martes, 26 de julio de 2011

Un poco de todo (XX)


- Gracias a Fernando Pedroche y Jeanneth por su incorporación a las filas de mis denodados seguidores. Me satisface saber que no soy olvidada en esta época de vacaciones y descanso, pues el personal, en lugar de ocuparse sólo de cosas que quizá no tenga oportunidad de hacer el resto del año, saca tiempo para dedicarlo a la lectura de blogs y otras formas de expresión de las muchas y variopintas que existen. Gracias pues.

- Hoy es el santo de mi hija y mi cumpleaños. Cumplo 45 años. Ahí es na. Hace poco me descubría ella, mientras me estaba planchando el pelo, 4 ó 5 canas en la parte de atrás de la cabeza, debajo del montón de melena que tengo, confundidas entre las mechas rubias. "Son los sufrimientos", me dijo mi hermana, que ya tiene unas cuantas desde hace bastante, "no creas que es sólo la edad". Vaya consuelo. No me las había visto. Me sentí decepcionada, pues pensaba que había heredado la cabellera de mi abuela Pilar, que se fue de este mundo sin una sola cana.

  Sin embargo ahora mismo me encuentro muy bien. No así cuando llegué aquí, a principios de mes, al iniciar mis vacaciones. Tenía las rodillas y los pies doloridos, y tenía todo el cuerpo anquilosado. Pensé que los años se me habían echado encima de golpe este invierno, y los kilos. No soy tan mayor como para sentirme tan mal. Ahora, con un poco de natación, y libre temporalmente de algunas preocupaciones, he recuperado mi forma. Pero temo que cuando vuelva a mi vida normal me pase otra vez lo mismo.

Me gustaría poder hacer natación todo el año, aunque las piscinas cubiertas de los polideportivos me desagradan, porque están saturadas y la gente te pasa por encima nadando como si no existieras, pues por alguna razón todo el mundo va más rápido que yo. Parece que fueran a apagar fuego. Sé de un gimnasio por el centro, en el que estuve hace tiempo, que tiene también piscina. Puede que vaya allí. Porque mi espíritu no acusa los estragos del paso de los años, antes al contrario, está mejor que nunca, pero el cuerpo necesita cuidados de otra clase, los básicos para llevar una vida saludable.

- La verdad es que estas vacaciones se me han pasado volando. No sé si es porque hemos tenido un mes de julio anodino, sin apenas días de calor y sin mosquitos. Hasta granizó en una ocasión, algo que no había visto nunca por estas latitudes. El tiempo ha sido algo fuera de lo común: ha habido una noche de vendaval en la que creía que saldrían volando hasta las palmeras. Y otra noche con una lluvia torrencial estrepitosa que me recordó a las que hay en la selva. También ha habido bastantes días nublados, con un aire fresco que hacía recordar a las playas del norte.
 
  Benidorm ha sido siempre la avanzadilla de todas las nuevas tendencias que se implantarán después en el resto de la península. Cuando aún no se habían visto nunca los Aqualunds, aquí hacía años que existían. Lo mismo pasó con los gofres, por poner un ejemplo. Ahora se han puesto de moda unas tiendas muy luminosas pintadas de verde doncella en los que se ofrecen nada más que yogures, de todas clases. También unos locales en los que hay peceras en las que los clientes remojan sus pies para que unos pequeños peces les coman, sin dolor ninguno, las asperezas y todas aquellas impurezas que uno pueda tener  ahí.

  Me va a costar mucho, como me suele pasar siempre, resignarme a la vuelta de las vacaciones al calor seco y sofocante de Madrid, y a no tener sobre mi cabeza todo el cielo azul del mundo, a no poder adentrarme en el mar a diario para disfrutar del frescor de sus aguas. Hay que volver al trabajo, a ese edificio hermético en el que parece que estamos todos como en una pecera gigantesca, atrapados.

   Nunca tengo bastante en lo que a disfrutar de la Naturaleza se refiere. El estilo de vida que se lleva en la gran ciudad es antinatural, aberrante. En fin. Resignación.

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