- Mis agradecimientos a Sarah como nueva seguidora de este humilde blog.
- Y por fin se celebró el concierto de Coldplay al lado de mi casa. No me habría importado ir porque es un grupo que me encanta, pero las entradas estaban ya vendidas muchos meses antes. Luego el tiempo tampoco acompañó, porque fue una tarde bastante lluviosa y se retrasó una hora hasta que amainó un poco, estuvieron a punto de suspenderlo.
Qué distinta forma de desenvolverse tienen los grupos según qué estilo sea el suyo. Cuando han venido grupos de rock, que es casi siempre, han traído tráilers tuneados, pintados con llamaradas y cabezas de caballo con las crines al viento, horterísimas, con colores chillones. Llegaban y se ponían a trabajar a toda prisa, invadiéndolo todo.
En esta ocasión, con el grupo inglés, vinieron tráilers negros brillantes y gris metalizado, sin tunear. Los operarios han trabajado con calma y han procurado molestar lo menos posible. Con la misma parsimonia que llegaron se fueron.
Me pregunto si echaremos de menos este follón cuando se lleven el estadio, entre partidos de fútbol y conciertos. Los conciertos seguro que sí, porque es un lujo escuchar en directo y desde casa a ciertas voces que nos han visitado. Me parece un lujo que gente como Génesis, Michael Jackson, los Rolling Stones o Bruce Springsteen, por decir algunos, hayan estado tan cerca, me parece increíble, mágico.
- Hay una tienda cerca de mi barrio que llama mucho la atención al pasar. Mi padre compra allí todos los días el pan y otras cosas. Su dueño, un gallego muy moreno y cuarentón, tenía antes un local muy corriente un poco más allá, pero a base de trabajar mucho consiguió ahorrar dinero suficiente para prosperar. Hoy su tienda destaca con diferencia respecto a los demás comercios por su amplitud y el buen gusto con el que está decorada. Tiene pan, bollería, dulces, empanadas rellenas de cosas poco corrientes (berberechos, pulpo), embutido, conservas, fruta y verdura. Todo de excelente calidad. Cuando entras se oye una musiquilla de fondo con melodías de su tierra, para ambientar el local y no olvidar sus raíces. Su mujer y sus hijos le ayudan, sobre todo con el horno, que está en la planta de abajo.
Mi padre me trae a veces cosas que compra allí. Son deliciosas las enormes trenzas rellenas de chocolate, las masas fritas espolvoreadas con azúcar y los hojaldres. Las palmeras de chocolate no me gustan porque están muy resecas y la cobertura no es muy buena.
Con mi padre ha hecho muy buenas migas este hombre, hasta el punto de darle un recordatorio de la Primera Comunión de su hija, que fue el año pasado, que mi padre tiene en una estantería en el comedor.
Me gustaría vivir en una zona donde los comercios estuvieran montados con tan buen gusto como este. Siempre es agradable pasear por sitios cuidados y bonitos.
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