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Cogía un folleto en la farmacia de mi barrio en
el que se anunciaba un gimnasio, que han abierto hace poco, que por lo visto
pertenece a una cadena de fitness y se llaman f.a.s.t. “20 minutos a la
semana que cambiarán tu cuerpo y tu vida” es el eslogan publicitario que se marcan . Hay que reservar una prueba
gratuita, que habían hecho las dos chicas de la farmacia, y según me
contaron consiste en hacer unas flexiones muy básicas que te obligan a estar en determinadas
posturas más tiempo del que sería normal, como estar en posición de sentado en el aire
y aguantar ahí un rato.
A mí lo que me
llamaba la atención era el atuendo de la pareja que aparece en el folleto. Me
preguntaba por qué para hacer gimnasia hay que ponerse un traje que está a
medio camino entre el neopreno del buceo y la indumentaria del montañista.
Mirando en Internet vi que se trata de un equipo de electroestimulación que hay que ponerse mientras realizas los ejercicios. Veinte minutos de deporte con eso puesto
equivalen a varias sesiones, y está pensado para los que disponen de poco
tiempo para ir al gimnasio. Todo muy fast, muy rápido.
En el folleto
aconsejan un nº determinado de sesiones dependiendo de lo que necesites:
aumentar la musculatura, perder peso, eliminar celulitis, mejorar el
funcionamiento de las articulaciones o curar una lesión, etc. Lo malo es el
precio: en Internet he leído que cuesta 100 € al mes.
Es similar a
los anuncios de La tienda en casa, en los que aparecen un hombre o una mujer con
un equipo parecido, que hace moverse la zona del cuerpo donde está situado de forma
rítmica, como pequeños espasmos. Me recuerda a los efectos de la
silla eléctrica pero a pequeña escala.
Yo dejé hace
tiempo de ir a gimnasios, y no creo que vaya a retomar la costumbre ahora, pero
para el que crea en estas cosas y tenga la suficiente fuerza de voluntad, ahí
tiene una nueva tendencia que por lo visto está haciendo furor, como todas las
novedades. Pasará esta moda y surgirá otra casi inmediatamente, pues hay
negocios tan fructíferos que se están renovando continuamente para no cansar al
consumidor y despertar su curiosidad, su afán por probar todo lo nuevo. La
imaginación se desborda cuando se trata de hacer negocio, y utilizando términos
en inglés, para que parezca más interesante.
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Maravillosa Jennifer Connelly hace un par de días en El
Hormiguero, un privilegio poder escuchar su voz y verla tal como es, no sólo en
sus interpretaciones. Le decían las hormigas del programa que les gustaban
todas sus películas, y es cierto: no hay un solo trabajo suyo que tenga
desperdicio. Le recordaron mucho su actuación en Una mente maravillosa, pero
en realidad su buen hacer en cualquiera de los films en los que ha participado merece
una mención aparte.
Vestida con un
conjunto sencillo pero moderno, jersey rojo, pantalón negro, tacones altos y
un anillo haciendo juego con el jersey, paseó con naturalidad, simpatía y una
educación exquisita su belleza y su personalidad. Siempre me ha fascinado el
brillo de su pelo azabache y el color tan claro del verde de sus ojos. A Anita,
mi hija, le llamó la atención nada más verla la espesura de sus cejas, que es
cierto que han sido una de sus señas de identidad.
Las preguntas que
le hicieron durante la entrevista fueron, casi todas y como es habitual en este programa, ordinarias
y banales, con motivo del estreno de su último trabajo. Una gran actriz y una
estupenda persona, muy especial.
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