, el profesor Lilo. ¿Recuerdas que te lo pedí prestado?. Imagínate cómo me sentí cuando volví a la charca y vi que ya no estabas. Busqué por todas partes. ¡Wuai Chang, Wuai Chang!. Entonces me quedé en la charca, suspirando". "¡Está mintiendo!", dice uno de sus captores, "le sorprendimos intentando venderlo a un comerciante de objetos robados".
“¿Cuál será su castigo, Maestro? ¿Le flagelarán?”, pregunta el niño. "Puede, y luego tal vez sea decapitado". "¿Decapitado?", exclama el mago. "¿Tsang Tsu el mago, por pedir un pergamino prestado?. Por favor Wuai Chang, amigo y compañero de caminos, diles que sólo te lo pedí prestado. Por favor, hazlo, me debes la vida, salvé tu vida y salvé el pergamino, diles eso." "¿Es eso cierto?", pregunta el Maestro. “Es cierto”, le contesta el niño. "¿Lo ve, lo ve?", exclama el mago. "Arriesgué mi vida para salvar la suya." "Lo que haya hecho antes no tiene importancia", dice uno de los captores. Luego se dirige al niño: "¿Es cierto o no es cierto que te pidió el pergamino prestado?. Sólo debes decir la verdad. ¿Fue un préstamo o sólo quiso robarte el pergamino?". El niño guarda silencio. "Esperamos tu respuesta".
Como no dice nada, uno de los hombres pregunta: "¿Quiere el Maestro interceder para salvar la vida de este ladrón?". "¿Qué debo responder?", pregunta el Maestro al niño. “Perdone su vida”, le responde. "¿Porque tú le debes la tuya?", insiste el Maestro. “Perdone su vida, y... tome la mía”, dice al fin Wuai Chang anhelante. El Maestro entonces se dirige a los hombres: "Se lo ruego, perdonen su vida".
El mago se marcha entonces a buen paso, haciendo reverencias a cada paso, en señal de agradecimiento. El Maestro se aleja del niño, silencioso, golpeteando con su bastón de ciego en el suelo. “Maestro”, le llama el niño. "¿Si?", le contesta. “¿Cuándo vendrán a por mí?”, pregunta Wuai Chang preocupado. "Nada más te será arrebatado", le dice. “Pero, venerable señor, no he perdido nada”, apunta. "¿Es que no te has dado cuenta?”, le dice el Maestro consternado. "Hemos recuperado el pergamino”, le dice el niño. "Pero ¿y tu inocencia, pequeño saltamontes? ¿Cómo recuperarás eso?". Y entonces se aleja, dejando al niño solo, sumido en sus pensamientos. La imagen apenas entrevelada de una mariposa posada sobre el tallo de una planta surge de repente y se superpone a la del niño, para luego desaparecer tan de prisa como ha surgido.
2 comentarios:
mitica serie.
yo pienso que la inocencia una vez que se pierde no se recupera, es imposible, por mucho que se quiera.
De ahí la consternación del Maestro, porque sabe que la inocencia es un bien preciado que ya no se vuelve a tener jamás.
Sí que fue aquella una serie mítica. Gracias por tu comentario Rafa. Un saludo.
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