lunes, 14 de febrero de 2011

Love actually (Amor en realidad)


Hoy que es un día dedicado al amor y a los enamorados (todos los días lo son), y la mejor manera que tengo de escribir sobre este tema es, cómo no, a través de una película que describe muy bien las muy diversas formas de amar, da igual la edad o condición.

La acción de Love actually transcurre en Inglaterra en Navidad, y trata de un conjunto de historias de seres muy distintos con vidas muy diferentes que, de alguna manera, están relacionados en un momento dado. Cada uno siente el amor desde su circunstancia vital, para llegar a la conclusión de que es algo sin lo que no podemos vivir, y si lo hacemos no podemos llevar una existencia plena.

La primera historia es la más original. Un cantante de rock casi sexagenario, antiguo yonki, acaba de sacar un disco aprovechando el tirón comercial navideño. En cada una de sus apariciones en televisión acostumbra a decir lo que piensa, por escandaloso que pueda resultar. Siempre tiene una ácida ocurrencia para todo, y saca a relucir tan descarnadamente sus propias miserias, invitando a los demás a que hagan lo mismo, que resulta cuando menos grotesco. Pero a él le da todo igual. Cuando en un programa le recuerdan que está en horario infantil no se le ocurre otra cosa que decir: “Niños, no compreis drogas. Si os convertís en estrellas del pop os las darán gratis”. Para colmo promete cantar en Nochebuena, en “pelotas” según sus propias palabras, si gana en la lista de hits navideños, cosa que en efecto termina sucediendo. Cuando le invitan a las fiestas de los famosos tras su éxito, él preferirá estar con su manager, un hombre gordito y pacífico, al comprender finalmente que es la única persona que ha estado siempre a su lado, apoyándolo y dándole comprensión y afecto en los momentos difíciles. Me encanta este personaje que aparenta ser un degenerado y un descreido de la vida y descubrimos que en realidad se reviste de esa coraza para no parecer vulnerable. Viéndolos juntos no puede haber polos más opuestos.

Otra historia nos cuenta cómo es el amor para un hombre que está asistiendo a la boda de uno de sus amigos, pues está secretamente enamorado de la contrayente. Con ella suele ser esquivo, y ella cree que es que no le cae bien. Cuando le pide la grabación de la boda para tenerla de recuerdo y descubre que está centrada nada más que en ella, caerá en la cuenta de lo que él siente en realidad, para vergüenza de él, que no sabe qué decir. Al final él le dice que la quiere presentándose en su casa tras la luna de miel. En la puerta, sin llegar a entrar, él le va mostrando una serie de carteles en los que ha escrito en tono de humor y de amor todo lo que no se atreve a decir con palabras, con una música navideña de fondo que ha puesto para la ocasión. Saben que aquello no puede ser, pero ella para compensarle le despide con un beso.

El personaje del escritor es mi preferido. Como necesita aislarse para poder trabajar, va a una casa de campo en un pueblecito de Francia. La única persona con la que mantiene contacto es con la chica que limpia la casa, que es portuguesa. Cada uno intenta hacerse entender por el otro, y casi siempre dicen las mismas cosas, cada uno en su idioma, sin saberlo. Se producen situaciones muy cómicas, como cuando a él se le vuelan todas las hojas de la novela que está escribiendo mientras teclea en el porche, y van a parar al lago que está junto a la casa. Ella no duda en quedarse en ropa interior para lanzarse al agua fría, cosa que él termina haciendo también para no quedar mal. Mientras están en la casa se crea una cierta intimidad entre ellos, el lenguaje corporal lo dice todo. Ella es muy dulce y cuida de él sin que apenas se note, con una gran delicadeza, y él la trata con consideración y afecto, y la hace reir por su forma de ser tan despistada y desastrosa. La música de fondo que acompaña esta historia, a base de piano, es preciosa. Cuando tienen que despedirse ella no puede evitar romper su timidez y le da un beso de amor, aunque a él le pilla por sorpresa. De vuelta a Londres, él se dedica a aprender portugués en una academia. Cuando va a visitar a su numerosa familia por Navidad se da cuenta de que el amor está ahora en otra parte (“hay cosas que un hombre tiene que hacer”, les dice muy serio), y se marcha precipitadamente dejándoles los regalos para emprender rumbo a Portugal, a donde ella ha regresado. Acude a su casa y el padre le dice que está trabajando en un restaurante y se ofrece a llevarlo hasta allí. Se produce una situación rocambolesca e hilarante cuando son seguidos por la calle por la hermana de ella y el resto de los vecinos, que se quieren enterar de lo que está pasando. Al llegar le declara su amor en portugués, y ella le contesta en inglés, porque también había estado aprendiendo. Una confesión que es todo menos privada, pues todo el restaurante está pendiente de lo que dicen y aplaude la escena al final.

Y como ningún estrato social se libra del amor, tenemos al Primer Ministro, que pronto establece una relación muy especial con su secretaria por su sencillez y frescura. Es un hombre íntegro, muy simpático y educado, con un sentido del humor muy inglés. Cuando está a solas, y para descargar tensiones, se pone a bailar por toda la residencia presidencial al son de una música trepidante, hasta que le pilla una de sus colaboradoras y tiene que disimular. Una situación equívoca entre el presidente norteamericano y su secretaria hará que decida cambiarla de puesto, pero no tardará en echar de menos sus atenciones y la forma como ella le trataba. Un crisma de ella hace que vaya a buscarla a su casa, donde vive con sus padres y hermanos. Deciden ir a la fiesta de Navidad del colegio de los pequeños, y allí se aclaran todos los malentendidos y se declaran su amor.

Hay otro personaje que comienza su historia de forma dramática, en el funeral de su mujer. Él está preocupado porque su hijo no quiere salir de su habitación y siempre está triste. Piensa erróneamente que es porque ha muerto su madre, pero para su sorpresa él le dice que es que está enamorado. Ellos tienen largas conversaciones. “No hay una sola persona para cada uno de nosotros”, le dice al niño en una ocasión. Pensando cómo puede impresionar a la niña que ama, decide aprender a tocar la batería, para acompañarla en la fiesta de Navidad del colegio, en la que ella va a cantar. Quiere impresionarla, que se fije en él. Y efectivamente, ella canta una canción preciosa con una voz maravillosa, mientras él le da a la percusión con todo el entusiasmo del que es capaz. Cuando ella se va a EEUU para ver a su familia, él correrá por todo el aeropuerto, saltándose todo tipo de controles, sólo para poderse despedir de ella con un beso, que al final es ella quien termina dándole, para su sorpresa y regocijo.

Otra historia es la de la chica que le gusta un compañero del trabajo, y lo sabe toda la oficina e incluso el interesado, pero nunca se atreve a decirlo. A él tampoco le es indiferente y un día la invita a salir a cenar y a bailar. Ambos son tímidos, pero la situación les lleva a la casa de ella, donde son interrumpidos constantemente por las llamadas del hermano de ella, que está en un centro psiquiátrico. Al no tener padres, se siente obligada a cuidar de él en todo momento. Su vida no podrá ser normal hasta que ella no se sienta sobrepasada por las constantes demandas de atención de su hermano.

También aparece la hermana del Primer Ministro, que descubre que su marido la engaña con su secretaria cuando ve un regalo de Navidad que cree que es para ella y luego él le regala otra cosa, de menos valor. Es inefable la escena en que ella está en el dormitorio conyugal mirando las fotos de su marido y sus hijos mientras no puede dejar de llorar. Se inclina para tocar la cama donde ha compartido momentos tan maravillosos con él. La sorpresa, la decepción, el dolor, su vida rota en un instante: es como si nada de lo anterior tuviera sentido. Me encanta cómo ella se seca las lágrimas y hace de tripas corazón para no estropearle la Navidad s sus hijos, y no le dice nada a su marido hasta que no acaba la fiesta de Navidad del colegio de los niños. Él lo lamenta mucho, cae en la cuenta de repente del daño que ha hecho. A la vuelta de un viaje ella ya le ha perdonado, aunque nunca podrá olvidar lo sucedido.

La historia de una pareja de extras de cine que se dedican a rodar sólo escenas de sexo se sale de lo corriente. Mientras están trabajando no paran de hablar de sus cosas, con toda naturalidad a pesar de las situaciones tan comprometidas en las que se hallan. Para ellos es normal, la rutina del trabajo, pero no deja de ser muy cómico para los que los contemplamos. Para ellos es fácil conectar, dadas las circunstancias.

Y la última historia es la de un chico inglés que está obsesionado con el sexo, pero con las chicas inglesas no tiene ningún éxito, piensa que son muy frías, por lo que decide irse a Norteamérica. Nada más llegar, cuando se está tomando algo en un bar, liga con unas chicas que son amigas y comparten apartamento, todas despampanantes. No se lo puede creer. Le dicen todo aquello que cualquier hombre desearía oir, que tienen una sola cama, que duermen desnudas… El pobre no deja de alucinar. Cuando regresa a Inglaterra se llevará consigo a dos chicas espectaculares, una para uno de sus mejores amigos, que tampoco da crédito a sus ojos.

El amor en todas sus facetas, pero con un denominador común: lo distintos que nos hace sentirnos. Es un poder que desata estados de ánimo de todo tipo, y que nos libera o nos condena según el cauce por el que transcurra.

Amor en realidad.

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