Creíble, entregada y
sobresaliente, así es la mejor intérprete de su generación. Una estrella con
los pies en la tierra, más preocupada por su familia que por su fama.
Winslet, que empezó su carrera a
los 17 años con una interpretación sobresaliente en Criaturas celestiales, de
Peter Jackson, lleva sometida al escrutinio mediático desde los 19, cuando
logró su 1ª nominación a un Oscar por Sentido y sensibilidad. A los 22, esa
presión se multiplicó hasta el infinito cuando el hundimiento cinematográfico
del Titanic la convirtió en megaestrella de la noche a la mañana. Dieciocho años
después de la película, Leonardo di Caprio y ella siguen siendo buenos amigos.
La misma amistad que le une a Guy Pierce, su coprotagonista en la serie de la
HBO Mildred Pierce; o a Alan Rickman, con quien se casó ficticiamente al final
de Sentido y sensibilidad y a cuyas órdenes ha rodado A liltle chaos.
“Para mí la belleza es una
actitud”, sentencia. Y lo lleva a su terreno día a día. A punto de cumplir los
40, Winslet (sin duda, la mejor actriz británica de su generación) lo tiene
superado casi todo en esta vida. Desde que la prensa se meta con sus curvas
hasta que pongan el grito en el cielo porque haya llamado ‘bear’ (oso, en
inglés) a su último retoño. Ella hace caso omiso, se pone el mundo por montera
y disfruta de todas las elecciones que ha hecho en su vida. Y de lo afortunada
que se siente por vivir en la costa de Cornwall, en Inglaterra, muy alejada de
los focos de Hollywood.
Winslet se ha casado tres veces:
con el asistente de dirección Jim Threapleton, con el director de cine Sam
Mendes y, hace apenas tres años, con el sobrino del millonario Charles Branson,
que responde al curioso nombre de Ned Rockandroll. La suya es una de esas
historias de amor que Kate podría haber protagonizado en una película.
Se conocieron en la isla privada
que Branson tiene en el Caribe, Necker Island, a donde Kate acudió a pasar unos
días de vacaciones en 2011 con su novio de entonces, el modelo Louis Dowler.
Pero el huracán Irene se cruzó en sus vidas, incendió la mansión en mitad de la
noche y dejó claro que Kate tiene madera de heroína porque tuvo la calma y la
sangre fría de poner a salvo a sus hijos y, de paso, a la nonagenaria madre de
Branson.
La hazaña le valió el
agradecimiento público del dueño de Virgin y el amor incondicional de su
sobrino, con quien ha formado su último hogar. Uno en el que ella misma cocina
para los amigos que inundan sus rincones y en el que se encarga personalmente
de vaciar el lavavajillas. Porque si de algo se siente orgullosa Winslet es de
la normalidad de su vida: ni entrenadores ni gurús de las dietas, lo suyo es
caminar por las colinas, hacer yoga y llevar a sus hijos al colegio. Ellos son
lo más importante de su existencia.
Se ha tomado un año sabático para
ver crecer al pequeño y siempre se ha llevado a Mia (13 años, de su primer
marido), y a Joe (11 años, su hijo con Sam Mendes) a todas partes con ella. Y
es precisamente ahora que encarna a la mala malísima de una trilogía de
historias para adolescentes, cuando sus hijos empiezan a fijarse en las cosas
que hace su madre.
“A Joe le sorprendió muchísimo
saber que estoy en el Libro Guinness de los récords”, contaba divertida en una
entrevista reciente. Su inclusión se debe a que, a los 31 años, era la mujer
más joven en recibir cinco nominaciones a los Oscar. Nadie lo ha superado hasta
ahora.
Su audacia interpretativa, sus
elecciones poco convencionales y la intensidad con la que aborda cada papel
deja a todos con la boca abierta. Y aunque todas sus actuaciones son notables,
si le preguntas a ella, te dirá que tiene tres personajes favoritos: Juliet, de
Criaturas celestiales; Rose, de Titanic; y Clmentine, de Olvídate de mí. “Me
atraen los papeles originales. Pero el mayor desafío, y lo más divertido de
todo, es pasar de uno a otro completamente diferente”, concluye.
(Kate al natural, reportaje
publicado en la revista Mujer Hoy de 21/2/15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario