jueves, 13 de agosto de 2009

Amores adictivos



Ha caído en mis manos un artículo muy interesante sobre lo que llama “los amores adictivos”. Según su autor, el adicto comienza a confundir el amor con algo que podría denominarse “obsesión”. Se siente atraído hacia personas inadecuadas para tener una relación sana, normalmente individuos incapaces de comprometerse afectivamente, emocionalmente inaccesibles por un motivo u otro.
El adicto interpreta todos estos rasgos como señales de que la otra persona está necesitada e intenta ayudarla, salvarla, curarla o cambiarla con el poder de su amor.
La seducción y la sexualidad son los factores puestos en juego en la dinámica de este tipo de relaciones. Hay en los encuentros sexuales mucha magia, romanticismo, erotismo y sensualidad. El esfuerzo por complacer se centra en esta faceta. El sexo se convierte entonces en un arma de doble filo.
Los intentos por retener y/o cambiar al otro no dejan de ser una forma de manejar y controlar. Por este motivo, la respuesta que suelen obtener es el desprecio, el maltrato, la depresión o un mayor alejamiento emocional. Todo esto lleva al adicto a reforzar sus intentos dando más “amor”: aumenta la concentración en la conducta del otro, dependen cada vez más en lo afectivo de la otra persona.
De este modo van abandonando sus intereses personales, sienten furia e impotencia y pueden aparecer síntomas físicos y psíquicos de absoluto desgaste.
En un punto avanzado de la adicción, si una de las partes trata de distanciarse o interrumpir la relación, se produce el síndrome de abstinencia, igual que a cualquier adicto a quien se le suspende el uso de una droga: un estado físico y mental de profundo dolor, sensación de vacío, insomnio, llanto, angustia, miedo, etc.
Según el artículo, “la raíz de esta obsesión no es el amor, sino el miedo. Miedo a estar solo, al abandono, a no ser digno, a ser ignorado. En este proceso se da un deterioro de la autoestima, la dependencia es cada vez mayor y más perjudicial”. Yo creo que todo va metido en el mismo saco: el miedo, la inseguridad y, por qué no, el amor. Los motivos por los que una persona se enamora de otra siguen siendo inexplicables, carecen de toda lógica, y el camino por el que te lleve ese nuevo estado del corazón puede ser inesperado. En teoría todos esperamos que las cosas vayan bien, pero si nos vemos avocados a una situación infernal a la que no ponemos remedio inmediatamente, puede deberse a lo que el artículo sigue explicando.
Las personas con relaciones amorosas adictivas pertenecen a familias disfuncionales, que son aquellas que no satisfacen sus necesidades afectivas básicas, en lun entorno en el que hay muchas palabras no dichas, rigidez en los papeles de cada cual y sin libertad para expresar deseos o sentimientos.
Las personas adictas han aprendido desde su infancia a negar sus propios sentimientos, a aparentar estar bien aunque estén sufriendo, a ayudar a otros aunque estén vacías, a seducir aunque por dentro estén llenas de miedo.
Hay una serie de peculiaridades en este tipo de relaciones:
1 – En ellas impera el dramatismo, el caos, la excitación, el sufrimiento y con frecuencia un alto voltaje de erotismo y sexualidad.
2 –Los adictos realizan todo tipo de sacrificios personales, postergándose a sí mismos y a sus propios intereses vitales a favor del otro.
3 –Cuanto más problemática, difícil e imposible sea el lazo que los une, mayor es la atracción que sienten por ella.
4 –Destacan lo bueno y ocultan lo malo de la relación, frente a sí mismos y los demás. Se autoengañan.
5 –Tienen pánico al abandono y por eso están dispuestos a hacer cualquier cosa para evitar que la relación se disuelva.
En resumen, una relación es adictiva cuando produce daño, perjudica la salud física y psíquica y, sin embargo, la persona no puede liberarse de ella. Así como el adicto a una sustancia necesita y tolera cada vez más cantidad de sustancia tóxica, las personas con adicción amorosa soportan increíbles cantidades de sufrimiento en sus relaciones.
Supongo que tener una adicción así, como tener cualquier otra, es lo mismo que asomarse al abismo. Tiene que haber alguna motivación en el entorno del adicto lo bastante fuerte e importante como para querer salir de ese círculo vicioso, aparte de la ayuda terapéutica. Esto supone un esfuerzo diría yo que sobrehumano, te sobrepones a tus necesidades y tus llamémosles “disfunciones” para poder escapar de una situación así.
Y sin embargo es un dolor que me recuerda al que tenemos las mujeres cuando parimos, en el momento es insoportable, pero al cabo de no mucho tiempo se olvida, ya no recuerdas el grado y el alcance que tuvo. Será porque son dolores que tienen una base común: el amor por otro ser.

2 comentarios:

Isthar dijo...

Genial!!!!!

pilarrubio dijo...

Me alegra que te haya gustado Isthar. Un saludo!. Pilar.

 
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