lunes, 18 de agosto de 2008

En honor a la verdad (II)


- Hace poco que mi padre ha aprendido a sonreir. Siempre tuvo la boca muy mal, y cuando reía, para que no se le vieran los dientes, se colocaba la mano delante y hacía como si se atusara el bigote, en un gesto muy característico suyo. Cuando le pusieron la dentadura postiza, la enfermera le acercó un espejo y le dijo que sonriera abiertamente, para comprobar el efecto que hacía. Mi padre, azorado, dijo que no lo había hecho nunca y que no sabía cómo hacerlo. Se debieron quedar estupefactos. Después de varios ensayos, consiguió algo. Ahora se me hace muy raro cuando veo asomar sus dientes tan blancos y perfectos recién estrenados, no me parece él. Pero bueno, más vale tarde que nunca, o eso dicen.

- Hay que ver Mel Gibson cuando se pone a dirigir películas, lo sangriento que puede llegar a resultar. Tanto cuando hizo “La pasión de Cristo”, como ésta última que he visto, “Apocalypto”, me dejan muy impresionada. Nunca pensé que un hombre como éste, que siempre ha dado una imagen tan frívola, interpretando como actor papeles desenfadados y casi cómicos, pudiera ser capaz de contar cosas desde un punto de vista tan personal, inquietante y original. Combina inteligencia y sensibilidad, y refleja la realidad muy crudamente, sin tapujos. Por la violencia que refleja en estos films, se podría pensar que a Mel Gibson le han quedado secuelas de cuando interpretaba al protagonista de la serie de películas de “Mad Max” que tanta fama le dieron, y que tanto él aborreció mientras las estaba haciendo. Quizá sea que simplemente hace un cine en absoluto comercial, con una enorme plasticidad en imágenes, un ritmo narrativo muy interesante, y un desarrollo de los acontecimientos muchas veces inesperado. Desde luego no deja indiferente. Esperamos impacientes su siguiente película, si la va a haber. Estamos intrigados.

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