miércoles, 11 de marzo de 2015

Un buen maestro lo cambia todo

César Bona
Teniendo en cuenta que somos el país de la Unión Europea con mayor índice de fracaso escolar (el 23 %), conviene escuchar lo que tiene que decir César Bona, profesor del colegio público Puerta Sancho de Zaragoza, con opciones a ser elegido mejor profesor del mundo. Un amigo de César vio la convocatoria y propuso su candidatura al galardón, valorado en un millón de dólares y que en marzo otorgará la Global Teacher Prize, una fundación presidida por Bill Clinton. Se presentaron 5.000 profesores de 127 países y solo quedan 38. Los motivos de esa selección son muchos. No tiene absentismo, ha trabajado con población marginal y ha conseguido que sus alumnos sepan leer en un año. Además de inglés, en su clase se aprende a hablar en público y a defender ideas.
En las entrevistas que ha concedido, le preguntan qué hace para tener tanto éxito. Él afirma que su método se basa en la participación, la comunicación y el intercambio. Hace que sus alumnos de 11 años expongan lo que les sale de dentro; en su clase no hay niños arrinconados, él les enseña a no tener miedo a sus emociones y a expresarlas. Apenas usa libros de texto y pone pocos deberes. Cuando tratar un tema en clase, propone la asociación libre: "Tenéis que asociar –les dice–, no sigáis ningún orden a la hora de escupir ideas".
Este profesor repite varias palabras clave: respeto, sensibilidad, empatía, imaginación, creatividad. Estas son algunas de sus afirmaciones sobre su modo de educar: "A los niños hay que educarles en el respeto y a que piensen no solo en ellos, sino también en los demás"; "Es imprescindible que se impliquen. Sentirse importantes en clase, tener su función, ver que te puedan enseñar a ti"; "Los maestros somos privilegiados, trabajamos con fuentes infinitas de imaginación"; "Les digo que soy maestro, pero no lo sé todo. Y les animo a que me enseñen". Aplicando estas ideas, promueve que sus alumnos sean seres libres que puedan gestionar sus emociones en un intercambio creativo y solidario con los demás.
El flechazo entre Bona y la enseñanza es recíproco. "El primer día nos dijo que lo más importante no era sacar buenas notas, sino que fuéramos buenas personas –dice uno de sus alumnos–. Nos subimos en las mesas y empezábamos a hablar, para perder la vergüenza. Ha sido un gran maestro, me ha enseñado a valorar lo que tengo, y a los animales y las personas".
Si el mejor premio de un maestro es oír que sus alumnos nunca le olvidarán porque ha influido de una manera determinante en sus vidas, ese galardón ya lo tiene, pero también ha recibido otros reconocimientos más oficiales e inesperados. Cuando Bona se hizo cargo de la escuela de Bureta, que solo tenía siete alumnos, se le ocurrió cohesionar a su grupo haciendo un cortometraje de cine mudo. Su título: 'La importancia de llamarse Applewhite'. Esta película se ha proyectado en festivales de medio mundo y ganó un premio del Ministerio de Educación. Para hacer el corto, propuso a los niños que hablaran con sus abuelos. Así valorarían sus raíces y aprenderían sobre sus orígenes.
Gracias a ello, los niños descubrieron cosas que no están en los libros, pero que les ayudan a construir y valorar sus cimientos subjetivos. Los abuelos expresaron lo que les hubiera gustado ser, y los nietos les hicieron cambiar el tiempo verbal, ponerlo en presente. En la película, los mayores escenificaron ese sueño incumplido, ayudados por sus descendientes.
Otro de sus logros fue El Cuarto Hocico, una protectora de animales virtual. Cuando daba clase en Muel, también en Zaragoza, llegó un circo en el que los niños pudieron ver el maltrato a los animales. Y se les ocurrió crear la protectora. Un libro con prólogo de la primatóloga Jane Goodall cuenta el proyecto, que tiene hoy alcance internacional.
Un maestro tiene la tarea de guiar al alumno y sacar a la luz sus potencialidades, respetando su personalidad y alimentando aquello que le va a servir para sentirse más seguro en la vida, para que aprenda a pensar y a ser propietario de sus conocimientos y su mundo emocional.
La sensibilidad de este maestro es tan alta como su fortaleza psíquica. Para introducir el conocimiento en los niños hay que tener en cuenta su psiquismo y sus necesidades. Solo puede ser educador quien es capaz de compenetrarse con empatía con el alma infantil. Para ello hay que llevarse bien con el niño que fuimos.
Reprimir la infancia, desconocer los conflictos del psiquismo infantil y privilegiar la acumulación de datos va en detrimento de una enseñanza en valores.
César Bona, maestro de Primaria de un colegio público de Zaragoza, es uno de los finalistas del Global Teacher Prize, un premio anual considerado el Nobel de los docentes. Promovido por la UNESCO, el galardón reconoce la educación fundamentada en la consolidación de valores y se entrega a un maestro que haya tenido un impacto inspirador en sus alumnos, en otros profesionales, en su comunidad y más allá de sus fronteras.
("Un buen maestro lo cambia todo", revista Mujer Hoy de 21/2/15)
 

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