miércoles, 5 de agosto de 2009

En honor a la verdad (XXV)


- Hay mujeres que disfrutan mucho viendo a los hombres pelearse por ellas, se sienten halagadas cuando varios congéneres del sexo opuesto se interesan por su persona hasta el punto de entrar en conflicto entre ellos, y que corra la sangre. Ésto le pasa sobre todo a las mujeres a las que les han hecho daño en el amor. Es muy cruel y lamentable, porque siempre hay alguien que sale herido, y suele pasar que el que resulta victorioso no es precisamente el que en justicia se lo merezca más. El corazón no entiende de razonamientos lógicos.
En realidad no hacemos sino repetir las pautas de comportamiento del reino animal: los machos se disputan la posesión de las hembras, bien tan cotizado al menos como el territorio.
Estas competiciones que me parecen incluso vergonzosas y humillantes para todos los que participan en ellas, son absurdas en realidad. La rivalidad debe darse en ámbitos como los deportes o el mundo laboral. No todo tiene que ser como vivir en la selva.
En el amor y en la guerra no todo debería estar permitido.

- Escuché en televisión hace tiempo a un guionista norteamericano que hizo una serie de éxito años ha, que dijo que muchas de las peripecias que le sucedían al protagonista las había sacado de su propia vida, entre ellas la de que a veces le da por hacer el amor mientras está dormido. Yo creía que en sueños se pueden hacer muchas cosas, hablar, reír, ser sonámbulo, pero lo de practicar sexo nunca lo había oído decir. Al día siguiente no se acordaba de nada. Y lo peor de todo: según su mujer, lo hacía mejor dormido que despierto. Será que durante el sueño la mente está desinhibida, salen a relucir los deseos ocultos en el subconsciente y nos ponemos más intensos.
De todas formas, a mí me parece que las cosas más interesantes de la vida es mejor hacerlas plenamente consciente de ellas, sobre todo porque luego lo puedes recordar.

- No entiendo el éxito que ha tenido siempre el programa de televisión “Saturday night live”. A lo mejor es que hay que vivir en EEUU para comprender su trascendencia. La telebasura hace décadas que extendía sus tentáculos allende nuestras fronteras, y por desgracia ha llegado hasta aquí. Es como una epidemia, o como un chapapote.
Al tener tan gran acogida, la primera vez que lo vi iba preparada para disfrutar de un producto de entretenimiento que yo creía divertido e ingenioso. Qué decepción me llevé. No lo incluiría jamás en una oferta televisiva mínimamente interesante.
Supongo que los personajes famosos que se prestan a aparecer en él lo hacen para aumentar su popularidad, ya que en Norteamérica se emite en una franja horaria caliente.
En él se suceden sin descanso torpes imitaciones, se burlan de todo el mundo y de forma muy chabacana, es un humor miserable, mezquino y de mal gusto, procaz y simplón. No comprendo cómo la gente puede reír con esas cosas, será que estamos perdiendo la chaveta.

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