martes, 6 de mayo de 2014

El baile de Hugh Jackman


Contemplaba extasiada el video del baile que se marcó Hugh Jackman en el descanso del último Hormiguero al que fue invitado, pues ya ha estado en otras ocasiones. Los telespectadores no lo pudimos ver en su momento porque fue en el tiempo de la publicidad, pero lo grabaron de todas formas y se lo pusieron a otra invitada en otra edición del programa, aunque no venía a cuento. Se veía que tenían ganas de mostrarlo y aprovecharon cualquier otra situación para hacerlo.

Se veía a Hugh Jackman muy delgado, y más con los cortes que tienen ahora los trajes de hombre, tan ajustados. Coge peso y adelgaza cada dos por tres. Cuando hace esas películas que no le merecen en las que encarna a Lobezno se pone cachas, pero no debe ser ese su estado natural, la forma en que él se sienta cómodo. Cuando rodó la maravillosa Los miserables tuvo que quedarse en los huesos y la verdad es que daba miedo verlo. Qué bien estuvo aquí. Para él debió suponer un triunfo personal, algo que se debía a sí mismo hacía tiempo. Desde entonces se le ve mucho más contento.

“Está que se parte, todo lo hace bien”, le comenté a mi hija mientras miraba extasiada el video del baile. Ella me echó un vistazo como diciendo “las cosas de mamá”. Sus gustos, con 16 años, van por otros derroteros. Pero el actor estaba en su salsa, y derrochaba estilazo por los cuatro costados. Y es que Hugh Jackman lo tiene todo: es un hombre bueno, honesto, trabajador infatigable, guapo, sexy sin proponérselo, inteligente y sensible, lleno de talentos. Le pusieron una música marchosa mientras esperaban a que el programa volviera a estar en el aire e improvisó unos pasos, para deleite del público, entregado, cómo no. Está satisfecho, se siente a gusto en su piel y entre la gente, sabe apreciar lo que tiene y saborea las delicias de un momento que no siempre fue así, ni va a ser así eternamente.

No todo el mundo tiene un mentor que cuenta contigo cada vez que se pone en marcha un proyecto cinematográfico. Hugh Jackman no lo necesita, se basta por sí mismo para salir adelante. Pero está claro que en el cine hay colaboraciones muy fructíferas. Ahí tenemos a George Cloony y los hermanos Cohen, o a Leo di Caprio y Scorsese, o Johny Depp y Tim Burton, por poner algunos ejemplos. Actor y director unidos inspirándose mutuamente, en la amistad y la confianza. Recuerdo, ya lejano en el tiempo, la estrecha relación de Katharine Hepburn y George Cukor. Lo dicho, cáele bien al jefe y este contará siempre contigo.

Parece ser que Hugh suele marcarse bailecitos en otros programas donde ha ido. Hay un video en Youtube donde se le ve moviendo el esqueleto con Michael Fassbender y James McAvoy, en una improvisada coreografía. Fassbender se hizo de rogar, renuente y poco convencido, pero alentado por Hugh se lanzó a la palestra, colocados por orden de estatura (cuán diferentes físicos masculinos) y se pusieron a bailar, siendo Fassbender quien marcó el estilo a seguir, cabeceo a un lado y al otro en plan negro rítmico. A McAvoy casi desaparecía el pobre, anulado por el atractivo de sus compañeros. Todavía no me he podido quitar de la retina la imagen del personaje con el que se dio a conocer, el fauno de Crónicas de Narnia, lo identifico con él.

Hugh Jackman tiene un magnetismo personal, algo mágico que le envuelve y va con él a todas partes, le acompaña y es percibido por todos los que le rodean. Hay personas que tienen este don, ese algo indefinible que les hace especiales. Qué será lo que haga la próxima vez que nos visite…

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