lunes, 11 de noviembre de 2013

Un poco de todo (XVIII)


- Ya me estoy hartando bastante de los captadores de las ONG’s que se te cruzan en mitad de la calle y te acosan para meterte su rollo y hacerte socio. Da igual cual sea la organización a la que representen en ese momento, se ponen la camiseta de turno o el dorsal, como llamo yo, y con unos papeles y un bolígrafo ya están armados para hacer lo mismo que hacen los mendigos cuando se te echan encima con el vasito de plástico para pedirte dinero.

Y es que en el fondo se trata de lo mismo, de que desembolses, como si tuviéramos un extra para los pobres, siendo nosotros los primeros que necesitamos extras. Algunos, que se ponen en la calle sin tener ni idea de cómo abordar a la gente, se quejan ostentosamente porque sus ridículos intentos de llevarse el gato al agua no surten efecto, reacción más infantil que otra cosa, porque cuando a uno le sale algo mal no puede armar la pataleta delante de todo el mundo, sino intentar mejorar. No son los demás los que no están a la altura, sino uno mismo que no sabe hacer las cosas bien.

Una chica increpaba a los que la rechazaban o ignoraban, diciendo en voz bastante alta que lo único que quería era amistad. Hay que tener cara dura para decir eso, cuando es evidente que lo único que quiere es el dinero de las pobres víctimas a las que asalta, y de paso llevarse ella su comisión por cada una que caza. Si no le gusta el empleo, que reconozco que no es fácil tampoco, como todo lo que sea vender algo, pues que se dedique a otra cosa. No todo el mundo vale para esto.

Lo que sí tengo claro es que de mi caridad no se beneficiará nunca nadie más que aquellos que me parezca oportuno, sin intermediarios ni grupos que afirmen hablar en su nombre, que luego la mayor parte de los dineros se quedan por el camino.

- Me quedé sorprendida el otro día cuando vi la última película de Tom Hanks, Capitán Philips. No sabía que para repeler a los piratas se utilizaran mangueras a presión colocadas a lo largo del perímetro del barco. Era muy espectacular verlo funcionando. Pero me recordó a Greenpeace, pues quién no los ha visto alguna vez en televisión intentando detener a algún buque con residuos tóxicos o a algún pesquero que hace capturas de especies protegidas, y son repelidos de la misma manera.

En el caso de los piratas no surtió efecto, ya que su violencia supera obstáculos como esos y mayores, y sólo usando armas como hacen ellos se les podría repeler.

Hubo un par de cosas en el film que me llamaron la atención: una fue cuando se reclutaba gente para hacer piratería en el mar, en que acudió un montón de gente como quien está a la espera de ser seleccionado para un trabajo cualquiera. Es realmente un oficio más en Somalia. Contrastaba la extrema delgadez de los somalíes y su mirada sombría con la cantidad de armas que tenían todos. Se tiene dinero para eso pero no para comida.

Lo otro que me llamó la atención fue cuando el capitán le dice a uno de sus secuestradores que tiene que haber algo mejor que la piratería para unos pescadores como ellos, y el aludido le contesta que los americanos pasan por allí con sus barcos y se llevan la pesca, y qué es lo que les queda a ellos después. No hubo ningún comentario a esa afirmación, quedó ahí en el aire, pero es una crítica tremenda a los países con afán imperialista como EE.UU., que tanto hablan de derechos humanos y luego son los primeros en pisotearlos. El pez grande se come al chico, y cuando no le chupa la sangre y lo ve agonizar hasta la muerte, impasible.

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