- Se nos fue la primavera, que este año ha sido
larga e intensa como pocas. Y cuando digo intensa me refiero a las inundaciones
y al granizo del tamaño de pelotas de golf que han asolado algunas zonas de nuestro país.
Acostumbrados a pasar directamente del invierno al verano, en esta ocasión
hemos disfrutado de un largo periodo que para mi gusto debería durar más que
otras estaciones, por lo agradable que es: brisa fresca, cielo azul, sol que no
quema. Esa estación intermedia en la que no hace ni frío ni calor es mi
preferida.
Y dónde mejor puede disfrutarse que en zonas donde hay campo. Por eso me gusta mucho
Boadilla, la zona donde vive una de mis amigas, porque el casco urbano está
rodeado de Naturaleza. Ella se pasea por montes, praderas y bosques en cuanto
el buen tiempo lo permite. A mí también me gustaría vivir en un lugar así, porque los
parques de la capital no son
suficientes, no se pueden comparar al campo. Ahí sí que la primavera se puede
gozar en todo su apogeo.
Madrid Río |
- Malditas bicicletas, para quien no sepa
llevarlas. Ahora que están tan de moda, lo que es estupendo por muchas
razones (ejercicio físico, no contaminación, nos hace ponernos al nivel de
otros países europeos), llevado a ciudades como Madrid no sé hasta qué punto es
un acierto. Las cosas funcionan según quién las utilice, y en un sitio como la
capital donde hay tantas prisas y tan poca educación, la conducción de
bicicletas puede ser algo realmente temerario. No he visto un solo ciclista que
respete los semáforos ni las señales. Cuando van por carretera se lo saltan
todo, supongo que porque no se consideran a sí mismos vehículos. Pero tampoco por la
acera se consideran peatones. Los hay que son muy hábiles sorteando a la gente (admiro esos
reflejos), pero creo que a la velocidad que van se arriesgan en exceso y
ponen en peligro la integridad de los demás.
Lo que hicieron
en Madrid Río, permitiendo que los paseantes se mezclen con las bicicletas,
patines y patinetes, es un error y un peligro en potencia. En algunos tramos,
como los que pasan por mi barrio y zonas cercanas, el espacio que hay es tan estrecho y
la velocidad de los que van sobre ruedas tan grande, que por obra de un milagro
no se producen un montón de desgracias a diario. Además que no te permite
pasear con tranquilidad, hay que ir esquivando a los “deportistas” que
avasallan y se creen que todo el territorio les pertenece. Por si fuera poco hay hasta
bicicletas de 4 ruedas con asientos y toldillo, y de esas otras para ir
tumbado. Parece un circo.
Y otra cosa que
no entiendo y me parece también un error es el carril bicicleta que atraviesa
la Puerta del Sol. Va en sentido contrario al de los vehículos, pero eso no lo
sabe nadie, a no ser que estés acostumbrado a ir con frecuencia por ahí y ya te hayas percatado. Yo
hace poco miraba en la dirección en que vienen los coches, esperando que
dejaran de pasar para poder cruzar, sin darme cuenta de que también debía mirar
en la dirección opuesta porque por allí venían las bicicletas. A poco me
arrolla una, menos mal que era un ciclista avezado, de esos que van con el equipo completo como si fueran al Tour de Francia, y supo esquivarme
a tiempo.
Para colmo,
mucha gente espera a que terminen de pasar los coches de pie en el
carril bicicleta y no en la acera, como si por allí no fuera a circular nadie.
El otro día vi que lo hacía una mujer que llevaba un cochecito de bebé. Menos mal que pudo cruzar cuando ya estaba a punto de venir un ciclista, del que no se percató en ningún momento.
Las calles de
Madrid están saturadas de mobiliario urbano, de vehículos de todas clases y de
gente. Habría que despejar un poco todo para permitir que los transeúntes
caminen con tranquilidad o se paseen a gusto. Si no hay casi sitio para pasar
o hay que ir sorteando obstáculos es como si estuviéramos en un
videojuego, y resulta agotador. Estas son las cosas que hacen de una gran ciudad un
lugar estresante en el que a veces es difícil vivir.
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