viernes, 11 de mayo de 2012

Un poco de todo (XLIV)

- Salía ayer Nadia Comaneci en el programa de El hormiguero, y me encantó verla después de tantos años. La recuerdo perfectamente cuando hace más de 3 décadas ganó todas aquellas medallas en las Olimpiadas de Montreal. Pero también recuerdo que ya se hablaba por entonces de lo desgraciada que se sentía, de que era manipulada sin piedad por unos y otros, y de que le administraban una sustancia para impedir que creciera y así poder seguir practicando gimnasia… Algo que era habitual por lo visto en ese mundillo. Me acuerdo que yo, con mis 10 años, me sentí horrorizada, y asocié esa idea a esos caballitos que, a base de inyecciones, los convierten en enanos, para entretenimiento de los niños. Incluso aún hoy se comenta que esa práctica perdura en el ámbito olímpico entre las niñas.

También me acuerdo de su huida de Rumanía, y cuando pidió asilo político en EEUU, donde vive desde entonces.

Como siempre en ese programa televisivo, el invitado tiene que demostrar alguna de sus habilidades. Nadia no dudó en quitarse sus altísimos tacones y hacer alguna pirueta, con lo que se vió que sigue en forma. Luego el presentador quiso comprobar si era verdad que ella era capaz de saber si una persona era gimnasta con sólo verla. Entraron dos chicas y una señora madura en el estudio, todas vestidas como para competir. Acertó sin equivocarse en ninguna, aún cuando su apariencia pudiera hacer pensar que la gimnasia no era lo suyo, como sucedía con una de las chicas, que estaba muy gordita.

Se la ve contenta a Nadia, y me siento feliz por ella. Viene de un país y de una actividad extraordinariamente duras. Hoy en día ciertas cosas parecen normales, pero en aquellos años 70 hacer lo que ella hizo fue muy sorprendente y esperanzador. Siempre he admirado no sólo su valía profesional sino también su enorme valor. Y como he leído en Internet, ella es una de las más grandes gimnastas del siglo XX.

- Volvía a ver en YouTube el video de una de las canciones que cantó Adele el año pasado en el Royal Albert Hall de Londres, sobre cuyo concierto ya hablé en un post anterior. Toda su música me encanta, pero sin duda son tres las canciones que más me gustan: Someone like you, Set fire to the rain, y Rolling in the deep.

Es increíble cómo mezcla guitarra eléctrica, batería y piano con los violines y chelos de una pequeña orquesta de música clásica que la acompaña.

La voz de Adele, su forma de expresarse, son tremendamente inspiradores. 

- Me consternaba hace poco al ver a un niño en el metro, mulatito, que no debe tener más de 6 ó 7 años, con una mochila más grande que él, tecleando en una blackberry. Ya he coincidido con él otras veces. Siempre que veo niños tan pequeños viajando solos a horas tan tempranas me adolezco. Cuántos padres pasan el día trabajando para luego poder pagarse caprichos que no hacen ninguna falta, y descuidan el cuidado de sus hijos. Consumismo y deshumanización son las lacras del mundo que nos ha tocado vivir.


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