jueves, 19 de enero de 2012

El polo Norte se mueve


El polo Norte magnético de la tierra se está moviendo hacia el este, hacia Rusia, a una velocidad aproximada de 40 millas (64 kilómetros) por año, debido a cambios que se están produciendo en el núcleo magnético de la Tierra, como indican investigaciones realizadas recientemente.

Desde hace unos años se ha apreciado una corriente que surge desde las profundidades del núcleo, y que está ocasionando un rápido desplazamiento del mismo. Son sacudidas electromagnéticas cuya causa aún se desconoce.

El Norte magnético está actualmente en la isla de Bathurst, al noroeste de Canadá. Fue descubierto en 1831. A partir de 1904 se comprobó que comenzaba a desplazarse hacia el noreste a un ritmo constante de 9 millas (15 kilómetros) por año. En 1989 se apreció una aceleración, y en el 2007 los científicos confirmaron que está moviéndose a gran velocidad hacia Siberia, a razón de 34,37 millas (55,60 kilómetros) por año, y va en aumento.

Pero para que lo podamos entender mejor hay que saber que existen dos polos Norte, uno geográfico, en el que pensamos siempre, situado en el punto más extremo al norte de la Tierra, vinculado al eje de la rotación terrestre, el cual es inalterable y coincide siempre con el norte y con el sur del planeta en términos geográficos. El otro polo es magnético, y no sólo no está en el mismo sitio que el geográfico, sino que se mueve y varía de lugar cada año.

El norte que señalan las brújulas no apunta al geográfico sino al magnético. En latitudes como la de España esto casi carece de importancia, pero en latitudes cercanas al polo norte geográfico las brújulas “enloquecen” y pueden acabar apuntando al sur. Debido a esto, en estas regiones el norte geográfico se determina según la posición de las estrellas.

El problema es la velocidad a la que se está moviendo últimamente. A este ritmo se calcula que en 2050 acabaría en Siberia y desencadenarían innumerables alteraciones. Meteorológicas, pues las auroras boreales más espectaculares no se verán en Alaska sino en el norte de Europa. Y de tráfico aéreo, ya que los aviones, a pesar del GPS, también se orientan con una brújula, lo cual obliga a que muchos aeropuertos, según su latitud, deban repintar las indicaciones numéricas que guían a los aviones por sus pistas, tarea compleja porque los números que las señalizan indican su dirección en grados magnéticos, en un código que los sintetiza. Repintarlas en crucial.

El campo magnético terrestre ha disminuido, a su vez, un 10% en los últimos 160 años. Este campo está producido por el hierro que contiene el núcleo, y según un estudio reciente el mar también influye en dicho campo. Esta disminución incrementa la vulnerabilidad del planeta a las radiaciones cósmicas y la colisión con material interestelar.

Así que cuando alguien nos diga que estamos perdiendo el Norte le tendremos que decir que no, que es él el que cambia de posición.

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