Risto Mejide ha cambiado de
programa pero sólo en parte. En El rincón de pensar mantiene el formato de la
conversación entre entrevistador y entrevistado en lugar de simple entrevista,
y él soltando por esa boca lo que le parece, aunque ahora está algo más moderado.
Se sigue intercalando durante la charla escenas y música que hacen alusión a lo que se está hablando. Ya no está el sillón de Viajando con Chester y cada vez en una ubicación diferente, en su lugar cambia el asiento según
quien venga invitado, que luego no se dona a causas benéficas, y se graba siempre en el estudio. Los invitados a los que llevó no pudieron ser más dispares: Dani Martín y Mario Conde.
A Dani Martín, el que fuera cantante de El canto
del loco, lo hizo sentarse sobre una vespa, y él también. Así, frente a frente,
estuvieron hablando de todo un poco. El cantante se mostró como un hombre
modesto, nada divo, muy auténtico, lleno de inseguridades y complejos y un gran inmaduro como él
mismo dijo. Le gusta estar solo en su casa, su
cama para él nada más, su sillón. Su incapacidad para mantener una relación
amorosa duradera ha hecho que a sus 38 años todavía no haya tenido hijos,
aunque desearía tener una niña. Le da envidia cuando ve a padres llevar a sus hijos al
fútbol o sitios así. Él quiere estar con el subidón permanente de adrenalina de
la 1ª fase del enamoramiento, pero eso no es posible.
Recordó los tiempos en que
integraba la banda con su primo y un amigo, época en que lo
pasaron tan bien, aunque luego fue una carga de la que no vio el momento de
librarse. Dice que le gustó hacer sus pinitos en el cine, pero él no se
considera actor, lo que le gusta es la música. Tampoco se considera cantante,
porque se compara con figuras como José Carreras o Whitney Houston. Cantar ha
sido su forma de comunicarse con el mundo. Cree que en las escuelas debería
haber una asignatura que nos enseñara a expresarnos con el corazón, a tocarnos,
a sentir nuestra piel y la de los demás, a ser auténticos. La cultura está
bien, pero hacen falta otras cosas.
Le preguntaron por la muerte de
su hermana, hace 9 años. Dice que a él y a su familia les cambió la vida, que
se había acostado el día anterior sin saber que a la mañana siguiente todo
sería distinto para siempre. Se invirtieron los roles familiares, él cuidó de
sus padres como si fueran hijos. Piensa que no hay peor tragedia que la de
perder a un vástago. Dice que a su hermana la recordará siempre. Se escucha parte
de la canción que le dedicó.
A Mario Conde lo hizo sentar en
un banco como los de la calle, por aquello de que fue banquero. Está muy
envejecido, y algo amargado. Pasó 6 años en la cárcel. Creía que había estado más. Se contradecía constantemente, pues por un lado
decía que no sabía por qué había hecho lo que había hecho, ya que él hace 22 años, cuando pasó todo,
tenía 39 y una carrera próspera, un montón de dinero en el banco, una familia a
la que quería y un nivel de vida más que acomodado. Pero por otro lado dice que
le tendieron una trampa, que fueron a por él, que como para ascender no siguió los
caminos tradicionales como los demás banqueros se lo hicieron pagar, que fue víctima de envidias,
y que cuando necesitó apoyos de aquellos a los que creía amigos, como el Rey
Juan Carlos, todos se lavaron las manos.
Habló de cifras, dio nombres,
recreó situaciones, para acabar lamentando, más que nada en el mundo, la
pérdida de la que fuera su 1ª mujer, de la que está convencido que enfermó a
causa del disgusto. Una vida destrozada en poco tiempo. Él sigue sintiéndose un
proscrito, rodeado de gente de poco fiar. Afirmó algo que no conseguí entender, que él había sido un delincuente jurídico pero no material. A veces parece que los banqueros se asemejan a los políticos, al utilizar las palabras combinadas de tal forma que no permiten ver las cosas como son.
Al final de cada charla el
invitado comparece aparte, sentado en un taburete alto, para dar su opinión
sobre cómo ha ido todo, las sensaciones que le ha provocado la conversación, los pensamientos
que le ha suscitado. Risto parece más moderado, con un look menos
oscuro, muy repeinado y sin gafas de sol. Poder
verle los ojos es como un milagro, aunque el cambio también tiene su finalidad, ya que como es malicioso utiliza las
miradas para hacer burla o poner en duda cosas que le dicen, como si fuera
Dios, estuviera en posesión de la verdad absoluta y hubiera que rendirle
cuentas, vamos, lo de siempre. Pero en fin, ya le conocemos y si le seguimos viendo es por otras
cosas de él que sí merecen la pena.
Lo que me parece inusual es la hora de emisión, pasada la medianoche. Yo lo he tenido que ver en Internet porque a esas horas la mayoría estamos ya en la cama. Me pregunto si no será una medida de castigo por todo lo ocurrido con Mediaset, para la que trabajaba antes. Es como decir te dejamos que te vayas pero no de rositas. Él ya les dedicó unas palabras en la 1ª entrega que emitió, se va a quedar con las ganas de decir lo que piensa. Eso es lo que más gusta de él. Desde luego allá donde va parece el dueño y señor de todo. Cuánto morbo despierta, nada que ver con Pepa Bueno, su sustituta en el anterior programa. Ella es buena periodista, pero le falta sal y pimienta, aunque le sobra bondad y buenhacer profesional.
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