Se empeñó ayer Miguel Ángel,
mi hijo, en tener las ventanas de casa abiertas para oir el
"ambiente" del partido del Atléti de turno, y nos tenía la cabeza
locos por el escándalo que arman, entre gritos, cánticos y petardos, con su consiguiente
humareda y el mal olor de la pólvora.
Partido de alto riesgo,
como siempre que viene alguno de sus eternos rivales, el Barça o el Real
Madrid. En esta ocasión le tocaba a este último, pero en realidad cuándo no es
alto riesgo, si no hay más que ver la que organizaron hace poco cuando vinieron
los del Bayer Leverkusen, creo que se llaman, a jugar hace un mes y pico. Los ultras atletistas
tomaron, como suelen hacer, una calle lateral junto al edificio en el que vivo,
donde está el bar que es su sede oficial, encendieron bengalas y estuvieron
gritando, profiriendo insultos y coreando himnos y consignas durante horas. La policía,
montada a caballo, observaba impasible cerca de allí, y a su lado las cámaras de
televisión, colocadas sobre una tarima elevada, no dejaban de enfocarlos.
Ellos, ufanos de verse impunes y encima grabados para la posteridad como si
fueran héroes, arreciaban en sus vandalismos, junto a un gran póster del
entrenador de su equipo, pegado en un muro, al que parecían adorar como si fuera un dios.
Los fuegos rojos de las bengalas iluminaban la siniestra escena de idolatría colectiva. Parecía la reunión de alguna tribu primitiva dispuesta a hacer sacrificios sangrientos en honor a sus divinidades, mientras un
descerebrado, un poco apartado y desentonando, insultaba a Del Bosque, que es el único
entrenador y deportista un poco decente que ha tenido nuestro deporte nacional. Las ordenanzas municipales relativas al escándalo público, el aparcamiento en zonas indebidas, hacer sus necesidades en la vía pública o beber fuera de los bares, ese día se conculcan, y con el beneplácito oficial de las autoridades.
En casa volvía a oir por
enésima vez el himno del Atléti, y refunfuñaba como una vieja: "Eso, eso,
recitadlo que no lo habéis cantado ni na todavía, que no lo hemos escuchado veces hombre... Ahora que reciten la tabla del 3, a ver si se la saben, que lo
dudo". Y es que siempre es lo mismo, un espectáculo lamentable que se
repite sin cambios con cada partido. El himno es coreado con una
frecuencia constante que me recuerda a las contracciones del parto, por su
regularidad y penosidad. ¿Es que alguien lo lleva cronometrado y cuando ya toca
da la señal para que empiecen todos? ¿O es que el borreguismo es así, cansino,
cíclico, rutinario? Himnos o consignas insultantes, suelta de petardos y algarabía general, por este orden, una y otra vez.
Si todavía dieran un
recital de coros y danzas, no sé, algo original que distrajera a los que les
contemplan, ya que les encanta llamar la atención y ser el punto de mira de
todo el mundo, algo que fuera digno de ver y no una simple demostración de lo
que el hastío existencial y la falta de expectativas de futuro hacen con cierto
sector de la sociedad, que se aferra a cualquier cosa para salir de una
cotidianeidad aburrida y sin metas, aunque la repetición compulsiva de exhibición de
enseñas y comportamientos en cada encuentro forme parte de esa rutina que
pretenden combatir. La violencia en el fútbol es su válvula de escapa a tanta
frustración.
Y esto es cosa de tíos.
Rara vez se ven mujeres en ese estado paroxístico, como no sea en un concierto
de quinceañeras, y si a alguien hacen daño es a sí mismas, porque les gusta
sufrir, el masoquismo es así, lo pasan bien de esa manera. Las esposas, novias y madres del fútbol, como mucho, acompañan a los hombres de su familia,
comen y beben con ellos, y se encargan de los niños, porque los hay que lo del
alto riesgo les trae sin cuidado, a quién se le ocurre llevar peques en
partidos como estos. Así ha pasado más de una vez que alguno ha muerto o ha
resultado herido al verse de repente en medio de una refriega policial.
Pensé qué pasaría si
saliera yo a la calle con la foto del aficionado del Depor que los ultras
asesinaron hace pocos meses. O sacar las de su viuda y sus hijos. ¿Qué
opinarían entonces? ¿Se ponen alguna vez en el lugar de los demás ¿Y si eso les
hubiera pasado a ellos? Empatía cero típica de los psicópatas. Parece que esta
clase de gente se olvida fácilmente de sus villanías, o cree que los demás las
olvidamos, y no es así. Dejar que el tiempo pase sólo sirve para
consolidar la memoria de los hechos, cualquier
truculencia es ajena al olvido precisamente por el estremecimiento que
causó.
No veo el momento en que
se lleven el estadio de aquí. Tantas veces han retrasado su traslado que ya no
me creo nada cada vez que dicen una nueva fecha. Pues les van a ir dando. Que
se desfoguen lo que quieran, que de nada les va a servir. Volverán a sus
oscuras vidas y su falta de alicientes les hará no saber hablar de otra cosa
que no sea de fútbol. Qué lástima dan.
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