viernes, 29 de agosto de 2014

Conexiones mentales


Mantengo una conexión con el mundo que va en muchas ocasiones por circuitos diferentes a los habituales, como los sonidos de baja frecuencia, que permanecen fuera del espectrograma y apenas son audibles, pero ahí están. A veces es la aparición de una persona a la que hacía mucho que no veía y en la que estuve pensando el día anterior o un rato antes, sin que mediara causa aparente. O una película en televisión que me dejó huella y hace tiempo que no veo, y que me vino a la memoria unos días antes de que la pusieran, sin saber por qué. Siempre es alguien o algo que tiene relación conmigo por alguna razón, por la impresión que me produjeron, fuera buena o mala, pero sobre todo si fue buena.
Otras veces se trata de señales, esa palabra que surge siempre en las películas de suspense y ciencia ficción y que suele provocar incredulidad, cuando no rechifla. Algo me preocupa, le doy vueltas en la cabeza a algún asunto, en diversos momentos del día, y sólo hay que mirar el mundo entorno para encontrar la respuesta, o parte de ella. Voy caminando por la calle o en el autobús, miro a lo alto de un edificio y el eslogan de una compañía de seguros me dice “Todo va a ir bien”. Dejo vagar la vista a mi alrededor y en una marquesina un anuncio de telefonía móvil señala “Nos preocupamos porque te queremos”.
Hace tiempo, cuando le gustaba a dos hombres a un tiempo, pensando en uno de ellos mis ojos se posaron sobre una pegatina colocada en la acera mientras esperaba a que mi autobús arrancase: “Te mereces algo mejor”. Cuando pensaba en el otro, que era el que de verdad me gustaba, un pesar invadía mi corazón por la imposibilidad de llevar a cabo mi deseo e intentando analizar las razones por las que esto era así. Entonces una señal en el techo y en el suelo, mientras esperaba en el andén del metro, indicaban zona reservada a minusválidos. Hallé la respuesta al ser repentinamente consciente, como ya lo debía ser en mi subconsciente, de que esa persona se encontraba mal psíquicamente, que estaba enferma y aquella situación le sobrepasaba.
Si estoy desanimada un cartel con un “Vamos a por todas” me saca de mi abatimiento, ignorando que en él que se anuncia La Roja anticipando sus triunfos en el campo de fútbol Si estoy contenta y mi ánimo en paz otra frase viene a colmar mi transitoria dicha: “Porque tú te lo mereces” o “Siempre hay tiempo”.
Tengo épocas en que mi yo insondable se conecta con mi ser consciente con mayor frecuencia e intensidad. Sin venir a cuento, de buenas a primeras, mi mente se pierde en una aparente ensoñación que me mantiene abstraída por completo por unos minutos. Es una fuerza que no sé de dónde viene y que se posesiona de mí sin poder remediarlo. Recuerdo por sus repercusiones la visión que tuve el día anterior a los atentados de Atocha, mientras estaba por la tarde visitando a mi madre. De pronto dejé de escucharla, y fue como si la vista se me nublara y empezara a recrear en mi cabeza una explosión gigantesca en el edificio de en frente que hacía volar los cristales de la ventana que había detrás de mí con una violencia inusitada. Veía los fragmentos desplazarse por el aire como a cámara lenta, y caer lejos con gran estruendo. Enseguida volví a mi ser y deseché el pensamiento, no sin conservar durante bastante rato un desasosiego extraño, un malestar. Es una sensación muy rara, como si entrara en trance pero sin dejar de ser consciente de lo que ocurre a mi alrededor.
Por las fiestas de S. Isidro me vino a la cabeza con insistencia la imagen de la hermana de una amiga de la época del instituto que solía coger esa línea de autobús en la que me hallaba, e inmediatamente pensé en mi amiga, que no vive en Madrid hace mucho tiempo y con la que retomé el contacto en Facebook. A los pocos minutos ella subió al autobús acompañada por su madre, y al verme se acercó a mí y estuvimos charlando. La gente cambia mucho con los años, ella ya no es la amiga que fue, ni la persona probablemente, pero yo he influído en su vida de forma muy determinante, mucho más de lo que nunca reconocerá, y para bien. Si no me hubiera conocido su vida sería por completo diferente, y ella es ahora una persona feliz. En realidad, todo el que se ha acercado a mí ha salido beneficiado, no así yo, pues antes al contrario pocos son los que no me han perjudicado de alguna manera. Debe ser que cada uno tenemos un sino.
A veces, si hace tiempo que no me pasa, estoy a la expectativa por ver si surge alguna intuición, algún presagio, pero no, es algo que no se puede forzar. El hecho de no tener control sobre ciertas cosas me parece inquietante, no me gusta, me encantaría saber de qué forma se puede encauzar esa energía mental.
"La verdad no es lo que es, pero la comprensión de lo que es abre la puerta a la verdad", reza una cita de Krishnamurti, un escritor y orador filosófico y espiritual que murió nonagenario, a mediadosde los 80, y que aseguraba no tener nacionalidad ni pertenecer a ninguna religión, clase social o pensamiento filosófico. Pasó buena parte de su vida como conferenciante y profesor viajando por el mundo y enseñando sobre la mente humana. Según Wikipedia "sus principales temas incluían la revolución psicológica, el propósito de la meditación, las relaciones humanas, la naturaleza de la mente y cómo llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad". Habrá que estudiar a este hombre, pues parece tener un pensamiento muy interesante.  Quizá descubra algo sobre mi yo interior.
 

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