Desde que mi padre se ha comprado un scanner no deja de mandarme fotos de hace años por correo electrónico, imágenes del álbum familiar que he visto muchas veces y que, sin embargo, adquieren otras resonancias cuando se ven en la pantalla de un ordenador.
Aquí aparezco con la abuela Luisa, la madre de mi padre, en una visita a la Casa de Campo con mis primos, la única vez que fuimos allí todos juntos. Yo soy la 2ª por la izquierda, apoyada sobre el respaldo del banco. Debía tener yo tres años y algo. La rubita un poco enfadada que está a mi lado es mi hermana, que no debía querer que la subieran a un sitio tan poco estable. Cómo se nota quiénes somos los tímidos, los que nos llevamos un dedo a la boca como titubeantes y desviamos la mirada, mi primo Ignacio y yo, los demás miran abiertamente a la cámara. La verdad es que no recuerdo nada de aquel día.
Mi abuela disfrutaba mucho cuando nos veía a todos reunidos. Faltaban los cuatro primos que, como viven en Alicante, nunca estaban en las reuniones familiares, y también cinco primos más que nacieron después.
El día de nuestra 1ª Comunión fue un día feliz. Aquí se nos ve ante la gran tarta rectangular encargada para la ocasión. Yo tenía ocho años. Lo celebramos en un sitio enorme que está en la calle Toledo, cerca de mi barrio, que había sido un cine y luego lo convirtieron en salón de banquetes. Las únicas niñas que nos vestimos de monjas fuimos mi hermana y yo y otra niña del colegio. Para la foto nos habían quitado las tocas. Hay otra foto en la que estamos yo y mi padre mirándonos que también me encanta, pero no la tengo escaneada. Fue un día emocionante por el hecho en sí de tomar por 1ª vez la comunión, y porque andaba por allí uno de mis primos, que me gustaba mucho por aquel entonces, y yo estaba como flotando. Mi hermana está riquísima, dan ganas de pegarle pellizcos en los mofletes.
En esta estoy con mi madre y mi hermana cuando yo tenía quince años. Siempre he parecido mayor de lo que soy. La única rubia natural es mi hermana. Llevamos puestos ella y yo unos jerseys que nos hizo la abuela Luisa. Cuando se ponía con las agujas de punto hacía de todo, hasta ropita para nuestras muñecas cuando éramos pequeñas. Como se ve siempre he sido grandota. Mi hija no ha heredado esta constitución, que a mí me viene de mi abuela Pilar. Ana es mucho más menuda, de hueso fino. Se nos ve a las tres tan bronceadas en Benidorm, en el pequeño apartamento que solíamos alquilar en aquella época, cuando aún veraneábamos en agosto. A mi madre siempre le ha gustado esta foto, dice que cuando todo el mundo se pone medallas, las medallas de ella somos mi hermana y yo.
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