miércoles, 25 de febrero de 2015

Electricidad


No puedo dar crédito a lo que está pasando con la electricidad en este país. Desde hace unos cuantos años no hacemos otra cosa que dejarnos el sueldo a base de pagar facturas astronómicas que no sabemos muy bien de dónde salen. Cuando vas a una de las oficinas de la compañía, en mi caso Iberdrola, te dicen que el ordenador establece las cantidades aleatoriamente, ya que por convenio sólo tienen obligación de hacer lecturas reales de los contadores dos veces al año.

Pero hete aquí que me ha llegado ahora una factura de casi 734 € en la que se afirma haber hecho una lectura real, para a continuación poner un gráfico con la evolución de mi consumo desde diciembre de 2013, en el que las barritas siguen un proceso ascendente, siendo los meses más fríos en los que se supone que menos gasto. Hay que tener desfachatez para colocar semejante fraude en medio de otras muchas cantidades y porcentajes, todos falsos, y con una frasecita, “le ayudamos a entender su factura”, que parece una broma de mal gusto, una burla al consumidor.

Yo, que tengo calefacción eléctrica por acumulación nocturna lo más que pagaba era 200 y pico euros cada 2 meses en diciembre y enero, todo lo más, cuando hace 20 años la instalé en mi casa pensando en que la tarifa nocturna, de la que disfrutábamos hasta hace no mucho, era un lujo asequible. Ahora tengo que estar pendiente de las horas del día para no poner los electrodomésticos en una franja horaria que no esté comprendida entre las 10 de la noche y las 12 de la mañana del día siguiente en invierno, y entre las 11 de la noche y la una de la tarde del día siguiente en verano.

Antes solía poner el lavavajillas y la lavadora después de comer, o cuando me venía en gana. No tenía que estar pendiente de estas cosas, pues lo único que más gastaba, la calefacción, se cargaba por la noche y de madrugada sin mayor problema, que es cuando la electricidad ha sido siempre más barata. Pero ahora, con los nuevos precios, hay que tener mucho cuidado con el momento que uno elige para encender los aparatos eléctricos porque te puede costar muy caro. Y eso de estar pendiente de las franjas horarias es una esclavitud que llevo mal, pues no hay cosa que más estrese que vivir dependiendo de rigideces temporales y del reloj consultado obligatoriamente.

Menos mal que tengo una cuota mensual fija para no llevarme sustos, pero cuando no la tenía igual pagaba un mes 25 € que podía pagar 500, y la compañía se quedaba tan ancha. Y que no me digan que estamos a nivel europeo, porque en Alemania, tanto que se dice, pagan la mitad que nosotros. Será que lo saben gestionar bien, no como aquí, que nos callamos por las cosas cotidianas que más afectan a nuestros bolsillos y a lo mejor protestamos por tonterías que no van a ninguna parte y que baste que sean divulgadas en las redes sociales para que se propaguen como la pólvora y terminen teniendo una importancia desproporcionada e inmerecida.

Un técnico que vino hace un tiempo a arreglarme algo que se me había estropeado en el cuadro de luz, me dijo que la compañía no tardaría en mandar una carta advirtiendo que una parte del contador que hasta ahora estaba en los domicilios lo iban a cambiar al cuadro de luz general, para evitar manipulaciones, y que convenía cambiar la potencia contratada porque iba a subir y ya no sería suficiente la que tengo, me cortarían la luz sin que saltaran los plomos, como se suele decir, que no pensara que era una avería sino una medida de la compañía. Terrorismo doméstico lo llamaría yo. Me comentó que cambiarme de compañía no iba a solucionar nada porque todas iban a hacer lo mismo. Los monopolios se ponen de acuerdo para seguir repartiéndose el pastel sin problemas, hacen frente común, expoliando al infeliz consumidor al que dan un servicio básico a precio de oro, cuando hasta hace no mucho los precios eran razonables y no se abusaba de la gente. Ahora, por lo que se ve, todo vale.

Pero es que en cualquier servicio que uno reciba se montan un paripé para justificar el dinero que te sacan. Cuando vino el inspector del gas le quitó un esparadrapo plateado al tubo de escape de gases del calentador, que habían puesto los que vinieron antes que él tras hacer un agujero, alegando que eso no servía para nada y que al desprenderse con facilidad podía ser hasta peligroso. En su lugar colocó un tapón parecido a los de plástico de las antiguas botellas de vino, y con esa minucia dijo que todo estaba correcto, con esa tomadura de pelo justificó en un ratito el dinero que tengo que pagar en concepto de “otros servicios” en mis facturas. El siguiente que venga quitará el tapón y a saber qué otra cosa se inventará. Se desdicen unos a otros, ya no te puedes fiar cuando te dicen que tu casa está fuera de peligro por inhalaciones y otros peligros.
 
A ver cómo vamos a sustituir los combustibles fósiles por energías alternativas como la electricidad con estos precios. Será una maniobra para que eso no suceda, tantos son los intereses creados en torno al petróleo. Una compañera del trabajo, que siempre comenta cosas de interés, decía, a propósito del reciente auge de Nikola Tesla, tras la película que sobre su vida han hecho en Hollywood, que en EE.UU. hay coches con un sistema eléctrico que él ideó que consumen menos que un coche convencional de electricidad. Será muy difícil que llegue aquí, si llega algún día. Yo ya sabía de Tesla hace mucho, por un reportaje que leí sobre su triste historia. Aparecía en una foto, recuerdo, con los pelos de la cabeza erizados y rayos saliendo de sus manos por unos experimentos que hacía en los que dejaba que la corriente eléctrica atravesara su cuerpo. Era un poco excéntrico, pero sin duda un tipo genial.

A nosotros sí que se nos están poniendo los pelos de punta con lo que está ocurriendo con la electricidad, y sin ser sometidos a corrientes eléctricas. A lo mejor la gente piensa que es una tontería organizar una manifestación para que bajen las tarifas de la luz, pero a eso sí que me apuntaría. No sé si serviría para algo, puesto que la apisonadora del monopolio se divierte aplastando al personal y con impunidad, pero por lo menos descargaríamos el alto voltaje que llevamos dentro, como Tesla, que no es otra cosa que indignación.

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