Nunca hubiera supuesto, cuando empecé a familiarizarme con Internet y toda su parafernalia, que los correos electrónicos supondrían una nueva forma de comunicación que llegara a sustituir prácticamente a otras como las llamadas telefónicas o las cartas.
El correo electrónico suple el contacto directo del telefonazo o la personal transmisión de sentimientos, pensamientos y noticias varias sobre el papel, con un variopinto mundo visual en el que se lanzan mensajes de toda índole acompañados de imágenes, textos y música.
Igual que la caligrafía o la forma de conducir nos muestra tal como somos, el e-mail hace algo parecido. Según sea nuestra personalidad, nuestras aficiones y nuestros intereses, preferiremos unos correos a otros. En el caso de mis amigas, y sabiendo cómo son, es algo evidente.
Mª Carmen me los manda muy espirituales, con muchas imágenes de bellos paisajes de atardecer y frases profundas con moraleja final. Algunos son un poco ñoños, infantiles y bastante obvios en sus mensajes. Como es amante de los animales le gusta enviarme también algunos muy tiernos y edificantes que se refieren a ellos.
Mª José me manda correos con pocas imágenes, si acaso alguna viñeta cómica con alguna obscenidad. Ella trabaja en un cuartel y, como yo digo, todo lo que recibe y reenvía es cuartelario. También textos sin apenas espacios entre líneas, como un ladrillo, con alguna clase de chiste ordinario. Lo peor es cuando me los manda subidos de tono, de forma que cuando los abres en el trabajo aparecen de repente ocupando toda la pantalla y con imagen de alta definición, normalmente tíos en pelotas y en actitudes procaces. Supongo que me manda lo que recibe, no dispone de material más aceptable, aunque sabe que no me gustan. Alguna vez me envía correos con contenido político y de reivindicación funcionarial.
Paloma me los manda de corte político también, pero más ultra. El gobierno y sus secuaces suelen salir muy mal parados. También me los envía con consejos para la salud, ya que ella la tiene delicada, y advirtiendo de estafas de todas clases. La reivindicación funcionarial tampoco falta. Se puede decir que vive en estado de alarma y cabreo permanente. Ah, y los de recetas, y eso que sabe que la cocina no es algo que me mate. Esos se los reenvío a un compañero del trabajo que sé que le gusta cocinar, y a mi cuñado, que en los últimos tiempos se ha convertido en un gran chef.
Nieves es muy práctica, lo suyo son las ofertas más variadas que se puedan imaginar, cupones de descuento para todo tipo de establecimientos. También relativos a los derechos de la mujer, tema sobre el que está muy concienciada debido a su experiencia personal y la de algunos de sus allegados. Otros son religiosos, pero en ellos abunda el sermón empalagoso y los sagrados corazones apuñalados, tan típicos de cierta iconografía cristiana, que yo personalmente aborrezco.
Toñi me envía correos de chistes con finales inesperados y muy ocurrentes. Como también trabaja en un cuartel a veces son muy bastos, pero sabe que no me van mucho ese tipo de cosas y me los envía muy esporádicamente. También me manda algunos con filosofía para la vida, que me recuerdan a los libros de autoayuda: pasos a seguir para una vida feliz.
Ángel, mi cuñado, me envía e-mails con imágenes curiosas y sorprendentes. También está muy concienciado con la reivindicación laboral, pues se siente explotado y es como una válvula de escape a su frustración.
Pili me manda muy esporádicamente y suelen ser videos muy interesantes. A ella le gusta usar el correo electrónico para contar cosas de su vida y preguntarme por la mía, como si fuera una carta de las de antes. Como viaja por todo el mundo suelo mandarle e-mails con imágenes de viajes, pues sé que la complacerán.
Mi hermana me manda sobre países diversos también. Detesta los que son ñoños, interminables y filosóficos.
Mi padre me los envía sobre todo políticos. Gracias al correo electrónico mantiene contacto con sus hermanos, con los hasta ahora que hablaba sólo de vez en cuando por teléfono. Especialmente con uno de ellos, que era con quien menos trato tenía, se mandan fotos antiguas de familia, y de sus hijos y nietos. A mi madre le pasa lo mismo con su hermana.
Una de mis compañeras de trabajo también me manda e-mails que me hacen pensar mucho, muy inteligentes y que te dan una visión distinta del mundo, te cambian la mentalidad. Algunos son muy duros, pues muestran la falta de derechos humanos en muchos lugares del planeta y las duras condiciones de vida que padecen millones de personas cada día.
A Mª Jesús la he dejado para el final porque es la que se lleva el broche de oro de los e-mails. Los suyos son los más interesantes. Manda recorridos por el mundo maravillosos, fotos de la Naturaleza en todas sus formas que son preciosas, enseñanzas para la vida que no caen en el paternalismo o la filosofía barata, videos increíbles, interiores de museos, y toda clase de contenidos culturales y de humor inteligente e hilarante. Muchos de los que me manda los guardo en mi ordenador porque merece la pena conservarlos.
En Internet todo se comenta, a todo se le saca punta, de cualquier cosa se extrae una enseñanza, una burla o una reivindicación. Todo es cuestionable, puesto en tela de juicio, hay muchos puntos de vista, y te obliga a pensar de muchas otras formas. Hay también mucha basura, pero se desecha y ya está.
Cada vez que un asunto sale a la palestra pública, le sucede un tsunami de correos con opiniones para todos los gustos. Lo mismo pasa en determinadas épocas del año, como en Navidad, donde proliferan los e-mails más tiernos y divertidos que se puedan imaginar, y que se han convertido en un sustituto de los crismas de siempre.
Cada cual manda el correo electrónico con el que se identifica, su tarjeta de presentación. El e-mail nos anuncia, nos da a conocer. Admiro a los que dominan el Power Point, porque se pueden hacer verdaderas obras de arte con un poco de curiosidad, de imaginación y de buen gusto.
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