viernes, 6 de febrero de 2015

Un poco de todo

-          De vez en cuando me da por echar un vistazo al almacén que tengo de ropa de hace años, por ver si puedo deshacerme de algo y así dejar sitio a otras cosas. Guardo especialmente una maleta de las de antes, cuando aún no tenían ruedas, de cuando soltera, en la que conservo la ropa más especial, la que quiero distinguir del resto, como para preservarla.

Y echar un vistazo consiste muchas veces en probármela de nuevo, a ver si me vale, como si la talla 42 me pudiera caber ahora, que tengo dos tallas más. Pero me desanimé no tanto por el hecho de haber engordado como por el de comprobar que antes vestía mejor. Y son muchos los motivos que me rondan la cabeza, a cual más desalentador: porque para las gordas no se hace ropa tan bonita, porque mi vida es más gris ahora y eso se refleja en mi modo de vestir actual, o simplemente porque hay menos gusto que antaño. No hay más que mirar lo que se vende en las boutiques y grandes almacenes, es peor que en los saldos de tiempos ha. La ropa que se hace en los talleres donde se esclaviza a tanta gente será más barata, pero es inferior en todos los sentidos que la que se hacía no hace tanto. No vamos a pedir que sea bueno y que valga dos duros.

Esta ropa que guardo de forma especial me la ponía hace 8 años, y es con el paso del tiempo como me doy cuenta de lo bonita que era, en comparación con lo que hay ahora. Da gusto llevarla. Quizá en su momento, cuando me la ponía, no supe apreciarlo tanto. La metí de nuevo en la maleta. Puede que si algún día la puedo volver a lucir ya no esté de moda, pero soy capaz aún así de hacerlo. Al fin y al cabo qué es la moda, la uniformización del estilo, cuando en realiadad cada uno debería ir como le parezca.
-          Es un hartazgo encontrar en las noticias de todos los días los mismos partes informativos sobre la nieve, el desbordamiento de los ríos, los vientos y las marejadas. Se ve que no tienen noticias más interesantes que contar y cuando cogen un tema ya no lo dejan, por anodino que sea. El problema no son las condiciones meteorológicas sino la falta de preparación que tenemos para afrontarlas. Es como si fuera la 1ª vez que nieva, se sale un río de su cauce, sopla fuerte el viento o hay un fuerte oleaje en el mar. El año pasado fue peor, que se metía tierra adentro e inundaba las calles de las poblaciones de la línea de costa. 

El reportaje de turno sobre la inundación del mismo pueblo de todos los años es un ejercicio de estupidez sin igual. Si ya saben lo que va a pasar por qué no construyen un dique o lo que haga falta para que no vuelva a suceder. Y si ya están tan acostumbrados y hasta aburridos del tema por qué salen quejándose en televisión como si fueran víctimas de alguna plaga inesperada. Y la nieve lo mismo: de toda la vida de Dios ha nevado en España. Que la cantidad que caiga sea mayor o menor es lo de menos. Seguro que en Alaska no se dedica en los informativos más de 3 minutos a la nieve, entre otras cosas porque allí sí están preparados para recibirla.

La noticia sería que nevara en Cuba, por ejemplo. Un hecho tan increíble sí merecería un lugar en los telediarios. Lo demás es aburrir al personal, que en realidad es lo que hacen incluso aunque no nieve. Siempre se buscarán este u otro tema con el que machacar a la audiencia a fuerza de repetirlo incansablemente. Es peor la psicosis que crean los medios de comunicación que el hecho en sí.

A mí me resulta más interesante la tormenta de nieve de Nueva York que, como el año pasado, paralizó la ciudad, o ver los coches en Boston sepultados bajo metros de manto blanco.

Y aquí en Madrid, que sí ha nevado otros años, nos estamos librando, pues apenas caen unos pocos copos a ratos. Cuando el resto del país está sufriendo los rigores invernales, aquí estamos tan panchos. Será que la capital es un mundo aparte, o como dicen las malas lenguas, que somos más chulos que un ocho. 


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