Me estoy terminando de leer El cuaderno de Noah, a raíz de haber visto la película, que me gustó tanto. Al principio lo encontré flojo, me pareció que el film superaba al libro, algo que no suele suceder, pero a medida que avanzaba en la lectura me he dejado llevar por el hilo de los pensamientos de los protagonistas, me han embargado sus palabras, sus emociones tan reales y preciosas. Es una historia que es como la vida misma, sobre el amor más tierno y profundo, y sobre la vejez, relato conmovedor del deterioro que sufrimos todos cuando llegamos a mayores, y semblanza atribulada del Alzhéimer, enfermedad cada vez más frecuente, y una a las que más temo.
Leyendo este relato terminas convencida de que las cosas suceden de tanto desearlas, de que hay cosas que están escritas y nos tienen que pasar por mucho que queramos eludirlas. Noah se sienta cada día en el porche de su casa, mirando el paisaje que le rodea, las puestas de sol, el río, las plantas, y mientras acaricia a su perra y lee poesía se le pasa el tiempo. Medita sobre todo lo habido y por haber, los cambios en el cielo, los sonidos del viento y de los animales, y sobre ese amor breve e intenso que tuvo la suerte de conocer aquel verano y que se fue tan rápidamente como llegó.
Por eso, cuando ella aparece de repente, catorce años después, no da crédito a sus ojos. Y según va pasando el tiempo mientras están juntos, se pregunta cómo es posible que haya podido vivir todo ese tiempo sin ella. Allie, dividido su corazón entre Noah y el hombre con el que está prometida, termina quedándose con él, pese a la oposición de sus padres, siguiendo su instinto y los sentimientos que están en lo más profundo de su corazón y su memoria.
En la película se han añadido algunas cosas que no están en el libro, quizá para salpimentar un poco la historia, como que Noah tiene una relación con una mujer en ausencia de Allie, a la que creyó no volver a ver, o la manera como aparece ella, excesivamente vivaz, histérica y gritona diría yo, y agresiva, pues discute por todo con él e incluso le abofetea en alguna ocasión para desahogase. En el libro a él se lo describe con una complexión más fuerte, y permanece casto hasta que la reencuentra. Ella es mucho más armoniosa en su forma de ser.
En la película hay una escena distinta a la del relato literario, quizá más llamativa y elaborada que en éste. Allie se está probando su traje de novia porque se va a casar con otro hombre, y mientras se mira al espejo alguien le pasa un periódico para enseñarle algo y entonces ve en él algo sobre Noah. Termina encerrada en el cuarto de baño, presa de un shock, dejándose caer con su traje de novia dentro de la bañera llena de agua, sorprendida y desconcertada, confundida por sus sentimientos encontrados, pues se da cuenta que en realidad nunca le había olvidado. Es una imagen tragicómica.
La descripción de la vida de ambos cuando ya son ancianos en la residencia es maravillosa, en el film no se puede captar toda la esencia de lo que sucede en sus mentes y en su corazón en esos momentos de sus vidas. Es extremadamente conmovedor y sentimental el relato del inmenso amor que aún sienten el uno por el otro tras casi medio siglo de casados. Lo que sucede en su vida matrimonial en tantos años no se cuenta, sólo tenemos un atisbo de su felicidad a través de cartas que ellos se han escrito, de fotos de hijos y nietos que Noah conserva y que gusta de contemplar de vez en cuando. Allie escribió un diario durante su vida matrimonial para que nunca perdieran la memoria de todo lo vivido juntos, y cuando ella supo lo de su enfermedad, le dijo a Noah que se lo leyera a ella para mantener vivos sus recuerdos. El diario se termina convirtiendo en su libro, el cuaderno de Noah.
Es doloroso sentir la zozobra que les embarga, presos de la enfermedad, del dolor, de la proximidad de la muerte y de la impotencia que todo ello les provoca. Noah quiere que todo siga como antes, pero Allie se pierde en las sombras del Alzhéimer, el ladrón lo llama él, que viene a llevársela y no la deja ser la que fue. “Soy un pobre viejo enamorado”, dice. El personal de la residencia se sorprende de los efectos terapéuticos que un amor como el suyo tiene sobre la enfermedad, pues otras personas en esa fase ya estarían devastadas. Noah le escribe poemas de amor a Allie, como había hecho siempre, en hojas de papel que luego desliza bajo la almohada de ella o en los bolsillos de su abrigo, y que cuando ella los encuentra le encantan.
El final es inconcluso, no hay nada definitivo, todo puede suceder. En la película ambos se preguntan qué va a pasar con sus vidas, en un momento de lucidez de ella, en que se lamenta por no poder ser la misma de siempre y manifiesta su temor ante lo incierto del futuro. En el libro tienen un escarceo erótico con el que Noah, que hacía mucho que no experimentaban algo así los dos, se siente el hombre más dichoso del mundo. Nos podemos imaginar lo que devendrá el día de mañana, pero el autor no ha querido cargar las tintas con un desenlace truculento. Es como su amor, que no tiene fin.
Hay películas que marcan nuestras existencias, y libros que nos hacen mucho bien. El cuaderno de Noah es uno de ellos, un relato lleno de sencillez, de ternura, de amor, de tristeza, de pasión, de humanidad, una historia más bien breve (o a mí me lo parece, se me ha hecho corta) sin más pretensión que mostrarnos la vida de dos seres aparentemente muy distintos, que encajaron el uno en el otro de forma perfecta. Una experiencia única, absolutamente factible, maravillosa.
Pienso que si alguna vez conozco a un hombre con el que merezca la pena pasar la vida tendría que ser como Noah, tener su bondad y su fuerza, su sensibilidad y su inteligencia, su pasión y su sosiego, su delicadeza y su generosidad de corazón, que amase la Naturaleza y un estilo de vida sin complicaciones. Yo no soy como Allie, no tengo tanta energía y tanta iniciativa, pero sí me identifico con ella en muchas de sus cosas.
¿Por qué no?. Si alguna vez conozco a un hombre que merezca la pena, quiero que sea como Noah.
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