Muy interesante el reportaje de
En tierra hostil sobre la yihad en Ceuta, aunque algunos lo han tachado de sensacionalista. Un poco aburrido, eso sí, el trasiego del
periodista que lo hacía por las calles del barrio de El Príncipe, largas caminatas de un
lado para otro por sitios pintados con vivos colores. Por la mayoría de estos
lugares apenas transitaba gente, pero por otros casi no cabía un alfiler. En
estos últimos increparon a los miembros del programa diciéndoles que apagaran
la cámara. Mucha tensión pero ningún percance real.
Le preguntaban a un vecino que llama la atención porque
por su actitud de protesta ha visto amenazada su vida en muchas ocasiones.
Enseñaba las marcas que los tiroteos dirigidos contra él habían dejado en la fachada de su casa. Le
habían quemado varios coches y su negocio de carnicería. Su familia se había tenido que ir a otro lugar a vivir, pero él no consentía moverse de allí. Se prestó a acompañar a los del equipo para ir en coche
enseñándoles dónde vivía tal o cual miembro de la yihad, o conminaba a los que
se encontraba a su paso a hablar. Al principio él mismo se resistía a comentar ciertas cosas abiertamente, pero al final no tuvo pelos en la lengua.
Dos vecinos a los que se les
preguntó por el reclutamiento de gente de allí para la yihad hablaban de la
miseria del barrio como causa principal de que los jóvenes aceptasen marchar. Dos chicos jóvenes
les acompañaron hasta la casa donde vivía uno de los que habían sido
reclutados, pero la familia no quiso ni mostrarse ante la cámara. Apenas tenían 20 años, lo que no les impidió
enseñar una gran navaja uno y el otro un enorme cuchillo que parecía casi una
espada, con el filo oxidado, que llevaban escondidos bajo sus ropas.
Afirmaron simpatizar con la yihad, porque Alá es grande y no les importaría
morir por él para ir al Paraíso.
Preguntaron al muecín de la
mezquita, vestido muy circunspecto con traje y corbata. Afirmaba
que el perfil del reclutado no era el de un descerebrado que estuviera en paro,
sino que había mucha gente muy consciente de lo que hacía y sin ningún problema
económico que había abrazado la causa. El problema según él era la forma como hacían las
cosas: la violencia es una manera equivocada de vivir la religión.
Pero la entrevista que me resultó
más interesante fue la que le hicieron a una mujer que dijo haber seguido a su
marido a Siria, a donde iban todos los que eran reclutados por la yihad, para
traérselo de vuelta. No fue un viaje fácil, pero ella pensaba en su hijo
pequeño y en que tenían que volver a estar juntos. Ahora su marido está
encarcelado, aunque no llegó a cometer ningún delito de sangre. Mientras permanecieron en aquel país estuvieron viviendo en unas casas de una gran barriada donde se alojaban
exclusivamente los que pertenecían a la yihad. Les daban un sueldo y les
preparaban para el momento en que se los necesitase. Si tenían
que hablar con alguien era con un jefe militar. Decidieron escapar y su
marido tuvo que dejar el pasaporte. Aunque el país está en guerra no lo parecía,
todo estaba tranquilo.
En el XL Semanal también leí un
poco sobre este tema. Aquí se afirma que en el triángulo Tánger-Castillejos-El Príncipe
ya han reclutado a 2.000 marroquíes y más de 50 españoles. Unos por fanatismo y
otros por hambre, todos acaban siendo arrastrados por una causa que no es
más que puro terrorismo. Les prometen 3.000 € para sus familias, y con ese gancho económico les convencen. Pero también dice que al menos 800 querrían volver.
Diga lo que diga el muecín de la
mezquita entrevistado, la mayor parte de los que son reclutados para la yihad son desesperados que huyen de la falta de horizontes o se les ha lavado el cerebro aprovechándose de su ignorancia. Es
inquietante la de gente que se está sumando a este grupo terrorista. Mientras
haya fanatismo, ignorancia y pobreza tendrá asegurados sus adeptos.
Ceuta, la tierra de mi padre, de mi abuela paterna y de toda su familia, era muy distinta cuando ellos la habitaban. Todo cambia con el tiempo, pero lo que ellos se podrían encontrar allí ahora, por culpa de ese barrio, sería muy desalentador.
Ceuta, la tierra de mi padre, de mi abuela paterna y de toda su familia, era muy distinta cuando ellos la habitaban. Todo cambia con el tiempo, pero lo que ellos se podrían encontrar allí ahora, por culpa de ese barrio, sería muy desalentador.
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