Hay una tienda de comidas preparadas que abrieron hace un tiempo cerca de mi barrio y a la que hasta ahora no había prestado mucha atención. El delantal tiene un horario corto, y si te descuidas un poco cuando llegas se han acabado buena parte de sus platos.
El trato es excelente y lo que venden de 1ª calidad y a buen precio. Una familia al completo vive de este negocio. Dos mujeres se encargan del mostrador, siendo la cocinera una de ellas, mientras un hombre hace tareas en la trastienda y a veces ayuda también en los pedidos, y a una señora muy mayor, la abuela, que según oí decir a una de las que atienden, que es su hija, tiene ya 87 años, se la puede ver sentada al fondo en la cocina, ante una mesa sobre la que hay una gran bandeja plateada con relleno para croquetas. Ella, con una cuchara, va cogiendo porciones con mucha parsimonia y las lleva a otra bandeja para rebozarlas. No sé si es la que las hace o sólo ayuda, pero están deliciosas, crujientes por fuera y blandas y gustosas por dentro, con una bechamel que se deshace en la boca. De vez en cuando aparecen un chico y una chica de ventipocos años, negritos, grandes y hermosos, que son los hijos adoptivos de una de las 2 mujeres antes mencionadas.
Los pollos dan vueltas lentamente en el asador que hay tras ellas. Los hacen con una salsa riquísima y dándole el punto exacto para que no queden demasiado hechos. La paella es exquisita, tanto la de marisco como la de verdura. Esta última la he descubierto aquí y es la cosa más rica que nadie haya podido llevarse a la boca. Le echan verduras que nunca hubiera creído que pudieran ponerse en una paella: zanahoria, pepino cortado muy fino, calabacín, pimientos de 3 colores, alcachofa, que a mí no me gustaba hasta que la probé aquí… Todo ello constituye un conjunto en el que sus ingredientes pierden su sabor por separado para formar un plato con un gusto delicado y único.
El champiñón con jamón es muy sabroso, la tortilla de patata suave y jugosa, en el punto exacto para que no esté huevosa ni tampoco reseca. La crema de verduras es, junto con el vichyssoise dos de los platos preferidos de mi hija, que es mucho de cuchara, como los buenos entendidos en materia culinaria, aunque también carnívora como su hermano. Las lentejas son algo fuera de lo corriente, hechas con verduras que nunca había visto en ellas: calabacín, pimiento y alguna otra más que no recuerdo. Hasta mis hijos se las comen, cosa que no hacen cuando las hago yo.
El filete de pescado rebozado es tierno y jugoso, un placer para el paladar. El gazpacho, la ensaladilla rusa, los spaguettis sin tomate hechos con especias, la menestra de verduras y un guiso de patatas con calamares que nunca había probado no están nada mal. Hay otros platos que no he probado porque no son tanto de nuestro gusto: las judías verdes con jamón, la sopa castellana, las coles de bruselas rehogadas, los spaguetti a la boloñesa, las espirales de colores, los huevos rellenos, la salchicha blanca en salsa, la ensalada de judías blancas… Los guisantes con jamón estaban un poco duros y bastante sosos la única vez que los he comprado, y la ensalada campera estaba también insípida y reseca, le faltaba aliño. Las patatas a la riojana no estaban mal, pero las hace mejor mi madre. Eso y el pan, que no es muy bueno y es caro, son los únicos reparos que yo le pondría.
Las carnes las suelen hacer rebozadas en filete, de ternera, de cerdo o de pollo, con especias para que tengan un sabor diferente. Echo en falta guisos de carne, preguntaré si es que los hacen algún día de la semana en particular y no ha coincidido cuando he estado en la tienda, y si no pues que sea una sugerencia.
Hay quienes les han pedido postres, pero ellos no hacen repostería, sería ya mucho trabajo quizá. En su lugar, y para contentar al personal, tienen fruta fresca y yogures de sabores.
Una de las cosas que me encantan de El delantal es que te sirven raciones abundantes y en envases herméticos utilizables en microondas, no como en El Corte Inglés, que siempre se sale todo y además no está tan rico, tiene mucha apariencia pero nada más.
Un día, hablando con la que cocina, le comenté lo práctico que era para mí haber descubierto su tienda, sobre todo por no ser yo buena cocinera. Su comida se la comen mis hijos con gusto, mientras que cuando la hago yo no es así. Ella me dijo que el problema era que no nos habían enseñado a cocinar, y que con poca cosa se pueden hacer platos muy ricos.
Es una suerte enorme contar con un lugar como El delantal no lejos de casa, pues no siempre apetece cocinar o se tienen en casa los preparativos necesarios para hacerlo. Poder comer los platos que se cocinan aquí, sanos, hechos con buena materia prima, caseros, es cuidar el estómago y el paladar.
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