Estuve viendo hace poco una película en televisión, que cogí ya bastante empezada, sobre la vida de John Lennon, y la verdad es que no dejé de alucinar todo el tiempo. Me imagino que son cosas que todos sus fans sabrán de sobra, pero para mí fue todo un triste descubrimiento: no conoció a su padre, se enteró ya de mayor de que tenía una hermana de una relación anterior de su madre, y fue criado por una tía, hermana de la madre, a la que no dejó de llamar todas las semanas de su vida desde que abandonó el hogar familiar hasta el mismo día de su muerte.
Lo más conmovedor para mí fue ver cómo retomaba la relación con su madre, ausente, siempre ocupada en sus relaciones de pareja, al principio de forma muy dolorosa pues sentía un gran rechazo hacia ella y ella no dejaba de llorar desconsoladamente, intentando ser comprendida y aceptada tal como era. Cuando ya parecía que las aguas volvían a su cauce, de repente la madre muere atropellada mientras iba por la calle charlando con un amigo de John que, montado en bicicleta, le contaba lo que harían esa tarde, un pequeño concierto con el grupo musical que habían formado.
En el velatorio todos los amigos de John no dejan de llorar, y él está tan nervioso por lo sucedido, tan alterado, tan furioso con el destino por haberle arrebatado a su madre cuando empezaban a conocerse, que le propina un puñetazo en la nariz a Paul (McCartney) contrariado por algo que él ha dicho, lo que le hace sangrar copiosamente. Paul aparece como un muchacho cándido, dulce, sensible. Arrepentido, John le pide perdón y le abraza fuertemente sin dejar de llorar.
Al cabo del tiempo, no mucho después, saldrá de su casa con unas pocas pertenencias y su guitarra, camino de un futuro aún incierto, y que sería como nunca hubiera podido imaginar.
Es evidente que, aunque los primeros años de su vida fueron turbulentos y tristes, el resto de su existencia fue algo extraordinario. Cómo llegó a ser conocido en el mundo entero, los muchos sitios que conoció, las experiencias tan diversas que tuvo, la evolución personal que tuvo, siempre buscando la paz interior y la felicidad que antes le habían sido negadas.
Mirando su pasado comprendo muchas de las cosas que dijo e hizo, cómo se conformó su carácter, su actitud ante la vida, su eterno inconformismo. Y no era sólo una pos para vender más discos, no se trataba de algo comercial. Los Beatles llegaron a un momento en su carrera en que ya no les hacía falta demostrar nada. Lo tenían todo, dinero, fama, el reconocimiento a su trabajo. Y sin embargo, y sobre todo John, siempre iban buscando más, parecía que algo les faltaba. No sólo se trataba de explorar, de experimentar nuevas sensaciones. Querían algo más.
John, que tenía un talento musical como pocos, se inspiraba con cualquier idea que le rondara la cabeza, componía canciones que eran distintas entre sí e igualmente maravillosas. Todas llegaban al corazón y provocaban una sensación de plenitud. Su mente era un pozo sin fondo de talento, siempre diverso y sorprendente. Su originalidad, su forma de tocar, su voz tan especial, en conjunto con las cualidades del resto de los miembros del grupo, hacían que escuchar cualquier cosa de los Beatles o de John en particular fuera una experiencia inolvidable.
Por eso, a pesar de las enormes transformaciones en contenidos musicales y aspecto externo que sufrió el grupo a lo largo de los años, auténticos camaleones, esponjas que absorbían las tendencias culturales que iban surgiendo aún antes de que éstas se extendieran masivamente, el público los aceptaba entusiasmado en todas sus propuestas, por extrañas que pudieran parecer. Eran muy valientes, osados, su imaginación volaba lejos y nos transportaba a todos con ella. Por eso, cuando decidieron separarse, fue un shock tremendo, algo que pareció irracional, absurdo. Pero pasado el tiempo, y tras reflexionar sobre ello, se puede entender la difícil cohabitación de tantos egos juntos, personalidades muy fuertes que necesitaban desarrollar sus propios caminos.
El terrible final de John, tan repentino y devastador, venía a poner rúbrica a una existencia atormentada que siempre había intentado encontrar su propio camino. Después de saber sobre su infancia y juventud, creo que hay ciertos seres que están marcados desde su nacimiento con un sino trágico, lo que no impide que sean excepcionales pese a las adversidades, o precisamente por ellas.
John Lennon se ha convertido, con su muerte repentina y violenta, en un icono cultural, una imagen que vende. Aunque estoy segura de que él aborrecía todo lo que fuera meramente comercial, y no le hubiera gustado verse convertido en instrumento de propaganda de según qué ideologías o como gancho para hacer dinero, no deberá preocuparse allá donde esté porque su legado sirve de inspiración a millones de personas, en lo que a la música y a la propia vida se refiere.
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