viernes, 8 de noviembre de 2013

Harrison Ford


Se me acumulan los programas de El Hormiguero que me han gustado, o sobre los que quiero hacer algún comentario. El de ayer, sin ir más lejos, lo esperaba con expectación porque estaba invitado Harrison Ford. Cómo se notan ya los años, camina con lentitud, ligeramente cheposo, y ha visto reducida su estatura, pero conserva su atractivo animal, aún más interesante con sus canas y arrugas, y esa forma de mirar suya tan intensa. Nadie diría que ya tiene 71.

Estuvo como un poco pasota, o escéptico. Lleva mucho tiempo en esto del cine y debe estar ya un poco cansado de tanta promoción. Se pasó casi todo el tiempo haciendo muecas extrañas cada vez que algo le parecía incomprensible o inimaginable, como por ejemplo todas las alabanzas que le dedicó el presentador. Harrison es, sin duda, el antidivo, no creo que haya un artista de Hollywood que sea tan modesto como él. Lo que sí agradeció mucho fue el cariño del público, que no paraba de vitorearle, y que le recibió puesto en pie con una gran ovación, algo inédito en el programa.

Dijo estar muy agradecido a todos los espectadores que a lo largo de su carrera le han seguido y le han demostrado su cariño, y afirmó estar satisfecho por haber conseguido entretener a tantos y hacerles pasar buenos ratos.

Cuando le preguntaron que cómo era un día feliz para él, contestó que despertarse al lado de su mujer, llevar a su hijo al colegio, pilotar un rato alguno de sus aviones (el presentador le inquirió acerca de cuántos tenía y él dijo bromista que quedara como un secreto entre ellos que poseía varios, sin llegar a decir cuántos), y regresar a tiempo para recoger al niño y ocuparse de que hiciera los deberes. Quién le ha visto y quién le ve, con un hijo que podría ser su nieto, haciéndole más caso del que sin duda prestó a sus anteriores vástagos, producto de sus anteriores matrimonios, ya muy mayores. En aquella época le pillarían en pleno auge de su carrera, y ya se sabe cuáles suelen ser las prioridades en profesiones como ésta.

Con su mujer actual, la también actriz Calista Flockhart, enclenque y con cara de niña eterna, parece haber encontrado la ansiada felicidad. Ese niño del que cuida es hijo adoptivo de ella. No es actriz de pantalla grande, pero sí se ha hecho famosa en su país con series para la televisión.

El presentador mencionó una ocasión en la que Harrison se vio envuelto en aventuras, por una vez fuera de la pantalla. Con su helicóptero personal y la ayuda de un equipo especialista rescató a una mujer que se había quedado atrapada en una montaña mientras hacía escalada. Comentó, a modo de broma, que vomitó mientras la llevaban al hospital, donde no tardó en recuperarse.

También emitieron unas secuencias de una campaña que protagoniza Harrison, en la que se le ve tendido en una camilla y una mujer con bata blanca le pone sobre el pecho una especie de gran venda depilatoria, que le arranca acto seguido con mucha energía, dejándole una zona pelada en sus poblados pectorales. La agresora exhibe la venda depilatoria en una mano ennegrecida con los pelos del actor, algo que me pareció de mal gusto. Esa acción, que consigue dejar a Harrison impertérrito sólo a medias, es para concienciar a la gente sobre la deforestación del Amazonas. El actor habló de las causas ecologistas que apoya con mucho entusiasmo.

El presentador hizo pasar a una orquesta especializada en interpretar temas de cine, y le obsequió con la sintonía de La guerra de las galaxias o Indiana Jones. Al final le pasaron la batuta y, sorprendido y expectante, inició la dirección muy despacio al principio, y luego más deprisa, divertido. Se marchó saludando a todos y dando las gracias, muy parsimonioso, asomándose una vez entre bambalinas con cara de misterio y guasa, cuando ya creíamos que había desaparecido del todo. Harrison Ford tiene una mezcla de seriedad y jocosidad muy curiosa, alternando una u otra según el momento. Se pasó todo el rato haciendo bromas, sobre todo cuando aparecieron las hormigas durante la entrevista, a las que se quedó mirando con una mezcla de estupefacción y rechifla.

Todos le adoraron, se palpaba la admiración por una estrella que lleva con nosotros tantos años y a la que, sin embargo, su humildad hace no dar importancia al aura que se ha formado en torno a él. Y es que ha rodado algunas de las mejores películas de la historia del cine: además de las dos mencionadas antes están Blade Runner, Armas de mujer, Único testigo, Presunto inocente, Lo que la verdad esconde, La costa de los mosquitos (esta me gustó menos, pero él estuvo muy bien), A propósito de Henry, Seis días, siete noches, Morning Glory y tantas otras. Siempre ha elegido trabajos de calidad, haciendo gala de un agudo instinto y una gran inteligencia. A pesar de las sagas que ha protagonizado, nunca se ha visto encasillado, siendo un intérprete muy versátil.

Investigando un poco en su vida, he leído que, aunque nació en Chicago, su ascendencia es europea, pues era hijo de católico irlandés y judía rusa, su abuela paterna era alemana y sus abuelos maternos bielorrusos. Su madre fue actriz de radio antes de dedicarse a su hogar, y su padre publicista y también actor de radio ocasionalmente. Tiene un hermano 3 años menor. En el instituto participó en todo tipo de asociaciones y fue mal estudiante.

Fue educado con la mezcla de religiones de sus padres, por lo que ya adulto, cuando le han preguntado por sus creencias, ha contestado sarcástico: “Demócrata”. También dice que se siente "irlandés como persona pero judío como actor", en alusión también a la diversa condición de sus progenitores.

La cicatriz que siempre ha lucido en la barbilla se la hizo en un accidente que tuvo cuando empezaba a conducir. Sí sabía que había sido carpintero, y parece que muy bueno por cierto, y que trabajaba en las escenografías de los estudios de cine cuando alguien le dio una oportunidad, pues su vocación como actor empezó ya en la universidad, en donde no logró concluir sus estudios.

No es de extrañar que el físico de Harrison Ford acuse tanto el paso de los años, pues la suya ha sido una dura carrera, al querer interpretar él mismo casi todas las escenas de riesgo de sus películas, lo que le ha provocado todo tipo de lesiones, sobre todo con las sucesivas películas de Indiana Jones, durante las que sufrió rotura de ligamento de una pierna, contusiones severas en las costillas, y hernia discal de tanto montar elefantes.

En fin, espero que tengamos actor para rato. Sin él el mundo del Séptimo Arte, y nuestro mundo, el imaginario colectivo al que hace ya mucho tiempo que pertenece, no serían los mismos.

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