Aprovechando que se estamos en Navidad la cadena británica Sainsbury ha sacado a la luz un anuncio absolutamente espectacular para festejar las navidades de este año 2014.
Basándose en las cartas de soldados británicos y en colaboración con la Real Legión de ese país han traído a la luz un episodio casi desconocido pero que realmente tuvo lugar durante la Nochebuena de 1914, en plena I Guerra Mundial, en uno de los frentes donde británicos y alemanes combatían.
Se conoció como la Gran Tregua de Navidad de 1914 y puso de manifiesto la crueldad de los altos mandos militares de época y el poco interés que tenían los soldados de matarse los unos a los otros.
En la Nochebuena de 1914 los soldados alemanes decoraron las trincheras con abetos iluminados. Estos habían sido enviados al frente siguiendo órdenes directas del Káiser. También se hicieron llegar a los agotados soldados, raciones extras de pan, salchichas y licores.
No me puedo imaginar la extraña sensación que aquella imagen, tan evocadora del cálido y acogedor ambiente Navideño pudo haber causado en los desdichados soldados.
Los soldados alemanes entonaron canciones de navidad y en la distancia los aliados podían escuchar y sentir el ambiente festivo del que disfrutaban sus enemigos. Al poco rato de comenzar a cantar, desde las trincheras aliadas alguien se unió a la celebración, y así, uno tras otro, los hombres de uno y otro bando, comenzaron a confraternizar, compartiendo canciones navideñas.
Tras la noche, y al amanecer del día 25 de Diciembre de 1914, algunos soldados alemanes, salieron de sus trincheras enarbolando banderas blancas y, caminando desarmados, se internaron en tierra de nadie. ¿Te imaginas el asombro y desconcierto que aquella escena provocaba entre los soldados aliados?. Al poco rato soldados de uno y otro bando se hallaban en tierra de nadie intercambiando chocolate, tabaco, bebidas. Mostrándose fotografías y recuerdos de sus familias y confraternizando como buenos vecinos. A lo largo del día y en medio de aquel extraño clima de paz, cada uno de los bandos contendientes pudo recoger los cadáveres de los compañeros muertos en los combates anteriores. Llegaron a realizar oficios religiosos conjuntos e incluso jugaron algún que otro partido de fútbol.
Al regresar a sus respectivas trincheras y terminado el día de Navidad, aquellos hombres que se habían conocido entre si, que se habían saludado y con quienes habían compartido sus sentimientos, sus fotos íntimas, las cartas de sus familiares… se negaron a luchar. Disparaban al aire o se avisaban y saludaban a gritos.
Cuando la noticia de la tregua llegó a los cuarteles generales de uno y otro bando los altos mandos tomaron las medidas oportunas para evitar que un hecho similar pudiera volver a suceder.
Muchos soldados franceses fueron fusilados, como medida drástica para escarmentar al resto de sus compañeros. Los soldados alemanes fueron enviados a otro frente. Las cartas en las que los soldados narraban lo sucedido a sus familiares fueron interceptadas y destruídas y cualquier información -o la mayoría- que pudiera llegar a los periódicos birtánicos o franceses, censurada. Los franceses confiscaron los negativos de las fotografías que algunos soldados habían tomado durante la tregua, en donde se veían hombres de uno y otro bando posando amistosamente.
A lo largo de la Primera Guerra Mundial se volvieron a dar algunos sucesos similares, aunque ninguno tan generalizado como el de la Navidad de 1914.
Se han hecho películas y escrito novelas narrando aquel extraordinario suceso. Paul McCartney lo recordó en su tema Pipes of Peace (Pipas de la paz) de 1983.
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