En esta ocasión vemos a un Wuai Chang joven y adulto que está en compañía de otro monje shaolín, discípulo como él. El compañero ha encargado a un armero que fabrique un arma, un largo palo con un enorme cuchillo al extremo, y se lo enseña a Wuai Chang, agitándola en el aire. "Sí, Wuai Chang, es liviana y delicada. Con la gracia y la velocidad del viento". "Es como tú la describes, Huo". "También es resistente", dice él, "no fallará. Te felicito, fabricante de armas, ningún otro podría haber cumplido tan bien su trabajo". El armero le responde: "A tí, gentil aprendiz del maestro de armas de Shaolín, te felicito por la precisión al diseñarla". "Háblame del metal", le dice Huo."Es una fusión de muchos, y así llegar a crear uno con bastante fuerza para no ceder jamás, a no ser... que ceda el hombre que la use". "¿Te refieres a mí?", pregunta Huo. "Cualquier hombre puede ser vencido". "¿Cómo?", interviene Wuai Chang. "Por una fuerza exterior más fuerte que él mismo", continúa el armero, "o una debilidad interior que él no pueda entender".
A lo lejos se oye la voz de un hombre que reta al que quiera a batirse con él. Ellos tienen un encuentro con el retador. Huo, ya de noche y sentado junto a un fuego, le pregunta después a Wuai Chang: "¿No te ha parecido extraño el encuentro con el retador?. Creo que pelea con aquellos que sabe que va a derrotar fácilmente". Wuai Chang está practicando movimientos con los brazos en el aire y haciendo giros con el cuerpo, y le dice: "Sabía que éramos monjes Shaolín". "Como lo sabía el fabricante de armas y quizá todo el poblado", le contesta Huo. "¿No temes por lo que pueda hacer?", le pregunta Wuai Chang. "¡Ojalá tuviera su fuerza!", le dice. "¿Crees que no la tienes?", le pregunta de nuevo Wuai Chang. "¿Alguna vez deseas mucho aquello que no posees?", le pregunta a su vez. "Soy un hombre, tengo deseos", le dice. "¿Muchos?", insiste Huo. Wuai Chang se le acerca y se sienta junto a él. "¿Puedes ser claro?". Huo le dice: "En la casa del armero se dijo que hay una debilidad dentro del hombre que él no puede interpretar". Wuai Chang le contesta: "Cuando el hombre siente que hay algo en su interior que no es fácil de explicar, no necesariamente tiene que ser debilidad".
Wuai Chang se encuentra al día siguiente con el Maestro ciego Po. El retador ha desafiado al templo Shaolín a una lucha. El anciano Maestro le dice a Wuai Chang: "Hay que elegir a un discípulo para enfrentarse con el retador que tiene tantos poderes. ¿No te preguntas quién será?". "Lo sabré cuando sea el momento", contesta Wuai Chang. "¿Temes que pudieras ser elegido?", le pregunta el maestro. "No", dice él. "¿Algún otro puede ser?", le vuelve a preguntar el Maestro. "El discípulo Huo, está confuso y sufre enormemente". "Huo es el aprendiz del maestro de armas, tan capaz como cualquier otro", le dice el Maestro Po. Wuai Chang le contesta: "Creo que puede ser incapaz de lastimar a otro, y siente eso como una debilidad". "Entonces quizá sea el momento para él de saber la verdad", afirma rotundo el Maestro Po.
En el templo, Huo está sentado frente a una imagen sagrada en posición de yoga mientras medita con los ojos cerrados. Wuai Chang llega y se sienta a su lado. Huo le dice: "No deseo morir hermano. Creo que este miedo a la muerte es lo que constituye mi debilidad interior". "Ninguno de nosotros desea morir Huo. El honor arriesgando la vida no es parte de la tradición Shaolín. La debilidad que temes no está en tí, no es real. Confía en los Maestros, tienen una razón para elegirte. Confía en ellos", y tras decir ésto le coge a Huo de las manos para infundirle ánimo y valor. "Ellos son sabios".
Huo está después en presencia del Maestro más joven, y tras beber agua de una copa, mientras no deja de sudar copiosamente y ya con el arma en la mano, le dice: "Maestro, esta pelea no puedo ganarla". "Al decir tal cosa ¿no perdiste ya?", le dice el Maestro. "Este hombre parece estar movido por una fuerza que desconozco. Tiene un vigor que jamás vi". "En este combate interviene algo más que la fuerza física", le contesta el Maestro. Pero Huo porfía. "Se dijo que la lanza no puede fallar nunca, pero que un hombre puede ser destruído". "¿Cómo?", le pregunta el Maestro. "Por una fuerza externa mayor que él mismo, o por una debilidad en su interior que no puede interpretar". El Maestro le contesta: "¿Olvidas que tu espíritu es más fuerte que la carne? Puedes derrotar el poder del otro sin importar su grandeza. No hay fracaso, ni derrota, ni debilidad dentro de tí, sólo la que tú permites que se instale en tu mente. Utiliza la fuerza de tu espíritu". Huo, aún con la incertidumbre, hace una reverencia y se va.
Tras el combate Huo está sacando brillo a su arma. Está junto a Wuai Chang. Al poco aparecen los dos Maestros, el más joven y el ciego. Huo se inclina ante ellos y le dice al Maestro más joven: "Estaré eternamente agradecido por lo que me enseñó". Éste le contesta: "Fue una verdad, discípulo Huo, una entre muchas. Lo que creías que era una debilidad interior existía sólo en tu mente y en ningún otro lugar". Habla también el Maestro ciego: "Te desempeñaste con gran habilidad cuando fue necesario, trabajando con los demás para evitar la destrucción". Wuai Chang está confundido: "Maestros, no comprendo lo que ha pasado". El Maestro más joven le contesta: "Nadie lo sabe todo. Nos desafió una furia ponzoñosa, se aceptó el desafío y al final las semillas de odio se autodestruyeron, como siempre hacen, como siempre harán". El Maestro ciego añade: "Se libran batallas en los cielos y en la tierra, en la mente y en el alma. Esta batalla se ganó". Los Maestros les hacen una reverencia antes de marcharse, a la que responden Wuai Chang y Huo. Éste está satisfecho, empuña su arma y con orgullo y determinación le dice a su compañero: "¿Ves?, no cedió". Wuai Chang, con una amplia sonrisa en los labios, le coge con sus manos la mano de Huo que empuña el arma y le dice: "Y el hombre que la empuñó...tampoco cedió".
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