Hay siempre escenas en casi todas las películas que, por alguna razón, quedan grabadas en nuestra memoria para siempre y constituyen un preciado tesoro nostálgico al que podemos recurrir cuando algo de lo que nos sucede en nuestra vida nos lo hace revivir. Son momentos inolvidables del cine que por su dramatismo, su romanticismo, su frescura, su profundidad o por cualquier otro motivo, hacen que se despierte en nosotros sensaciones y emociones que normalmente están ocultos. Momentos-cumbre, de esos que ponen la piel de gallina o nos llevan a un estado de inquietud fuera de lo corriente. He aquí algunos de ellos:
- Clark Gable intenta enseñarle a Claudette Colbert cómo hay que parar un coche en “Sucedió una noche”. El protagonista le muestra diversas formas de usar el pulgar y mover el brazo, y el convencimiento con que lo hace a pesar de no obtener resultados produce hilaridad. Tendrá que ser ella, alzándose un poco la falda y enseñando las piernas, la que consiga hacer que un coche se detenga. Ingenua y coqueta. Memorable la cara que se le queda a él.
- Robert Redford le lava la cabeza a Meryl Streep en “Memorias de África”. Esa escena en la que él derrama el agua, con absoluta delicadeza, sobre el pelo de ella, en medio de una sabana luminosa, la rubia belleza de ambos resaltando sobre el color del paisaje, posee una sensualidad y un erotismo inusitados, al mismo tiempo que nos muestra la armonía, la sencillez y la paz que el amor, aunque sea sólo en fase latente, puede llegar a tener.
- “Cautivos del mal”. Kirk Douglas se encara con Lana Turner para revelarle al fin la verdadera naturaleza de su personalidad, cuando ella lo descubre a él con otra mujer. Ella le mira, presa del estupor, incapaz de reaccionar, una certeza horrible haciéndose paso en su mente. Él, puesto al descubierto su lado más oscuro, se siente sumamente inquietado en lo más profundo de su ser y le grita fuera de sí: “Quizá me gusten las mujeres despreciables como ella. ¡Borra esa mirada de tu cara!. ¿Quién eres tú para volverme del revés y decidir cómo tiene que ser mi vida?. Ahora ya lo sabes, ya puedes irte y sentir compasión de ti misma. ¡Fuera de aquí!. ¡¡Fuera!!”. Esta escena constituye el momento más desgarrador de un desengaño, el vacío infinito de él, incapaz de controlar ese aspecto de su vida, la destrucción interior de ella. Ambos están magníficos, es mi momento cinematográfico preferido. Si se llevara al teatro, el público la ovacionaría puesto en pie.
- Cary Grant en “Historias de Filadelfia”, le dice a Katharine Hepburn, junto a una piscina, cuál es el problema que le impide a ella tener una vida feliz. “Eres como una diosa, siempre distante. Hay una luz en ti que parece de otro mundo. Jamás pierdes la compostura. Hasta que no te hagas humana no serás capaz de querer de verdad a nadie”. Las vírgenes casadas pese a los matrimonios, que dijo el padre de la protagonista. Ella se pregunta qué les pasa a todos, pues ese día él no es la única persona que le ha dicho eso. La inseguridad, la duda, se empiezan a apoderar de ella, todas las estructuras de su vida se tambalean. Se pregunta quién es ella realmente.
- “Único testigo”. Ella mira a Harrison Ford, que está dormido, mientras permanece a su lado en la cama, convaleciente. Una imagen sin palabras, la atmósfera envolvente, cálida. Un momento de paz y ternura en medio de una sucesión continuada de situaciones peligrosas y violentas. Cuando ella también se duerme, agotada, es él el que abre los ojos y la mira, intensamente. Aún saben muy poco el uno del otro. Al despejarse un poco ella, él finge que está dormido. Temeroso y avergonzado, no quiere que ella pueda ver en su mirada lo que siente.
- En “Thelma y Louise”, Susan Sarandon le dice al hombre que pretende abusar de su amiga, después de conseguir amedrentarlo, que debería saber cuándo una mujer no se lo está pasando bien. Es estremecedor ver en sus ojos el odio y el desprecio infinitos, consecuencia de toda una vida de maltrato e incomprensión. Feminismo terminal, inevitable. La escena final de ellas dos saltando con el coche por un precipicio es desgarrador. La muerte como única salida a tanta desesperación, como la única posible liberación.
- Dustin Hoffman en “Rainman”, descubre frente a la bañera llena de agua hirviendo por qué le apartaron de su hermano pequeño cuando éste era un niño. Tom Cruise sorprendido al desvelarse el misterio que ha envuelto su vida. El pasado resurge con todo su inmenso, inesperado dolor. La verdad, que pone las cosas en su sitio. La compasión, sentimiento que hasta hacía poco desconocía, del hermano menor por su hermano mayor.
- Charlton Heston en “Ben-Hur”. Siguiendo a su novia descubre que su madre y su hermana, a las que le habían hecho creer que habían muerto, se están consumiendo en el valle de los leprosos. La desesperación, la impotencia, la pena más honda, la ternura y los abrazos que les da a ellas, pese a que le rechazan para no contagiarle y para que no las vea así, son conmovedores. La escena de Jesús pasando a su lado, apenas una sombra, que obra el milagro de su curación. La fe más intensa, la bondad del corazón, la tristeza por el destino de nuestro Señor, todo ello reflejado en sus rostros cuando le ven pasar con su Cruz.
- Robert Redford le lava la cabeza a Meryl Streep en “Memorias de África”. Esa escena en la que él derrama el agua, con absoluta delicadeza, sobre el pelo de ella, en medio de una sabana luminosa, la rubia belleza de ambos resaltando sobre el color del paisaje, posee una sensualidad y un erotismo inusitados, al mismo tiempo que nos muestra la armonía, la sencillez y la paz que el amor, aunque sea sólo en fase latente, puede llegar a tener.
- “Cautivos del mal”. Kirk Douglas se encara con Lana Turner para revelarle al fin la verdadera naturaleza de su personalidad, cuando ella lo descubre a él con otra mujer. Ella le mira, presa del estupor, incapaz de reaccionar, una certeza horrible haciéndose paso en su mente. Él, puesto al descubierto su lado más oscuro, se siente sumamente inquietado en lo más profundo de su ser y le grita fuera de sí: “Quizá me gusten las mujeres despreciables como ella. ¡Borra esa mirada de tu cara!. ¿Quién eres tú para volverme del revés y decidir cómo tiene que ser mi vida?. Ahora ya lo sabes, ya puedes irte y sentir compasión de ti misma. ¡Fuera de aquí!. ¡¡Fuera!!”. Esta escena constituye el momento más desgarrador de un desengaño, el vacío infinito de él, incapaz de controlar ese aspecto de su vida, la destrucción interior de ella. Ambos están magníficos, es mi momento cinematográfico preferido. Si se llevara al teatro, el público la ovacionaría puesto en pie.
- Cary Grant en “Historias de Filadelfia”, le dice a Katharine Hepburn, junto a una piscina, cuál es el problema que le impide a ella tener una vida feliz. “Eres como una diosa, siempre distante. Hay una luz en ti que parece de otro mundo. Jamás pierdes la compostura. Hasta que no te hagas humana no serás capaz de querer de verdad a nadie”. Las vírgenes casadas pese a los matrimonios, que dijo el padre de la protagonista. Ella se pregunta qué les pasa a todos, pues ese día él no es la única persona que le ha dicho eso. La inseguridad, la duda, se empiezan a apoderar de ella, todas las estructuras de su vida se tambalean. Se pregunta quién es ella realmente.
- “Único testigo”. Ella mira a Harrison Ford, que está dormido, mientras permanece a su lado en la cama, convaleciente. Una imagen sin palabras, la atmósfera envolvente, cálida. Un momento de paz y ternura en medio de una sucesión continuada de situaciones peligrosas y violentas. Cuando ella también se duerme, agotada, es él el que abre los ojos y la mira, intensamente. Aún saben muy poco el uno del otro. Al despejarse un poco ella, él finge que está dormido. Temeroso y avergonzado, no quiere que ella pueda ver en su mirada lo que siente.
- En “Thelma y Louise”, Susan Sarandon le dice al hombre que pretende abusar de su amiga, después de conseguir amedrentarlo, que debería saber cuándo una mujer no se lo está pasando bien. Es estremecedor ver en sus ojos el odio y el desprecio infinitos, consecuencia de toda una vida de maltrato e incomprensión. Feminismo terminal, inevitable. La escena final de ellas dos saltando con el coche por un precipicio es desgarrador. La muerte como única salida a tanta desesperación, como la única posible liberación.
- Dustin Hoffman en “Rainman”, descubre frente a la bañera llena de agua hirviendo por qué le apartaron de su hermano pequeño cuando éste era un niño. Tom Cruise sorprendido al desvelarse el misterio que ha envuelto su vida. El pasado resurge con todo su inmenso, inesperado dolor. La verdad, que pone las cosas en su sitio. La compasión, sentimiento que hasta hacía poco desconocía, del hermano menor por su hermano mayor.
- Charlton Heston en “Ben-Hur”. Siguiendo a su novia descubre que su madre y su hermana, a las que le habían hecho creer que habían muerto, se están consumiendo en el valle de los leprosos. La desesperación, la impotencia, la pena más honda, la ternura y los abrazos que les da a ellas, pese a que le rechazan para no contagiarle y para que no las vea así, son conmovedores. La escena de Jesús pasando a su lado, apenas una sombra, que obra el milagro de su curación. La fe más intensa, la bondad del corazón, la tristeza por el destino de nuestro Señor, todo ello reflejado en sus rostros cuando le ven pasar con su Cruz.
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