Hay un cartel publicitario últimamente por la calle que me saca un poco de quicio. En él se ve a un hombre que está en una entrevista de trabajo y le están preguntando si tiene previsto quedarse embarazado próximamente. Una frase impresa encima dice que si esa pregunta resulta absurda en un hombre, por qué no es igualmente absurda en una mujer.
Desde el punto de vista de un empresario no es tan absurda. Es evidente que una mujer que ha sido madre necesita un periodo de descanso para reponerse, y su pareja sólo puede disfrutar de una pequeña parte de ese tiempo si la mujer está de acuerdo en incorporarse al trabajo antes y dejarle a él el resto de la baja. Un empresario no es un especialista en derechos humanos, y no me refiero sólo a las pésimas condiciones de trabajo que existen en sectores como el de la construcción. En unas oficinas también puede haber condiciones laborales precarias, discriminación y postergamiento. Lo único que interesa es lo productivos que podamos llegar a ser, si surge cualquier otra contingencia es asunto tuyo.
Que se ponga como condición el no quedar embarazada para que te contraten es algo que existe desde hace mucho tiempo. El poder es unidireccional: el empresario pone las condiciones, y si no te gustan te puedes ir por donde has venido. La mujer que es preguntada por cuestiones tan personales para saber si es apta para un puesto de trabajo podría a su vez preguntar si el empresario tiene intención de meterla mano en el futuro, por ejemplo, cosa que también sucede con demasiada frecuencia. A lo mejor eso está dentro de las condiciones de trabajo tácitamente aceptadas, eso no es cuestionable. Otra cosa por la que un hombre que quiere conseguir un empleo no se tiene que preocupar, sí que sería absurdo preguntarle si se va a dejar meter mano próximamente, es impensable.
Hay preguntas que a una mujer se le hacen y a un hombre no, y eso será así siempre, nos guste o nos parezca mal. Y no creo que sea una cuestión de simple machismo, sino de beneficio empresarial.
Es imposible que la igualdad plena entre mujeres y hombres se alcance nunca, entre otras cosas porque no somos iguales por naturaleza. Lo interesante sería convivir respetando cada uno nuestras señas de identidad sin estorbarse.
Nosotras tenemos algunas desventajas para el mundo laboral e incluso el deportivo por nuestro menor vigor físico y por la maternidad. Pero en otros países esto no se ve como un hándicap sino como una situación que viene así planteada de antemano y para la que se buscan soluciones. En Austria una mujer tiene una excedencia pagada hasta que el hijo cumple la mayoría de edad, y un dinero que el Estado el da por ese hijo hasta que consigue su primer trabajo. El problema no está en la igualdad de género sino en las políticas sociales tercermundistas que existen en este país.
Los puestos de trabajo de más relevancia están copados por lo hombres. Dicen que porque son más inteligentes que nosotras. Será más bien porque ellos no tienen lo que últimamente se conoce como el ” techo de cristal”, una barrera invisible que impide a la mujer llegar hasta más allá de un límite en su ascenso laboral y en el reconocimiento a sus méritos. Cuando una mujer ocupa un puesto así se la mira con desconfianza, se la cuestiona, se intenta ver si tiene alguna rareza que la ha permitido conseguir lo que otras no han podido. Es cierto que una mujer en esas condiciones suele adoptar un estilo un tanto “masculino”, más que nada porque en realidad se mueve en un territorio de hombres y se ve obligada a seguir las reglas del juego que ellos imponen. Aunque esté en lo más alto, es como si estuviera de prestado, por azar, de rebote, temporalmente, sigue constituyendo algo anacrónico, una excepción.
No sé si alguna vez conseguiremos romper ese techo de cristal, pero el día que eso suceda el mundo será un poco mejor para todos.
Desde el punto de vista de un empresario no es tan absurda. Es evidente que una mujer que ha sido madre necesita un periodo de descanso para reponerse, y su pareja sólo puede disfrutar de una pequeña parte de ese tiempo si la mujer está de acuerdo en incorporarse al trabajo antes y dejarle a él el resto de la baja. Un empresario no es un especialista en derechos humanos, y no me refiero sólo a las pésimas condiciones de trabajo que existen en sectores como el de la construcción. En unas oficinas también puede haber condiciones laborales precarias, discriminación y postergamiento. Lo único que interesa es lo productivos que podamos llegar a ser, si surge cualquier otra contingencia es asunto tuyo.
Que se ponga como condición el no quedar embarazada para que te contraten es algo que existe desde hace mucho tiempo. El poder es unidireccional: el empresario pone las condiciones, y si no te gustan te puedes ir por donde has venido. La mujer que es preguntada por cuestiones tan personales para saber si es apta para un puesto de trabajo podría a su vez preguntar si el empresario tiene intención de meterla mano en el futuro, por ejemplo, cosa que también sucede con demasiada frecuencia. A lo mejor eso está dentro de las condiciones de trabajo tácitamente aceptadas, eso no es cuestionable. Otra cosa por la que un hombre que quiere conseguir un empleo no se tiene que preocupar, sí que sería absurdo preguntarle si se va a dejar meter mano próximamente, es impensable.
Hay preguntas que a una mujer se le hacen y a un hombre no, y eso será así siempre, nos guste o nos parezca mal. Y no creo que sea una cuestión de simple machismo, sino de beneficio empresarial.
Es imposible que la igualdad plena entre mujeres y hombres se alcance nunca, entre otras cosas porque no somos iguales por naturaleza. Lo interesante sería convivir respetando cada uno nuestras señas de identidad sin estorbarse.
Nosotras tenemos algunas desventajas para el mundo laboral e incluso el deportivo por nuestro menor vigor físico y por la maternidad. Pero en otros países esto no se ve como un hándicap sino como una situación que viene así planteada de antemano y para la que se buscan soluciones. En Austria una mujer tiene una excedencia pagada hasta que el hijo cumple la mayoría de edad, y un dinero que el Estado el da por ese hijo hasta que consigue su primer trabajo. El problema no está en la igualdad de género sino en las políticas sociales tercermundistas que existen en este país.
Los puestos de trabajo de más relevancia están copados por lo hombres. Dicen que porque son más inteligentes que nosotras. Será más bien porque ellos no tienen lo que últimamente se conoce como el ” techo de cristal”, una barrera invisible que impide a la mujer llegar hasta más allá de un límite en su ascenso laboral y en el reconocimiento a sus méritos. Cuando una mujer ocupa un puesto así se la mira con desconfianza, se la cuestiona, se intenta ver si tiene alguna rareza que la ha permitido conseguir lo que otras no han podido. Es cierto que una mujer en esas condiciones suele adoptar un estilo un tanto “masculino”, más que nada porque en realidad se mueve en un territorio de hombres y se ve obligada a seguir las reglas del juego que ellos imponen. Aunque esté en lo más alto, es como si estuviera de prestado, por azar, de rebote, temporalmente, sigue constituyendo algo anacrónico, una excepción.
No sé si alguna vez conseguiremos romper ese techo de cristal, pero el día que eso suceda el mundo será un poco mejor para todos.
2 comentarios:
Hola, estoy de acuerdo contigo en algunas cosas que planteas el articulo, probablemente tengas razón. Como sea, me gustó tu blog
Un saludo desde colombia, pasa por mi blog cuando puedas
Me pasaré por tu blog. Me alegro que te gustara el mío. Un saludo
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