lunes, 16 de noviembre de 2009

El mundo de las animaciones




Siempre he sido una rendida admiradora de los dibujos de Walt Disney, pienso que nadie ha conseguido después de él la magia, el estilo y la creatividad sin efectismos de que fue capaz.
Bugs Bunny me hizo pasar ratos inefables en mi niñez. Todavía no resisto la risa cuando le oigo decir, mirando de soslayo y mordisqueando la zanahoria por un lado de la boca, “¿Qué hay de nuevo, viejo?”. Es mi personaje preferido. Cuánta ironía, cuánta desfachatez, de todo salía airoso, a todos tomaba el pelo y de todo el mundo se reía y conseguía lo que se proponía. Su humor me recordaba un poco al de Groucho Marx.
El gato Silvestre también estaba entre mis predilectos, con ese acento andaluz que le pusieron al doblarlo en español, todo nervios, siempre corriendo, cándido, despistado y airado a cada momento. El pato Lucas, con su voz nasal y su dicción imposible, tenía también una personalidad inconfundible.
Porky no se quedaba atrás, con su eterno tartamudeo, el color de su cara que se iba volviendo roja cada vez que le sacaban de sus casillas. Parecía un simple al que era muy fácil engañar, pero cuando se enfadaba de verdad y tomaba el control de las situaciones, había que echarse a temblar.
Los cuentos clásicos en manos de Walt Disney se convirtieron en un sueño para cualquiera que tenga un poco de buen gusto y ganas de soñar: Blancanieves, La Cenicienta, La bella durmiente… La forma como fueron dibujados, con tanta delicadeza, los diálogos tan bonitos, la música maravillosa y las voces de los dobladores cantando con tanta destreza y tan bellamente constituían un conjunto difícil de superar. Aunque las modas han cambiado muchas veces desde aquel entonces, aquella manera de hacer animación conserva su frescura y su aire innovador que, en su momento, causaron auténtica sensación.
Hoy en día tenemos Pixar como adalid de todos los adelantos técnicos que se van produciendo, y la verdad es que son sorprendentes. Me maravilla la originalidad de sus historias y sus personajes, el color, el movimiento, cómo consiguen reproducir cosas tan difíciles como el agua, la piel y el pelo, las texturas de la ropa… Son creaciones llenas de tecnología y también de humor y ternura.
En ámbitos no cinematográficos me han llamado la atención las animaciones de Bruno Bozzetto, tan mordaz, que reflejan la vida cotidiana desde un punto de vista humorístico cruel y despiadado, pero que no anda muy lejos de la realidad. Hay una, “Neuro”, en la que se ve una comunidad de vecinos en la que van desencadenando una serie de acontecimientos tal que al final la situación llega al extremo de que todo termina destruido, es increíble e hilarante. Son historias rocambolescas que nunca sabes cómo van a acabar, casi siempre de forma inesperada e impactante.
Lo último que he descubierto son las animaciones de Bill Plymton, que alguna vez han pasado en televisión. En ellas todo parece estar en continuo movimiento, y también se mezclan crueldad y ternura. Es una forma diferente de dibujar, un poco inquietante para mi gusto, pero que a nadie deja indiferente. Me gustó especialmente una que se llama “Horn dog”.
También he descubierto al gran dibujante Mordillo que ha convertido sus trabajos en animaciones. Es alguien que me ha encantado siempre, uno solo de sus dibujos valía más que mil palabras.
No sabemos hasta dónde llegará la imaginación humana en esto de las animaciones, pero el futuro se presenta muy prometedor, pues van surgiendo mentes creativas e innovadoras que nos ofrecen su particular visión del mundo, muy distinta a la que nos presentaban las de hace años. Y es que no existen barreras para la expresión artística, ya no hay censuras prácticamente de ninguna clase. Para los que nos gusta dejarnos sorprender es siempre muy gratificante.

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