viernes, 22 de marzo de 2013

La misteriosa armonía de los fenómenos naturales


Todos los fenómenos naturales que tienen lugar en la Tierra son, por catastróficos que puedan parecernos, necesarios para la continuidad de la vida.

La serie de volcanes que existen en el fondo del Atlántico liberan, con sus erupciones, minerales que luego las corrientes marinas llevarán a todos los rincones del planeta, y alimentarán el placton, que es la base del sustento de muchas especies. Durante millones de años van emergiendo las sustancias que componen el núcleo de la Tierra, en una ascensión lenta y progresiva del magma hasta que termina saliendo por los cráteres volcánicos.

El hielo que se forma en la superficie del agua en los mares de los polos hace que se elimine la sal que ésta contiene, que cae al fondo del mar en forma de extrañas columnas blancas, arrastrando consigo oxígeno y alimentando a especies de todo tipo. Esos excedentes de sal y oxígeno serán también transportados por las corrientes a todos los rincones del planeta.

Si miramos de cerca el suelo del desierto del Sáhara, nos damos cuenta que está compuesto de minerales y restos marinos, pues donde ahora hay arena antes hubo un mar. El viento se encargará de llevar esos elementos a todos los lugares del Mundo. Donde creemos que no hay nada y que es difícil que se genere vida, hay infinitas posibilidades de regeneración.

Los incendios, que generalmente consideramos una calamidad, sirven para eliminar ecosistemas que muchas veces, por sí mismos y por saturación, no podrían regenerarse, como sucede en las selvas tropicales.

Los rayos que caen durante las tormentas sirven para eliminar la sobrecarga eléctrica y de humedad que se forma por la acumulación de nubes. Hay determinados puntos del planeta en los que se producen habitualmente miles de rayos, en tormentas que se generan con mucha frecuencia. Es un sistema conectado a gran escala, que enlaza el planeta entero y redistribuye las energías, lo que determina la climatología.

El campo magnético que rodea a la Tierra se divide en varios estratos, siendo el más alejado de ella el más grande. Sirve para que no nos afecte el contínuo choque de las ondas de energía de las tormentas solares, que a veces tienen picos muy altos. Cuando esto sucede, en la llamada eyección de masa coronal, el campo magnético no es suficiente para detener esas ondas, y lo atraviesan, momento en que tienen lugar las auroras boreales.

Es sorprendente el equilibrio que existe entre las diferentes velocidades a las que se desarrollan los distintos fenómenos naturales: los huracanes, la formación de tormentas, las corrientes marinas, el viento que viaja de una zona a otra de la Tierra, la lentitud con que rota el incandescente núcleo terrestre y la rapidez con que lo hace el planeta. Todo es un movimiento sucesivo e infinito, una inmensa coreografía en la que todo tiene un sentido y una misión. Sin esta armonía la Tierra no sería el lugar que todos conocemos.

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