lunes, 18 de mayo de 2015

Frank Cuesta y el caso de Yuyee

 
No es la 1ª ocasión en la que Frank Cuesta aparece en El hormiguero. La última vez fue recién encarcelada su ex mujer, Yuyee, aunque en aquel momento el presentador, Pablo Motos, no se tomó muy en serio su situación, quizá aún no del todo consciente de la magnitud del drama, y tuvo la simpleza de preguntarle que qué pasaba, si no se estaba divirtiendo, viéndolo tan serio y con sonrisas tan forzadas. El hecho de ir a un programa de entretenimiento por lo visto supone que te tienes automáticamente que poner a dar saltos como un mono y proferir risotadas sin parar. Para espectáculos así nos vamos al circo.
Pero el otro día el presentador, más consciente del alcance de lo que le había pasado a la familia de Frank Cuesta, metió menos la pata. Le hizo 1º preguntas sobre los nuevos capítulos de su programa, que promete ser tan interesante, sorprendente y salvaje como siempre. Pusieron algunas imágenes de episodios ya rodados, en los que atrapaba a un pequeño cocodrilo con el hocico muy alargado, especie muy rara de ver, o en el que una serpiente torcía los colmillos cuando la sujetaba por la cabeza para darle con el veneno en la cara. Le vimos un ojo inyectado en sangre y contó que estuvo 3 días muy malo, porque también le entró en la boca.
Pablo Motos bromeaba con la afición masoquista de Frank, su adicción a las emociones fuertes, que le lleva a sufrir en su propia persona todo tipo de situaciones límite de las que un hombre cuerdo huiría. Él reconoce que no le da miedo el dolor y que hasta le gusta, porque es un reto más a superar. Quiere ser capaz de sobrevivir incluso estando solo, como ya le ha pasado más de una vez. Le parece una pasada, para estupor general, sentir cómo el veneno de un oficio entra en tu cuerpo, atravesando la carne. No le importa experimentar con las serpientes, obligándolas a morderle en los dedos de las manos. Dice que ellas no te quieren morder, que hay que obligarlas. Increíble. Cree que el animal más peligroso de la Naturaleza es el hombre, ese tópico al que tanto se recurre, aunque se diría viéndole que es un claro ejemplo.
Con el tema de su ex mujer cambió el tono de la conversación. Frank Cuesta se atrevió a hablar sin tapujos de la trampa que le tendieron a la madre de sus hijos, cómo la detuvieron en el aeropuerto de Tailandia, a la vuelta de un viaje, con la excusa de que le habían encontrado droga. Las declaraciones fueron alteradas una y otra vez: 1º se dijo que había una cantidad de droga, pequeña, luego dijeron otra mayor; 1º dijeron que la hallaron en su bolso, luego en una maleta, después que la llevaba en la mano. La dejan libre para después de un año hacerle un juicio rápido y condenarla a 15 años de prisión. Allí lleva 11 meses, consumida, avejentada, hasta el punto de que el propio Frank duda que pueda llegar con vida a final de año. "Yuyee es una mujer que está para morir". No es difícil imaginar su estado de ánimo, separada de sus hijos, aún pequeños. Frank dice que lo son todo para ella, que dejó su carrera cuando estaba en su apogeo para formar una familia.
Los hijos la ven a través de un cristal un cuarto de hora a la semana, después de un viaje de muchas horas y una espera aún más larga. Ha perdido 20 kilos, lo cual en su caso, al ser una mujer tan menuda, es una barbaridad, y se le ha encanecido el pelo. Hacinada en una celda de 45 metros con otras 70 presas, en el momento que una se levanta para ir al servicio, al volver se queda sin sitio y tiene que esperar de pie a que otra haga lo propio. La mayoría optan por orinarse encima. Las cárceles tailandesas han tenido fama toda la vida de ser de las peores del mundo.
Frank Cuesta ha hablado con todo tipo de autoridades, aunque le dicen que como ha habido un golpe de Estado allí se han interrumpido las relaciones diplomáticas hasta que se restablezca una situación aceptable en el país. Dice que a pesar de lo reprobable que pueda ser que el Ejército tome el poder por la fuerza, la enorme corrupción que había ha disminuido considerablemente, que fue el motivo por el que han llegado a esa circunstancia, pues era algo intolerable. Comenta que el juez que encarceló a Yuyee ya no es juez.
De todos es sabido que Frank y su ex mujer llevan años luchando contra el maltrato animal y el comercio ilegal de especies exóticas, un negocio lucrativo en Tailandia. Son muchos los que deseaban ver al matrimonio perjudicado de todas las maneras posibles. Cuenta Frank que cierta persona con influencias ya le había amenazado un año antes con que todo lo que hacían lo iban a pagar caro, que le iban a hacer daño en lo que más le dolía y que le iban a partir el corazón.
Frank dice comprender que los presos españoles en Tailandia tengan prioridad a la hora de que las autoridades les reclamen o defiendan sus derechos, pero Yuyee es además inocente. No quiere nada para él o la que fuera su esposa, sólo piensa en sus hijos, que sí son españoles. Hace un llamamiento al Rey, ya que le han dicho que es el único que puede hacer algo, conceder el indulto o lo que sea. Me imagino al actual monarca queriendo ser magnánimo y teniendo que atender peticiones semejantes de una lista interminable de personas en situaciones parecidas. Si lo haces con una lo tienes que hacer con todas, no sólo porque sea una mujer famosa que ha estado casada con alguien que también lo es van a tener un trato de favor. Es una cuestión de humanidad siempre, da igual de quién se trate.
Pablo Motos reproduce en el estudio la situación de Yuyee utilizando unas vallas con las que acotan un espacio idéntico al que tiene en prisión. Voluntarios del público acceden a tumbarse o sentarse como pueden ahí para que nos hagamos una idea. Frank les agradece a todos el esfuerzo y le dice al presentador que ha hecho más de lo que cree, sabiendo que el programa tiene mucha audiencia. Al final le da un pequeño bajón, después de haber tenido que explicar por enésima vez su problema tan penoso con el que se siente impotente. Él saca fuerzas de flaqueza para afrontarlo todo y luchar pero está deprimido, agotado, se nota que está deseando que toda esta pesadilla acabe ya de una vez.
Es lamentable que haya paraísos como Tailandia que, en contrapartida, tengan infiernos como sus cárceles, donde los derechos humanos no existen, sobre todo si eres de allí. Frank dice que tratan un poco mejor a los extranjeros. Ojalá que salga todo bien al final, que no sea esta una injusticia más de las muchas que suceden en el mundo a diario. Es cierto que todos tenemos derecho a que nos presten ayuda, pero ellos, al ser tan conocidos y dedicándose a lo que se dedican, habiéndose convertido en personas tan familiares para el gran público, les hemos terminado cogiendo afecto y haciendo nuestras sus causas, las de la protección de los animales y esta, tan terrible, en la que se hallan inmersos. Con lo escrito en este blog espero sumarme al apoyo que ya reciben.

 


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