miércoles, 20 de agosto de 2008

El pianista


Ha compuesto Adrien Brody en “El pianista” un personaje protagonista absolutamente conmovedor, lleno de sensibilidad y emotividad. Ayudó mucho el semblante melancólico que tiene el propio Brody. Las penurias por las que tiene que pasar en la Alemania nazi durante la 2ª Guerra Mundial siendo judío, se ven reflejadas en su aspecto físico como si el propio actor se viera sometido a ellas: los pómulos hundidos por el hambre, el frío (la nariz roja con el agüilla mucosa cayéndole durante uno de los diálogos, eso seguro que no estaba en el guión), el miedo en los ojos y en el encogimiento casi constante de su cuerpo. O el vaho que sale de su boca y de la nariz cuando está tocando el piano a petición del oficial alemán que descubre su escondrijo, ese aliento visto a contraluz por el frío helador que hay en el ambiente y que no consigue agarrotar sus manos para tocar, que es como el último aliento de vida, una vida a la que se aferra ya casi sin fuerzas. Impresiona esa escena por el pesar que refleja en su cara, y por el sentimiento con que interpreta la melodía.
También cuando llora, con sollozos de hombre que no sabe por qué están sucediendo esas cosas, sobrepasado por las circunstancias, impotente, derrotado y desesperado, intentando sobrevivir. El llanto también cuando acaba todo, por las heridas que quedan en el alma.
Y sin embargo, cuánta dulzura transmite este personaje, cuánta bondad, cuánta falta de rencor o de ira a pesar de todo el daño sufrido, del abandono, de la soledad, de la angustia. Un espíritu pacífico en medio de la guerra.
Adrien Brody refleja a la perfección y sin necesidad de palabras todos esos estados de ánimo, todo el proceso físico y mental por el que pasa el protagonista, una peripecia vital intensa y sobrecogedora.
Al final nos creemos que es de verdad el pianista, que sólo era eso, que siempre será eso en realidad, un pianista.
Impresionante la ciudad de Varsovia en llamas de noche, con el fulgor de los incendios entrando por la ventana de la casa donde se esconde el protagonista. También la imagen en la que aparece devastada, con el pianista caminando entre tanta desolación tan pequeño e indefenso, y que sería el cartel publicitario de la película.
Magnífico Adrien Brody.

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