Ricardo nos enseña una
gran piscina turquesa de esas que por uno de los lados se confunde con el
infinito del mar. Es su rincón favorito. Desde allí puede contemplar todo
Formentera e Ibiza. Confiesa que sólo ha disfrutado la casa 3 días seguidos en
12 años, por la cantidad de trabajo que tiene. María dice que no lo puede
remediar, que él es así, y que si se quedara con ella en lugar de trabajar, que
es lo que realmente le gusta, la volvería loca. Ricardo dice que cuando ella se
harta de todo dice: "¡Me voy a Formentera!". María cree que tendría
que dar más cabida al disfrute, pero que nunca va a conseguir hacerlo cambiar,
está resignada. Él afirma que la tiene bastante abandonada por culpa del
trabajo, y ella opina que los dos son muy diferentes. "Por eso tal vez nos
complementamos. Él es más terrenal, yo soy más espiritual..."
Ricardo, mientras se da
un chapuzón en la maravillosa piscina, de pie recostado sobre el lado que cae
al precipicio y se confunde con el mar, dice que cuando el trabajo es un
placer no es un trabajo, y que él sólo ha buscado el éxito como satisfacción
personal, no el aplauso. María piensa que si siguen juntos es porque hay mucho
amor, "pero el amor que viene desde el niño interior, el de él y el
mío".
Se ve a Ricardo en las
oficinas del Pachá de Ibiza. Sentado en su despacho saca una tablet donde lee
que tiene una reunión de socios. Llega su secretaria, una chica joven que viste
muy informal. Abre su agenda y le dice que apunte algunas reuniones más en su
tablet. El empresario comenta guasón: "¡Cuánto hay que hacer para que
vengan a bailar!. Antes tenía una agenda y no había nada más, ni teléfono.
Abrías la agenda, leías lo que había (poco) y te ibas a la playa. Ahora tengo
que estar aquí hasta las 8 de la tarde, osea que imagínate tú el
progreso".
Ricardo contempla una
gran foto panorámica en blanco y negro que hay en su despacho. "Yo llegué
a Ibiza en el año 68 como turista. Estaba virgen total, estaba así",
señala la foto "y esto era una maravilla, esto era un cuento de
hadas". Cuenta que había un proyecto muy bonito, que era como una ría que
daba toda la vuelta a Ibiza y varios canales que confluían en ella. "Acabó
en el petardo este que hay ahora. El turismo en todo el país se ha hecho
bastante mal. No hay criterio, no hay cultura, y por lo tanto se hace todo
bastante mal".
Pino Sagliocco, promotor
internacional de conciertos, dice que Ibiza nace porque echan a la gente joven
de los clubes en Londres, el gobierno inglés decide cerrar las discotecas de la
ciudad para deshacerse de los drogadictos, y encuentran en Ibiza el paraíso. En aquel
entonces la gente hacía un recorrido por varias discotecas: Ku era más de masa,
y Amnesia era más cool. En los 90 Pachá se convirtió en el nuevo referente,
dando a conocer a los nuevos artistas emergentes, los DJ's. Fue una explosión:
lo que antes facturabas en un año ahora lo podías facturar en una noche.
El DJ David Guetta, que
llegó a la isla a principios de los 90 especializado en house, venía de París,
donde creía que tenían las mejores discotecas del mundo. En Ibiza se dio cuenta
de que no. La 1ª vez que vio una valla publicitaria con el rostro de un DJ se
quedó muy impactado.
Ricardo, de nuevo con sus
amigos en su barco, afirma que gasta 2 mil millones de las antiguas pesetas en
DJ's, más de 12 millones de euros por temporada. "Qué absurdo ¿no?.
Estamos en un mundo de locos..."
De nuevo en su despacho
del Pachá de Ibiza, nos enseña un amplificador de 300 vatios de los que se
usaban antes. "Con esto se bailaba fenomenal. Y ahora necesitan 80 mil
vatios. Menuda diferencia".
David Guetta dice que le
gusta hacer feliz a la gente, y eso le hace feliz a él. Se ve a Aoki, un DJ japonés,
dando tartazos al público y repartiendo champán. "Cuando te sientes uno de
ellos todos somos uno. Eso es una fiesta", afirma Guetta. Francisco Ferrer
dice que cuando llega David Guetta "la gente es como si vieran a un dios, ves
3.000 móviles que están grabando el momento en que él entra en la cabina".
Según Miguel Bosé "una sesión de DJ es mucho más que una canción, porque
te levanta, te suspende, te mantiene, te recupera, te reconstruye...¡te
estalla...!".
Carlos Martorell es más tajante, al decir que "es una música que está pensada para
subir el colocón de las drogas de diseño".
Ricardo, viendo un video de una de las sesiones, con la gente saltando y
levantando los brazos, dice que no saben bailar, sólo saben hacer aspavientos. "En mi época había más swing, había más estética. Ahora parece una
manada de gente que está viendo un partido de fútbol".
Su hijo mayor cree que es
difícil que un hombre de 76 años pueda entender cómo se hacen las cosas ahora,
y que por eso se frustra. Ricardo enseña una foto en la que aparecen sus 2 hijos y
su hija. Ella es la que va a llevar lo de Pachá porque a ellos no les gustan
nada las discotecas. Hugo, el mayor, se encarga de la ropa. Panchi, el 2º, de
las franquicias, e Iria la discoteca Lío.
De los 3 el de en medio,
Panchi, es el más rebelde, el más contestatario. Le reprocha
a su padre el que le haya dedicado más tiempo a su trabajo que a sus hijos.
"Yo llamo a mi padre Ricardo porque la mayor parte de las veces que trato
con él es de trabajo. Siempre le digo 'es tu hijo predilecto Pachá'. Lo ama".
Ricardo reconoce que no ha sido todo lo buen padre que hubiera querido ser, y
se arrepiente bastante por ello. Cada día tenía que estar en una discoteca
diferente, y sus hijos no lo veían. Panchi sigue con su alegato: "Estoy
deseando que deje de trabajar por muchos motivos, principalmente por él para
que descanse y disfrute de todo lo que ha luchado durante su vida, y por otra
parte porque a nosotros también se nos pasa el tiempo, nosotros también
queremos hacer cosas".
Ricardo confiesa que no
tiene tanto dinero como la gente cree, porque ha montado un hotel por todo lo
alto y ha invertido casi todo lo que tenía en él. Es el Pachá Ibiza Resort al
que antes aludía, con esa enorme piscina, y unos interiores modernos, blancos,
limpios, amplios, con detalles de hierro forjado en los techos, muy ibicenco,
puesto con mucho gusto. Según Hugo fue una inversión de 18 millones de euros,
la adquisición y reforma de un complejo que ya existía. Ricardo se queja de que
no les dejan hacer "chumba chumba" porque lo hace la competencia y no
está permitido. Salen unas imágenes de jóvenes bailando en la playa. Él lo
llama competencia desleal e ilegal, porque los hay que tienen el favor de las
autoridades, los que tienen el poder.
Panchi afirma que en los
últimos 4 o 5 años el grupo Pachá ha crecido a un ritmo vertiginoso. "Conseguir
estar en la cresta de la ola durante prácticamente 5 décadas es muy
difícil".
El diseñador Custo opina
que Ricardo ha sido un visionario y que gran parte de lo que es la isla actualmente
se lo deben a él. María, su mujer, dice que "tiene una grandísima
creatividad y originalidad, siempre se reinventa. El Lío es el broche de oro a
su carrera".
Ricardo dice que para
hacer Lío adquirió una discoteca,en el puerto de Ibiza, al mismo borde del mar,
y lo convirtió en cabaret. Cree que hay un resurgir de este género, después de
mucho tiempo en declive. Iria, su hija y administradora del local, cuenta que
cada año hay un nuevo concepto temático y que este año va a ser el cine. Los
cantantes se internan por entre las mesas mientras los clientes están cenando y
les cogen las manos, se dirigen a ellos, les hacen participar. Hay una gran
pasarela donde se realizan las actuaciones musicales. Un día llegó un árabe y la cuenta de su cena ascendió
a 102.000 €, y como le encantó el trato recibido y el espectáculo redondeó a
200.000 €.
Cada temporada se renueva
el servicio que atiende Lío. Los camareros deben tener un buen nivel de inglés,
entender de vinos y bebidas alcohólicas. No porque sean altos y guapos van a
conseguir el empleo. Los cocineros deben tener una buena preparación. Cada 40
minutos todos ellos hacen pequeñas coreografías de 30 segundos, entre las mesas
de los comensales, a las que muchos de estos se unen.
Ricardo, de nuevo en su
despacho de Pachá Ibiza, nos enseña un trofeo que le dieron hace 8 años, por el
que premiaban al Pachá de Nueva York como uno de los mejores clubs del mundo.
En un mapamundi que tiene en una pared se ven todos los sitios en los que hay un
Pachá. Asia y Oceanía son los únicos continentes donde todavía no existen. De
todos ellos su preferido es el de Cuba, "pero a mí si me quieres encontrar
me encontrarás en las Pitiusas, en Ibiza y Formentera".
Mientras navega en su barco con sus amigos va atardeciendo. Es un atardecer rosa en medio del
mar, surcando las aguas entre unas islas y otras. Ricardo, acompañado por 2 de ellos, dice que han
vivido aventuras extraordinarias, y cuando todo acabe señala al mar y dice que
quiere que sea allí donde todo se esfume. Los amigos le abrazan.
Se ve una imagen
de Ricardo, a lo lejos, sentado en la proa del barco mientras navega, en la que su
figura saludando con ambos brazos alzados se recorta oscura contra el mar y el
cielo rosado del ocaso. Parece que se despide y al mismo tiempo nos invita a ir por
allí. Sin duda nos estará esperando.
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