lunes, 16 de febrero de 2015

Entrevista a Byung-Chul Han

Me ha parecido interesantísima una entrevista al filósofo y escritor Byung-Chul Han, a propósito de su último libro. Nacido en Corea del Sur, está afincado en Alemania desde hace años, donde es profesor de Filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Nada sabía de él hasta que lo encontré en un conocido suplemento cultural. Sus pensamientos, aparentemente sencillos, aquilatan toda una vida de profundas reflexiones, vertidas en obras como la que ha publicado ahora, Psicopolítica. Sus trabajos no son precisamente optimistas, a juzgar por los títulos: La sociedad del cansancio, La agonía del Eros
Es reacio a hacer declaraciones, no le gusta la exposición mediática. Como dice el periodista durante la entrevista, “sabe que depende de la prensa para que sus ideas se difundan, pero le gustaría no tener que hacerlo”. El diálogo se hace difícil, se toma su tiempo para contestar, como si cayera en pequeños trances en los que se sumerge en su interior para encontrar las respuestas más acertadas. “Es un pensador de nuestro tiempo, pero también un hombre misterioso. No será fácil descifrarle, aunque en sus libros se esmera en expresarse con claridad. La cortesía del filósofo, el enigma del hombre”.
Pero una vez que empieza, es un gusto recibir sus palabras. “Mis libros sacuden el sobrentendido en el que muchos se han acomodado. Concentran la atención de la gente en la parte interior fea, la que se oculta tras la bonita fachada. Dejan al descubierto ilusiones fatales. “Aguafiestas” sería un término demasiado suave”.
Habla sobre el trabajo tal como se concibe hoy en día, algo sobre lo que ya se conceptualizó en el pasado: “Para Karl Marx el trabajo conduce a la alienación. El sí mismo se destruye por el trabajo. Se aliena del mundo y de sí mismo a través del trabajo. Por eso dice que el trabajo es una autodesrealización. En nuestra época el trabajo se presenta en forma de libertad y autorealización. Me (auto)exploto, pero creo que me realizo”.
Cuando le preguntan por la brevedad de sus libros responde: “Hace poco se publicó una entrevista en la que fui presentado como alguien capaz de derrumbar con pocas palabras construcciones enteras de pensamientos que sostienen nuestra vida cotidiana. Entonces ¿por qué hace falta escribir libros voluminosos?”.
Sobre la caída del Muro ofrece una idea, una imagen, que me ha fascinado: “Durante la época del Muro existía un enemigo con el que se estaba en guerra. Este enemigo ya no existe. Hoy la gente está en guerra consigo misma. Hoy estamos en una guerra sin muro y sin enemigo”.
Preguntado sobre si Orwell se equivocó en su visión del mundo futuro, afirma: “El estado policial de Orwell, con telepantallas y cámaras de tortura, se distingue fundamentalmente del panóptico digital que representa internet, teléfonos inteligentes y Google Glass, en que es controlado por la ilusión de la libertad y la comunicación ilimitadas. Aquí no se tortura sino que se postea y se tuitea”.
Consulté lo que significa la acepción “panóptico” y he aquí lo que encontré: tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo utilitarista (doctrina en la que todo lo que es útil, relacionado con el principio de felicidad, es bueno) Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII. El objetivo de la estructura panóptica es permitir a su guardián, guarnecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados.
El efecto más importante del panóptico es inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder, sin que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva en cada momento, puesto que el prisionero no puede saber cuándo se le vigila y cuándo no. Este dispositivo debía crear así un «sentimiento de omnisciencia invisible» sobre los detenidos.
Habla Byung-Chul Han del poder, y lo que dice es sumamente interesante. “La técnica de poder del sistema neoliberal no es ni prohibitiva ni represiva, sino seductora. Se emplea un poder inteligente. Este poder, en vez de prohibir, seduce. No se lleva a cabo a través de la obediencia sino del gusto. Cada uno se somete al sistema de poder mientras se comunique y consuma, o incluso mientras pulse el botón de “me gusta”.
Preguntado por la necesidad de transparencia, responde que “el que relaciona la transparencia solamente con corrupción y con libertad de información ignora su alcance. La transparencia es una coerción sistémica que incluye todos los sucesos sociales para someterlos a cambios fundamentales (…) Esta coerción sistémica convierte la sociedad de la transparencia en una sociedad sincronizada. Lleva a la conformidad y a la sincronización”.
Sobre el éxito de libros como 50 sombras de Grey, en los que prima la pornografía sobre el amor, al que se ve como rendimiento, como inversión calculada, dice que “el Eros supone una relación con lo otro, más allá del rendimiento y de las habilidades que se tengan. Ser capaz de no ser capaz es el verbo modal del amor”.

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