Cada día descubres una cosa nueva sobre el ser humano en el cotidiano transitar en Facebook. Ahora que he llegado a los 101 amigos, casi todos extranjeros, me doy cuenta que da igual de qué país seas o a qué parte del mundo pertenezcas: las personas nos guiamos por impulsos que son inherentes al común de los mortales.
Entre mis amigos on line hay una fauna humana de gran variedad, a la que sin embargo se puede clasificar en grupos según sus tendencias. Está el grupo de los catalanes, que no han dejado en estos días de atiborrar sus muros con fotos de la diada y sus correspondientes consignas radicales. Se me ha ocurrido poner en mi muro un post del blog que de vez en cuando leo, Ni libre ni ocupado, en el que se trataba el tema tal y como yo lo pienso, y sin ofender a nadie. Curiosamente, una de las amigas catalanas, una señora mayor elegante en sus formas y educada, pero que también es un tanto panfletaria, me pone un privado en el que me dice que está totalmente de acuerdo con lo que en el post se expresaba. Sin embargo no ha tenido el valor suficiente para poner esa afirmación en mi muro, donde lo podría ver todo el mundo.
El grupo de los europeos es muy interesante, varias amigas francesas; gente centroeuropea, entre la que está mi querido amigo Lubomir, del que ya hablé en un post anterior; y un reciente amigo italiano, que es muy divertido, y que no deja que le hable en otro idioma que no sea el mío. Son en general personas cultas y educadas, con un fino sentido del humor, y quizá sea el grupo que más satisfacciones me da.
El grupo de las argentinas es peculiar, con esos giros tan suyos que utilizan al hablar, muy metidas en política, muy criticonas con todo, pocas cosas les pasan desapercibidas, siempre están batallando, pero en el fondo son entrañables. Una de ellas, que es amiga hace poco, se sale de la tónica, pues es muy comedida, una chica joven muy religiosa de cuyo muro tengo el gusto de compartir imágenes muy espirituales que han provocado algún escozor en el grupo de los catalanes, anticlericales acérrimos.
El grupo oriental está compuesto por unas pocas mujeres de aspecto frágil y rara belleza, que ponen muchas fotos de paisajes de su tierra, todo muy zen, e imágenes románticas. Son muy discretas, y de vez en cuando se pasan por mi muro para ver lo que pongo. Una de ellas me pidió en un privado que mediara entre ella y un amigo común, del grupo europeo, que la había bloqueado y no sabía por qué. Pensé que igual me metía en un lío, pero de todas formas medié. Ella fue desbloqueada y me lo agradeció, y pensé que a veces seguimos estando en el patio del colegio de nuestra infancia, diciendo te ajunto, no te ajunto.
Luego hay por ahí una chica norteamericana, que es muy afectuosa y muy imaginativa en las propuestas de su muro, muy original e independiente. Y un vasco que se dedica a la fotografía profesionalmente y que pone obras suyas en su muro, casi todas de la Naturaleza y en tonos grises y ocres, me encanta.
El grupo de mis amigos reales, los que no son on line, usan poco Facebook. Tan sólo un par de amigas dan señales de vida de vez en cuando, y un amigo del colegio y el instituto es el único que mantiene nuestra amistad asiduamente, después de reencontrarnos electrónicamente tras muchos años sin tener noticia el uno del otro. Es una persona buena, cariñosa y entrañable. La familia también se incluye aquí, aunque de mis primos sólo un par de ellos lo usan con más frecuencia.
Y por último está el grupo de los solteros, hombres de todas las nacionalidades con un objetivo común: ligar. Hay un alicantino, cincuentón muy educado con pocos amigos en Facebook; un árabe que ha pretendido hablar conmigo en videoconferencia y que no sabe ni mi idioma ni el inglés, con lo que la comunicación es imposible; un hindú veinteañero, que se puso tan pesado en el chat que dejé de atender sus mensajes y ya me ha dejado tranquila; y un paquistaní, también veinteañero, que me dice a mí las mismas cosas tiernas y amorosas que a otras dos 2 ó 3 amigas suyas de Facebook.
Como es educado y tierno no me importa charlar con él en el chat, en inglés por supuesto, aunque su inglés es como el castellano que la gente joven emplea aquí para los SMS, le faltan letras a las palabras y al principio me costaba entenderle. Una vez me propuso en matrimonio y en otra ocasión me pidió que le buscara trabajo aquí. Me recordó a un compañero del colegio que con 10 años dijo que me casara con él, aún sabiendo lo imposible de la situación, y por ver qué decía yo. El muro de Shahbaz está lleno de imágenes recargadas, barrocas, muy al gusto de esa zona del mundo, todas apasionadas y románticas, muy empalagosas.
Tan sólo he tenido un par de contrariedades: una árabe que, sin conocerme de nada, me cogió manía y me bloqueó desde un primer momento, para terminar denunciándome a los de Facebook por hacer amigos que no son de mi entorno habitual, según sus normas, y que como no consiguió perjudicarme se terminó dando rabiosa de baja. Hay gente rara para aburrir por esos mundos de Dios. A ella qué le importaba. Y esos muros con mil y pico amigos, nadie los denuncia, y mejor para ellos, hay que relacionarse y conocer gente, y si es de todas partes del planeta mejor. La otra contrariedad fue un amigo del grupo europeo que solía ser muy educado aunque un poco reticente en sus comentarios en mi muro, radical en temas religiosos, lo cual me desagradaba un poco, y que de buenas a primeras se dio de baja también.
Hay gente a la que me gustaría tener y que no está conmigo o porque no tiene Facebook o porque no ha atendido mi solicitud de amistad. Al final están los que tienen que estar, y los que no se van perdiendo por el camino o no llegan a entrar nunca. Como la vida misma.
Hace poco leí sobre las terribles consecuencias físicas y mentales del abuso de las redes sociales y los videojuegos. Se puede llegar a perder entre un 10 y un 20% de capacidad cerebral, que afecta al sistema locomotor, la memoria, la concentración y las emociones. Las futuras generaciones tienen un alto porcentaje de padecer depresión, e incluso en algunos países ya está incluida la “depresión de Internet” entre las dolencias psiquiátricas. Como de todas las cosas en este mundo, hay que hacer un uso moderado y no un abuso. Las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías son infinitas, pero no hay por qué crearse una dependencia ni una obsesión.
Hacia dónde nos conduce todo esto lo ignoro. De momento a pasar un buen rato de vez en cuando, disfrutando de la belleza o la curiosidad de las imágenes que se ven en otros muros y de sus pensamientos, y aprendiendo cosas nuevas con esas otras maneras de ver el mundo. Compartir gustos comunes, videos y fotos, hacer pequeños debates sobre cualquier asunto que nos interese, y recibir el afecto, aunque sea on line, de muchas otras personas, son posibilidades que no hay que desaprovechar.
2 comentarios:
Revisaba en google sobre busconovia cuando encontre esta pagina.
Also visit my webpage ; No Me Quiero Sentir Sola
Un blog muy reciente. Me gusta el enfoque que le das, aunque no tiene mucho que ver con mi post.
Sigue escribiendo más. Te visitaré para ver qué cuentas. Un saludo.
Pilar
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