lunes, 21 de abril de 2014

El crédito


Fui con una amiga a ver El crédito, obra teatral que persigo desde hace varios meses sin que terminara de decidirme a ir, porque algo me surgía unas veces y por pereza otras, y temiendo que desapareciera de las obras que están en cartel actualmente, fugaces casi siempre, dependiendo de la acogida de público y crítica. Cuando se estrenó hace 7 meses iba a estar un mes nada más, pues nunca saben los organizadores cómo va a reaccionar la gente, pero han ido prorrogando un mes tras otro hasta que, sin saberlo, cuando acudí quedaba sólo una semana para que la quitaran.

Y no por falta de asistentes, pues cuando compré las entradas por Internet todos los asientos estaban ya reservados, menos los dos que tuve la suerte de encontrar no lejos del escenario. La última fila estaba también desocupada, pero cuando fui la sala rebosaba a más no poder. Eso es el éxito.

No es para menos. Ver a dos grandes actores en acción es algo poco corriente hoy en día, cuando las figuras legendarias de la escena española se están extinguiendo y ya no quedan más que comparsas que se llaman a sí mismos actores. A Carlos Hipólito no recuerdo haberlo visto nunca y me ha encantado, su dicción, su voz, su manera de interpretar me han gustado mucho. A Luis Merlo, por supuesto, lo he visto mucho en televisión pero nunca en directo. Ha sido un placer.

La historia tiene su miga. Un hombre le pide desesperado un crédito al director de un banco y, ante la negativa de éste, le amenaza con seducir a su mujer, a la que tiene en una foto sobre la mesa, argumentando que a él se le dan muy bien estas cosas, que es algo innato en su persona. Aunque el director no hace caso al principio, pronto despertará en él sus más profundas y oscuras inquietudes e inseguridades, hasta el punto de llegar a un final inesperado, todo en clave de humor.

Sin embargo la obra no termina de cuajar. El crédito se basa en una idea muy buena pero farragosamente llevada a cabo. Los diálogos son simplones y le dan muchas vueltas a las mismas cosas hasta llegar al desenlace. La gente reía porque iba predispuesta a ello, o porque la televisión nos ha acostumbrado a la carcajada fácil, pero se trataba de gags sosos, y los actores no terminaban de hacer creible su papel. Merlo especialmente parecía que recitaba de corrido una lección muchas veces repetida. Casi al final, en una escena sin palabras en la que transmitió más con sus gestos que en el resto de la representación hablando, fue cuando puso de manifiesto la estirpe de intérpretes de la que procede, toda una saga familiar llena de talento.

No en vano la obra que se va a representar cuando quiten esta estará protagonizada por su hermana, Amparo Larrañaga, a la que sí he visto anteriormente en teatro, y que me gusta mucho también. La recuerdo hace muchos años, siendo muy jovencita, cuando empezaba. Y la madre de ambos, Mª Luisa Merlo, que a sus muchos años sigue trabajando como siempre y está también actuando en otro teatro. Realmente no me extraña que copen el panorama escénico actual porque quedan pocos como ellos para llenar los aforos.

No hay comentarios:

 
MusicaServicios LocalesContadorsAnuncios ClasificadosViajes