miércoles, 18 de enero de 2012

Meryl Streep y la dama de hierro


Meryl Streep acaba de presentar en Londres La Dama de Hierro. A sus 62 años, este es sin duda uno de los papeles más controvertidos de toda su carrera. Ella, cuya ideología ha sido siempre de izquierdas, tenía que meterse en esta ocasión  en la piel de todo un icono del partido conservador y de la política mundial como Margaret Thatcher, quien durante su mandato dictó duras medidas que afectaron a la clase obrera, fue la mano ejecutora de la Guerra de las Malvinas, la reina de las privatizaciones y la compañera de baile de Ronald Reagan, entre otras cosas. Pero la constatación de su legado político no es lo más importante de esta película, sino un afán existencialista que impregna todo el film y que deja un poso de melancolía en el ánimo del que la contempla. «Lo más difícil fue estar encorvada ocho horas al día durante tres meses», dice la actriz.

Esa aparente contradicción entre la adoración y el odio que despertó su figura fue lo que fascinó a Meryl Streep.  "Ahora es una anciana que, por lo que he leído, se apoyó mucho en un marido que la amaba. Me interesaba explorar esa vida y entender al ser humano. Partes de una gran figura como la suya para contar la historia de tu propia vida, la de todos nosotros. En cierta forma es una película sobre la existencia humana".

Recuerda cuando fue elegida primera ministra. "Desde la distancia, Thatcher me parecía de otro mundo, con aquel peinado y aquellos vestidos. La prensa la ridiculizaba. Cuando fue elegida, yo acababa de ser madre y estaba entregada a mi hijo y a mi marido. Eso sí, aunque no tenía nada que ver con mi ideología, pensé que era genial que Inglaterra, ¡Inglaterra!, un país tan conservador, clasista y machista, hubiera elegido a una mujer. Pensé: «Es cuestión de segundos que también tengamos una presidenta en América». Y aquí estamos, 30 años después..."

Hay muchas cosas que a la actriz le sorprendieron de ella. "Por ejemplo, no tenía cocinero. ¡Si yo fuera primera ministra, tendría uno! Pero a ella le gustaba hacer la cena. Y dormía cuatro horas. ¡No necesitaba más! Tenía una resistencia física extraordinaria. Nunca estaba enferma y no tenía tolerancia alguna por aquellos que lo estaban a menudo".

En Norteamérica la ideología conservadora es diferente a la que se concibe en Gran Bretaña. "Cuando en EEUU pensamos en conservadores, nos referimos a los conservadores sociales. Pero ella era diferente. Para empezar, era partidaria del aborto. Además, nunca quiso desmantelar el sistema sanitario público. En América ese es un anatema para los conservadores. Ningún republicano sería elegido con ese ideario. Además, permitió que el partido conservador, lleno de alumnos de Eton y Oxford, abriera sus puertas a personas que no pertenecían a ese exclusivo círculo social. Entre sus ministros hubo judíos, homosexuales y gente que arrastraba grandes escándalos. Y aunque recibió presiones para echarlos, nunca lo hizo. A ella todo eso le daba igual mientras hicieran su trabajo. ¡Thatcher no sería una conservadora en América!".

Meryl Streep es consciente de que el personaje que ha interpretado ha sido uno de los más atacados en la política internacional de los últimos tiempos, pero según ella "no necesita que nadie la defienda. Thatcher escribió su propio lugar en la historia. Lo que me intrigaba era saber cuál fue el peaje que tuvo que pagar. Además, me interesan los ancianos. Yo misma me estoy haciendo mayor... Por eso, me apasionan las historias que se esconden detrás del rostro de una anciana. ¿Cuál es el precio de una vida tan ambiciosa? ¿Se arrepintió de algo? (...). Para ella, dejar que el recuerdo de su marido la abandone es tan dramático como cuando, durante la Guerra de las Malvinas, tuvo que decir "Hundidlo" (se refiere al submarino británico que hundió al crucero argentino General Belgrano, provocando 323 muertes el 2 de mayo de 1982). 

La actriz intentó infructuosamente reunirse con Thatcher, pero ella se negó a recibirla. "Sufre demencia y no ve a casi nadie. Su vida, ahora, es un misterio. Pero la vi hablar en una ocasión. Fue en 2002. Mi hija estudiaba en la Universidad Northwestern, de Chicago, y ella fue a dar un discurso ante el sindicato de estudiantes sobre el final de la Guerra Fría y su legado político. Mi hija y yo la escuchamos desde el gallinero. Después de su discurso contestó las preguntas de los estudiantes. No tenía muchos fans entre ellos, pero respondió a cada pregunta con respeto y amabilidad".

"No creo que debamos estigmatizar la demencia. O, al menos, no deberíamos. Es una dolencia de la edad. Todos pasaremos por eso. Ni yo misma me creo inmune a ella. Mi padre sufrió demencia y, por eso, sentí que podía contar esta historia".

La historia de amor de Margareth Thatcher y su marido, narrada a grandes rasgos durante la película, nos descubre a una mujer fuerte pero cariñosa y a un hombre dulce, inteligente y profundamente enamorado. "Mientras ella mantenía reuniones al más alto nivel, él estaba en el pub bebiendo con sus amigos o jugando al golf. Volvía y le decía: «La gente piensa esto o lo otro». Era como su oído en la calle, y la apoyaba siempre. Ella nunca leía lo que se decía en los periódicos, pero él lo leía absolutamente todo".

A la actriz tampoco le gusta, como a Margareth Thatcher, leer lo que dice la prensa. "Dejé de hacerlo. Al principio, sí lo hacía, pero duele mucho. ¡Hiere tanto tus sentimientos...! Si tienes una `piel´ permeable, esas cosas penetran y sigues pensando en ellas durante meses o años. Así que ¿por qué voy a hacerme eso yo a mí misma?".

La película está plagada de frases antológicas que se le atribuyen a Thatcher como "A los políticos de hoy les preocupan demasiado los sentimientos de los ciudadanos". Meryl Streep tiene su propia interpretación. "Creo que se refiere a que los políticos de ahora hablan apelando a la parte emocional de los votantes. No quieren parecer demasiado duros ni crueles. Pero eso no tiene nada que ver con sus verdaderos sentimientos, sino con la semántica de sus discursos".

Se decía que la primera ministro era muy directa, casi cruel, en sus alocuciones. "Desde luego resulta refrescante cuando un líder dice exactamente lo que piensa y, además, lo lleva a cabo(...). Tengo la sensación de que antes los políticos podían mostrarse más como eran ellos mismos".

Si se compara a las líderes políticas conservadoras norteamericanas con la dama de hierro, no salen muy bien paradas a ojos de la actriz. "Me asusta lo poco cualificadas que están en comparación con alguien como Thatcher..."

Cuando habla sobre el pasado, sobre la vida, mientras ven un DVD, le dice a Thatcher su marido: "Puedes rebobinarla, pero no puedes cambiarla" Meryl está de acuerdo. "¿Y no nos sentimos todos así? ¡Yo me siento así! Hay muchas cosas en mi vida que hubiese hecho de otra manera. Al final, todo se reduce a un puñado de decisiones. ¡Que ni siquiera sabes si eran las acertadas! Tomar conciencia de esa realidad es una fuente de ansiedad constante para mí".

Comparando la trayectoria de Thatcher con la de cualquier mujer que trabaja, y con su propia vida, la actriz reconoce que hay que hacer muchas concesiones y sacrificios en detrimento de tu familia para poder llevar a cabo tus aspiraciones. "Todos las hacemos. Al menos, todo el que tiene hijos y, además, trabaja y tiene una vida ambiciosa. Pero una película son cuatro meses y luego puedes descansar". En una dignataria, en cambio, vida y trabajo están unidos inextricablemente.

Hay otra frase en la película que da qué pensar. "Antes se trataba de hacer cosas; ahora, de intentar ser alguien". La actriz tiene su propia opinión. "Creo que eso tiene que ver con la falta de autenticidad que conlleva estar expuesto las 24 horas del día. Nos están grabando constantemente; incluso antes de nacer, en la posición fetal, nos sacan nuestro primer video". 

A pesar de haber interpretado a mujeres apasionantes, Meryl Streep encuentra sus fuentes de inspiración en sus propias raíces. "Mi madre y mi abuela. ¿Por qué? Porque, sencillamente, fueron ellas mismas y nunca tuvieron que reprimir lo que pensaban de las cosas. Y disfrutaron de sus vidas. Yo siempre he aspirado a eso. Trabaja duro, pero diviértete."

Aún hay otra frase significativa: "La vida de uno tiene que trascender". La actriz está totalmente de acuerdo. "He tenido más oportunidades de interpretar papeles interesantes que la mayoría de las actrices. Que te den la oportunidad es el 90 por ciento de este trabajo. Y luego, claro, tú tienes que estar a la altura. Ahí es donde trato de vivir yo, en ese pequeño resquicio. En interpretación, a excepción del teatro, no hay tantos papeles que te dejen verter tus convicciones, a menos que produzcas y escribas tú mismo. Y yo no lo hago". Meryl se considera afortunada. 

La actriz ha llegado a comprender la figura pública y humana de Margareth Thatcher, pero no comparte casi nada más de ella. Cosas tan sencillas como poder descansar son lo más importante para ella en este instante. "¡Dormir!. Lo digo en serio. Me admira la figura de Thatcher porque lograba funcionar sin apenas descansar. Yo no soy así. Necesito retirarme, escuchar música, leer un poco de poesía. Que me dejen en paz. Necesito estar so-li-ta".  

2 comentarios:

David del Bass dijo...

Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!

pilarrubio dijo...

Me alegra que te guste, tu blog está también muy bien y además lo encuentro muy innovador. ¡Feliz 2012 para tí también!.

 
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