Últimamente no hace más que salir
en los medios de comunicación la creciente actividad de la mujer a una edad en
que ya se la supone retirada del mundanal ruido. Por ejemplo el artículo que
apareció a principios de mes en 20 minutos, sobre una octogenaria que había
acabado la carrera de Periodismo y posaba con la foto enmarcada del día de su
graduación, muy orgullosa, al tiempo que explicaba sus avatares hasta que logró
integrarse en su clase. Sus nietos cursaban otras ramas de CC. de la
Información y coincidían en la cafetería, donde se tomaban unas cañitas. El
grupo que la acogió la invitaba a sus fiestas, y ella a cambio les invitaba a merendolas en su casa. Qué mujer más simpática, qué prodigio de vitalidad y
ganas de vivir. Quién dijo que la vejez eran sólo achaques, inactividad y
soledad. Es en la forma de ser donde está la clave de todo.
Carmen Dell'Orefice |
Gillian Lynne |
No es verdad eso de que la vida se
acaba con la jubilación, al contrario, se tiene la oportunidad de desarrollar todo
aquello que quedó pendiente en la juventud y que siempre quisimos hacer. Se
disfruta más de todo, no hay tantas obligaciones, las responsabilidades son
menores, y también las exigencias. No comprendo cómo tantos tienen miedo a que
llegue ese momento. Será por la cercanía de la muerte y el deterioro corporal,
pero ya sabemos desde la niñez cual es nuestro destino final, no hay sorpresas,
nos ha tenido que dar tiempo de sobra de hacernos a la idea. Incluso el que
tiene un gusto por la vida extraordinario y ha gozado de éxito a todos los
niveles, y por ello le es tan duro renunciar a todo con lo bien que se lo está pasando: es inútil y poco
realista aferrarse a lo que nos es dado por un tiempo, muy breve en comparación con la
eternidad. Ni vida eterna en la tierra ni elixir de la eterna juventud. Yo no
ansío romper las reglas de la Naturaleza. ¿No dicen que es sabia?
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